En la Tacita de Plata, donde antaño, según letrilla popular, se hicieran las mozas tirabuzones con las bombas del francés, el Ayuntamiento ha prohibido que, según la costumbre popular, se continúe "bombardeando" a los novios con arroz a la salida de las bodas. Trescientos eurazos de multa a todo aquel que infrinja la ordenanza municipal. Y no, no es por aquello de los tirabuzones –que igual ya ha pasado de moda, considerándose ahora más distinguido y elegante llevar lacio el cabello-, sino porque esta práctica proporciona alimento a las palomas –ese símbolo de la paz… acabo de acordarme, no sé porqué, de la masacre de Iraq-, cuya población crece y, con ella, el volumen de unos excrementos que afectan a la buena conservación del rico patrimonio cultural de la ciudad de la Bahía.
Y no es que a mí me parezca mal acabar con ciertas tradiciones como, por poner algún ejemplo, la del innoble “arte” de la tauromaquia, o ésta del arroz; que, como ya apuntó un concejal gaditano, hubo una vez un invitado a un bodorrio que “derrapó” sobre sus granos, con contusiones varias como resultado –días después derrapó con su automóvil, pero, más allá de las exequias fúnebres, aún no se han tomado otras medidas. Pero bueno, ya puestos a poner orden ¿por qué no ir a por todas y prohibir directamente las bodas? La verdad, yo me casé por la Iglesia –una contradicción más mancillando mi historial de ateo confeso-, pero nunca he comprendido eso de establecer relaciones de tipo contractual, ya de base civil, ya sacramental, con un sentimiento como objeto y, menos aún, con Cupido como avalista, que ya se sabe que es un jovenzuelo disoluto que suele faltar bastante a su palabra.
¡Ya me fui de nuevo del tema!, es que me pongo a hablar del amor y otras ridiculeces varias, y se me va el santo al cielo –expresión, ésta, también muy poco atea. El asunto a tratar era el de las palomas, y el del problema "ambiental" que supone su superpoblación en nuestras ciudades, y que, quizá, no esté mal tomar medidas para minimizar el impacto de tanta mierda –y dejémonos de tirar arroz por los suelos con tanto hambriento como hay por esos mundos de dios, salvo, claro está, que con ello se trate de eliminar superproducciones coyunturales y, de este modo, hacer subir los precios en el mercado.
Aunque digo yo que, si las palomas pudiesen contraatacar, igual ya estarían meditando establecer una ordenanza prohibiendo los convenios urbanísticos, que, como todo el mundo sabe, sirven de alimento a las bandadas de insaciables rapaces que devoran su rico patrimonio natural.
En fín; no pasan dos días sin que un ingenioso gaditano patente y se dedique a fabricar arroz artificial con componentes, tal vez si, tal vez no, altamente tóxicos, pero en cualquier caso no apto para el consumo de boca... o, para el caso particular, de pico. Qué las tradiciones, !oiga!, hay que mantenerlas en su sitio.
Con las bombas que tiran los fanfarrones…
Y no es que a mí me parezca mal acabar con ciertas tradiciones como, por poner algún ejemplo, la del innoble “arte” de la tauromaquia, o ésta del arroz; que, como ya apuntó un concejal gaditano, hubo una vez un invitado a un bodorrio que “derrapó” sobre sus granos, con contusiones varias como resultado –días después derrapó con su automóvil, pero, más allá de las exequias fúnebres, aún no se han tomado otras medidas. Pero bueno, ya puestos a poner orden ¿por qué no ir a por todas y prohibir directamente las bodas? La verdad, yo me casé por la Iglesia –una contradicción más mancillando mi historial de ateo confeso-, pero nunca he comprendido eso de establecer relaciones de tipo contractual, ya de base civil, ya sacramental, con un sentimiento como objeto y, menos aún, con Cupido como avalista, que ya se sabe que es un jovenzuelo disoluto que suele faltar bastante a su palabra.
¡Ya me fui de nuevo del tema!, es que me pongo a hablar del amor y otras ridiculeces varias, y se me va el santo al cielo –expresión, ésta, también muy poco atea. El asunto a tratar era el de las palomas, y el del problema "ambiental" que supone su superpoblación en nuestras ciudades, y que, quizá, no esté mal tomar medidas para minimizar el impacto de tanta mierda –y dejémonos de tirar arroz por los suelos con tanto hambriento como hay por esos mundos de dios, salvo, claro está, que con ello se trate de eliminar superproducciones coyunturales y, de este modo, hacer subir los precios en el mercado.
Aunque digo yo que, si las palomas pudiesen contraatacar, igual ya estarían meditando establecer una ordenanza prohibiendo los convenios urbanísticos, que, como todo el mundo sabe, sirven de alimento a las bandadas de insaciables rapaces que devoran su rico patrimonio natural.
En fín; no pasan dos días sin que un ingenioso gaditano patente y se dedique a fabricar arroz artificial con componentes, tal vez si, tal vez no, altamente tóxicos, pero en cualquier caso no apto para el consumo de boca... o, para el caso particular, de pico. Qué las tradiciones, !oiga!, hay que mantenerlas en su sitio.
Con las bombas que tiran los fanfarrones…
Nota al margen: Este final, como podréis comprender, lo deberíais imaginar con música.
6 comentarios:
sí señor, hay que acabar con todo alimento de alimañas, y los de las especulación son los más peligrosos.
Hola primo.
Pues mira, aquí, en un pueblo cercano de esta mi Serranía, le "arrojan" a los (in)felices alubias, garbanzos y otras legumbres.
Los cerdos salen beneficiados, en este caso.
También sé que en las bodas gitanas se les echan peladillas...
Mira, sería una solución. Pero el Ayuntamiento habría de proporcionar algún tipo de protección a los, ya de por sí, sufridos contrayentes.
Aunque, a lo que vamos: señores, preocúpense más de otras siembras y bombardeos más dañinos que los del arroz y la mierda de las palomas. O contraten "halcones" vigilantes y castigadores, e imparciales...
Abrazo fanfarrón.
Estoy falta de palabras ¿quien lo iba a decir en mí?
Entre especuladores y palomas... elijo las palomas y mejor si son las torcaces, mas silvestres ellas. Un abrazo. PAQUITA
Por prohibir, prohibiran todo, todo tonterias, para eso cobran a final de mes de erario publico, no puvico; da mas, tienen que demostrar que estan al loro.
Y pensando, mejor petalos de flores, mas romantico, mas ecologico...aunque alo mejor seria lo de las calabazas, un poco cruel, me parece...por aquelo de los cates y de morros.
Un abrazo.
Hasta hace aproximadamente dos años una servidora cuando recreaba una paloma, siempre la vestía de blanco y la bautizaba con el nombre de “Paz”. Paloma de la Paz. Muy hermoso...Hasta que una señora Ministra reubicó mi lento suicidio en la p. calle, con el cierzo abofeteando mi cara o con el sol del mes de julio calentándome los cascos, soportando las impertinentes sonrisitas de los exconvictos desahumados y, este es el principal problema, soportando la diarrea de los cientos de palomas que superpueblan el tejado del edificio donde trabajo. Las desgraciadas esas tienen una gastroenteritis congénita y permamente.... Va a ser Rafa que el arroz sintético ése ya lo han inventado y comercializado... Pero no las mata...
Me ha encantado. (que prohiban las bodas, Rafa.... :-)).
Ya sabes que estos de Cái tienen ca cosa que no te vea.
Semos asin.
Saludos desde el bierzo.
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