viernes, 7 de septiembre de 2007

Venganza

Cuando el silbido del cieno,

Como la brisa, se alargue

Sobre la sed de los párpados,


No vengan flores ni llanto

De plañideras manando

Vacuas lágrimas venales.


Mientras preparo mi entierro

Bajo un manto de albañales,

No pido más que respeto.


No es que me haya abandonado,

Cual fulgores estelares,

La luz de mi último aliento,


Pero alimañas verbales,

Como otoños vomitando,

Torvas, me dieron por muerto.


Y tan patético estruendo,

Voz de metralla y espanto,

Bien se merece un cadáver.


Me esparciré sobre el viento,

Mientras se apaga mi cántico,

Cuando se entregue la tarde.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo bien esta venganza aunque está muy bien escrita. El respeto es una buena petición antes de morir, Un abrazo

Anónimo dijo...

A mí no me parece una venganza. Pienso más en ese último adios que le demos a la vida.
Que se nos respeten en esos momentos y se nos recuerden por nuestra forma de ser y no por lo que pudímos hacer o dejar de hacer mal.

Saludos.

Anónimo dijo...

Leuma, ana, venganza contra uno mismo, tal vez, por los "pecados" no cometidos.

Besos.

Ps. Aquí sí que estuve kafkiano.