El consumo de marihuana puede llegar a ser perjudicial

Imagen del Polo Químico de Huelva

Solía recordar con frecuencia como en su niñez acudía cada tarde del verano a tomar el sol y bañarse en la Playa de la Gilda. Ahora, cuatro décadas más tarde, aquel lugar permanecía siempre desierto, con los humos amenazantes y malolientes que vomitaban las chimeneas de la industria química a sus espaldas, y la ría cargada de veneno bañando sus orillas. No obstante, Manuel continuaba acudiendo de vez en cuando a su añorada playa como quien va a visitar a sus muertos. Esa tarde el espectáculo era deprimente. Algún vertido inusual –que, como de costumbre, sería atribuido más tarde a causas accidentales por las autoridades competentes, y no llegaría a merecer ni la apertura de un simple expediente informativo- había dejado las aguas y la arena plagadas de peces muertos. Manuel sintió como repentinamente lo asaltaba la angustia patológica que venía sufriendo desde hacía años, y, tal y como le había prescrito su psicólogo de manera extraoficial, se lió un cigarrillo de marihuana. Varios meses después le fue impuesta una dura sanción administrativa por falta grave contra la salud pública.