jueves, 5 de abril de 2007

La sin-razón


¡Venceréis, pero no convenceréis! –les gritó el general, sabiéndose ya sin argumentos, un instante antes de ordenar abrir fuego.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

...Y el trueno se hizo lamento...
!Dejadme, de herencia, la esperanza!

Anónimo dijo...

El aliento asqueado de la lincesa ha completado el texto de un modo sublime.

Besos en peligro de extinción.

Anónimo dijo...

... y murieron con las botas puestas... comidas de barro y un hedor pestilente... digno de un tal k "buscaba armas kimicas"...

Tu Mar

Anónimo dijo...

Y, como casi siempre ocurre, el general se mantuvo a salvo tras las lineas de ataque y mandó a morir a sus soldados. De regreso a la retaguardia el general fue condecorado y ascendido, la tropa fallecida sólo mereció una corona de laurel al pie del monumento al soldado desconocido. Siempre hubieron clases y nunca se supo cuántos descastados murieron en el combate.
Ron miel y anacaldos

Anónimo dijo...

¡Coño con el general!
Y los disparadores, siempre tan serviles. El miedo, lo que hace el miedo.
PAQUITA