miércoles, 9 de mayo de 2007

Tête de turc

A pesar de las grandes incertidumbres y lagunas que encerraba aquel caso, no les llevó mucho tiempo alcanzar un consenso absoluto en cuanto al veredicto a emitir. No podía haber mejor argumento que su cándida inocencia, para declararlo culpable.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Le tocó la suerte! ya se sabe ... el mundo al revés.
Buen día PAQUITA

Anónimo dijo...

Sonrisota al final. Muy bien cortado, manejado.
Y como siempe -o no, vete tu a saber- nada es lo que parece.
Un beso.

Anónimo dijo...

La candidez, a veces, esconde crueldades infinitas que solo ven los afectados en el proceso. Cuestión de prismas y de no fiarse demasiado de las apariencias inocentes. Aún así soy de los que prefieren, como ya sabes, un ligero toque canalla y perverso antes que esa tendencia disimulada a agitar alitas de angeles.
Ron miel canario y anacaldos