viernes, 27 de abril de 2007

El agujero

Hoy he tratado de escapar de la mazmorra del peaje al sin destino. Llegué aquí sin vuelta atrás, no recuerdo hace cuanto tiempo, y, cuando metí mis manos en los bolsillos buscando el último de mis óbolos, tan sólo encontré agujeros. Es una gruta húmeda y profunda; temperatura constante -diecisiete grados centígrados- a no ser que, según me ha contado el funcionario que gestiona la apertura de la barrera, la muchedumbre sea más grande de lo habitual y la trastoque con su desaliento. En cambio, nunca me ha llegado a explicar el punto en que se considera que la muchedumbre supera esa cifra, que imagino convencional, que opera desestabilizando las condiciones ambientales de mi presidio. Creo que él tampoco lo sabe. El caso es que ayer por la tarde, casi ya en el crepúsculo –lo supe después-, eran muchos los que se agolpaban sobre la barrera manoteando al aire y haciendo barrocos aspavientos dirigidos al funcionario –que no es de turno, siempre es el mismo. El griterío era ensordecedor, aunque el silencio era absoluto. Evidentemente, ese umbral para determinar el exceso de muchedumbre, había sido superado. Hacía tanto calor, que me era casi insoportable hacer frente a mi frío. Me alejé en la oscuridad tratando de encontrar un ambiente algo más amable, y, entonces, lo descubrí. Una tenue luz titilaba al fondo de una de las galerías como último estertor de una vela mortecina. Mi corazón se desbocaba y un sudor frío y amargo me paralizó durante unos instantes que se me hicieron eternos. Tanto tiempo esperándolo, y ahora… tenía miedo. Un murmullo como de sed a punto de calmarse, procedente de aquella luz moribunda, me arrancó de mi letargo, y, con cautela y muy lentamente, me fui aproximando… era… sí, no podía ser otra cosa… era… un agujero; un agujero en la oscura pared de roca y tiempo. Con los nervios metidos en el estómago, y las manos temblorosas, aparté unas cuantas piedras sueltas, hasta hacer un hueco suficiente como para asomarme al exterior. La noche estaba terminando de enterrar al crepúsculo, y no tuve valor suficiente para tratar de salir al exterior. Hoy, cuando he calculado la proximidad del nuevo amanecer, he vuelto para buscarlo. Con las uñas ensangrentadas he atacado una y otra vez la roca y los minutos, hasta hacer una apertura suficiente como para caber por ella. No he necesitado mucho tiempo, últimamente he adelgazado considerablemente. Y he salido afuera. A lo lejos, he divisado a un grupo de turistas sin guía –nadie portaba en sus manos un paraguas amarillo- visitando las ruinas del laberinto. He tratado de gritar, de seguirlos, de hacerme ver… pero todo ha sido inútil. Finalmente los he perdido de vista y no he vuelto a saber de ellos. He estado vagando incansablemente durante todo el día sobre la alfombra de polvo yermo que recubre los vestigios macilentos de un pasado que se me antoja que fue mejor, pero una y otra vez mis pasos me han llevado de nuevo a las fauces del agujero. Cuando los dedos de la noche han comenzado a arañar el cielo, arrancándole trocitos de celeste y haciendo manar una sangre oscura y espesa desde sus heridas, un pavor desmedido se me ha metido como una daga en el espinazo, y, aterrorizado, he regresado adentro. Ahora estoy perdido. En la oscuridad. Sin poder encontrar esa sala de fluctuante temperatura constante de la que he deseado escapar durante tanto tiempo… ni el agujero.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongamos un ejemplo, una estrella, con una masa y un diametro, si la estrella muere es porque a bajado su temperatura interna. Me explico, la atraccion gravitatoria tan enorme que una estrella posee sobre si misma y la temperatura tan elevadima que posee para equilibrar la fuerza gravitatoria propia, tonces la estrella esta estable. Pero ahora bajemos la temperatura, qué ocurre? que la fuerza gravitatoria es mayor y se aduelña de la situacion, entonces la estrella comienza a contraerse y se dispersan electrones, protones y neutrones al libre albedrio. Hay en ese punto tenemos la "Enana Blanca"

Pro al descender mas la tempera tura la repulsion electronica cede, por tanto la estrella se colapsa, se hace volumen cero yla gravedad se hace infinita. En tonces por relatividad ni la luz puede escapar de ese campo gravitatorio.

Po si extrapolamos...

Tu Mar

Anónimo dijo...

En realidad fue un sueño, y las estrellas y los sueños tienen muchas cosas en común, creo.

Un beso.

Anónimo dijo...

La proxima vez k kedemos te regalare una estrella, te lo prometo...

Besos de tu Mar

Anónimo dijo...

Rafa, la frase: el griterio era ensordecedor, aunque el silencio era absoluto
es sublime.
Un beso, otro Mar.

Anónimo dijo...

Gracias María.

Mar, estoy seguro de ello, no hace falta que lo prometas. Una estrella... de Mar.

Besos.