sábado, 10 de diciembre de 2011

Marea negra


Sumido en las tinieblas
de la noche más larga
que recuerdan mis ojos,
deambulo a tientas, ciego,
de tumbo en tumbo -vértigo
de saberme ya ausente
para siempre en los tuyos-,
sobre esquirlas agónicas
de abatidas estrellas.
Me has dado, luz, la espalda,
y el aliento castrado
del azogue baldío
se agita como un pájaro
que agoniza impotente
empapado en petróleo.
Y un albañal de herrumbre
y sal gastada emerge
desde el lóbrego fondo
donde moran las sombras,
diluyendo en sus aguas
corrosivas la esfera
del cristal de los sueños.
Es el olvido, el cántico,
estridente y postrero,
de un inmundo gusano
con ambición de cisne;
la vasta desazón
que muda la esperanza
en ácido veneno
que a fuego lento hiela
el esqueleto insomne
de un horizonte extinto.
Es tan corto el amor,
y es tan largo el olvido.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Qué triste forma de aniquilar el vuelo, y qué triste la imagen. Ayy..
Besos Rafa

Ricardo Miñana dijo...

Un poema profundo, impactante.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.