Ella preguntando vino por mis musas;
¿Mis musas? Le dije, un tanto aturdido
Por lo inesperado; y sin más excusas
Pase a relatar el gran sinsentido
Que eran mis poemas.
----------------------------------- ¿Es que tú me acusas
De hacerte sentir verso dolorido?
-Clamó al alto cielo- Como siempre abusas
De tu condición de amante rendido;
Me niego a asumir que pueda ser yo
El monstruo que inspira tu cántico; ¡no,
No soy un demonio!
--------------------------------- La estreché en mis brazos
Con franca dulzura, y con la mirada
Dije con tristeza: Tú eres ángel, hada,
Pero son mis versos tu ausencia a mazazos.
3 comentarios:
cuanta sinceridad, y, la verdad, éramos muchos los que ya veníamos diciendo lo mismo...
Las musas...esas meretrices...
Un saludo
La ausencia duele, pero la presencia dolorosa destruye, queda la solución del olvido entremezclado con la ternura, un beso
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