Le pasan por encima como un viento de vidrio las esquirlas del pasado, postrándolo de bruces sobre un charco de arena desgastada y polvo seco. Rebusca sus pupilas eclipsadas, mirándose en las ruinas del azogue, y sólo halla una sombra que lo nombra, como una maldición desde el silencio. Se palpa y no se siente, es un espectro, las heces intangibles y sin alma de un ansia no nacida que se ha muerto. Se afana por aullar, pero el aullido se agarra, luna vieja, a su garganta, y ahogado se abandona a la mortaja de herrumbre que lo abisma en sus adentros.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Estuve leyendo Rafa, pero hoy no se me ocurre nada; soy la crisálida.
Te abrazo
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