Un pepino me invita a ser pedante
y escribirle a León este soneto
de catorce centímetros de asueto
y no he desvelar de ejercitante.
Me esfuerzo por no hacerlo malsonante,
el pepino merece mi respeto,
cucurbitáceamente tan coqueto
no hay nada en el pepino que me espante.
Al plátano más verde voy rimando,
espero que no quede insatisfecho,
no importa lo que duro o lo que blando.
La intención ha nacido de mi pecho
y ya van trece, sí, trece y sumando
y vuelvo a la quietud de mi barbecho.
María Fernández Lago
3 comentarios:
Gracias, María, por este soneto tan nutritivo.
Y sugerente...
Gracias a ti siempre, Rafa
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