jueves, 29 de diciembre de 2011

Tribulaciones de una crisálida (XXVI)


Le pasan por encima como un viento de vidrio las esquirlas del pasado, postrándolo de bruces sobre un charco de arena desgastada y polvo seco. Rebusca sus pupilas eclipsadas, mirándose en las ruinas del azogue, y sólo halla una sombra que lo nombra, como una maldición desde el silencio. Se palpa y no se siente, es un espectro, las heces intangibles y sin alma de un ansia no nacida que se ha muerto. Se afana por aullar, pero el aullido se agarra, luna vieja, a su garganta, y ahogado se abandona a la mortaja de herrumbre que lo abisma en sus adentros.

1 comentario:

Vivian dijo...

Estuve leyendo Rafa, pero hoy no se me ocurre nada; soy la crisálida.
Te abrazo