Un crepúsculo de invierno,
En la escarcha acumulada en tus cristales,
Pintaré mi último verso.
Un poema que dirá
El cantar que no escuchaste
De los coros de mi aliento,
Que mi voz se hizo ceniza
De arder y arder en la nieve
Y se apaga con el viento;
Sólo un verso que dirá,
Deshaciendo a fuego el hielo,
Que no te pude olvidar;
Que te quise,
Que te quiero.
¡Silencio!
¡No desveléis a los muertos!
4 comentarios:
Estás en un momento poético envidiable. Sigue así que nos vamos a emborrachar de versos.
Precioso.
Besos.
tiene mucha fuerza.
Intenso, poeta.
Besos.
Así es el mundo de los recuerdos... descubrí tu blog. me gustó.
Gracias, mamen, como dice Gamoneda:
"Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad
del corazón.
Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace
cerrar los ojos.
Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una
rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte."
María, sí se me escapa la fuerza en mis poemas.
Gracias, babynenita. Y sé bienvenida. El inframundo de mis recuerdos, antesala del infierno... o de la gloria, quién puede saberlo.
Abrazos.
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