viernes, 9 de noviembre de 2007

Claro de luna (II)

Con este claro de luna
Que, rasgando la penumbra,
Con su levedad alumbra
Las sombras de esa fortuna
Que se fuera contigo, una
Duda me ata, pavorosa:
Si yo prendiese una rosa
Con su luz en tu mirada…
¿Fuera cual golpe de espada?,
¿Caricia de mariposa?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa mirada aletearía, pienso, si una rosa la alcanzara.


la canción de Milanés...ay! supongo que por eso se bailan tan juntito los boleros... ¿quién no perdería el equilibrio con esas letras?

Anónimo dijo...

¿Tú crees? Pero, a falta de seguridad, ¿debemos arrogarnos el derecho a correr el riesgo de nuevas heridas en la piel del otro u otra? ¿O es más lícito dejar las cosas tal cual, aunque ello ahonde las heridas propias?

Difícil pregunta, ¿verdad? Yo, al menos, no logro respondérmela.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Bueno, no te la hagas...
algunas preguntas no deben hacerse

hay cosas que no se programan ni se imponen, por suerte, sencillamente surgen, brotan, enigmáticamente, misteriosamente y tienen su propia dinámica su propio fluir, al margen de las voluntades de sus protagonistas.

La esencia de ese misterio no nos corresponde a nosotros descifrarla.
Si unos ojos disfrutan contemplando ese frágil revoloteo y se extasían con un aleteo... la mariposa sabrá por qué a esa mirada le nace fragancia de rosas

Anónimo dijo...

Tienes razón, las cosas se deben dejar fluir y tratar de programar el curso de las aguas imponiéndoles cauces y barreras artificiales no es bueno. Pero hay preguntas que, por mucho que lo quisiéramos, no podemos dejar de hacernos. Y en ellas termina por embalsarse y detenerse todo.

Un abrazo.