jueves, 1 de diciembre de 2011

La súplica de la cigarra


Si no te canto reviento,
y si oso hacerlo me aplastas
con igual indiferencia
que a una inmunda cucaracha.
Y en esta hostil tesitura
en que silencio y palabra
vienen a valer lo mismo,
es decir, no valen nada,
me inquiero, mientras contemplo
mis entrañas destripadas,
para qué seguir cantando
al modo de la cigarra,
y no hacer como la hormiga
que recolecta prosaica
provisión para el invierno
con disciplina abnegada.
Y, aun sin eco que me alumbre
en mi lóbrega mortaja,
desde mis versos sedientos
la respuesta se alza clara.
Si a ti gracias soy cantor,
musa, aun nocturna, alborada,
para serte agradecido
yo he de cantarte sin pausa.
Y cuando llegue el invierno
a helar por siempre mis alas,
le suplico a los infiernos,
aun siendo a cambio de mi alma,
que, aunque tú no lo escuchases,
concedan a mi fantasma
la alta gloria de cantarte
de noche junto a tu almohada.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Canta cigarra, no importa que llegue el invierno y estés sin provisiones; el amor alimenta el alma.
Mis besos

erato dijo...

Que no cese nunca tu canto ¿Qué nos queda si además enmudecemos? Besos