martes, 18 de septiembre de 2007

El asedio

Dónde exiliamos, dónde,

Tanto inútil recuerdo

De lo nunca vivido;

Tanto llanto emboscado

Tras los gélidos párpados

Por sabernos vacío,

Alas de mariposa rumbo al ocaso, efímeras,

Sin magnolias que acojan

Tanto vuelo cansado,

Tanta desoladora quimera, sin auroras,

Destinada al abismo.

Dónde exiliamos, dónde,

Tanto muerto en los labios,

Dónde el recelo, dónde,

Dónde la duda,

Dónde la amarga evanescencia

Que, hasta el fin de los días,

A dolor nos preside.


Dónde, si sólo somos

Arcángeles caídos,

Plegarias sin altares

Apostatas, infierno, fe sin liturgia…


Dónde.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Debe de haber una especie de limbo en algún lugar donde naufragan las cosas que pudieron haber sido pero nunca fueron, los recuerdos de lo que nunca se vivió, las lágrimas por la ausencia de lo que jamás poseimos, los ueños rotos antes de cumplirse, los pecados no satisfechos, las faltas que se quedaron sin perdón aún sin haberse cometido. Tal vez existan eso que llaman universos paralelos donde donde estemos viviendo la vida que en este se nos ha escapado.
Brochetas de solomillo ibérico, pimientos verdes y cebollas dulces y un rosado de Rueda fresquito.

Anónimo dijo...

Yo pienso que exiliamos todas esas cosas que nunca hicimos realidad en la planta tercera del cerebro, en el departamento de melancolías por lo no vivido. Allí nos atiende una empleada taciturna, a la que llaman maria de las tristezas. Castilla 96

Anónimo dijo...

Yo creo, Kai, que para eso no hay lugar, que los paralelos universos no existen, así que habrá que tomarse ese rosado y brindar por el presente, aunque esté más o menos jodido.

Carlos... y esa empleada, la muy jodida, ¿no se toma nunca un puñetero día de vacaciones? Así podríamos entrar a saco y recuperar algo de lo que allí ha quedado almacenado.

Abrazos.