viernes, 4 de mayo de 2007

La amistad volátil

-¿Y usted qué hizo?

-Salté sobre ella por encima de la mesa y le di un golpe en la nuca para evitar que tragara. Tras dejarla semiinconsciente, le fui sacando, uno a uno, los trozos de cristal de la boca... Han pasado muchos años. Y aún no me he volatilizado.

-¿Está seguro?


Carlo Frabetti; de “El Odio de Dios” (La amistad desnuda)


Mi añorada Elvira:


¿Sabes?, después de tanto tiempo aislado del mundo, ese mundo al que lograba conectarme antaño con el apoyo precario de tus manos, sigo buscando en mi interior, tal y como me recomendaste de buena fe en tantas ocasiones, ese punto de apoyo que me aleje de la soledad, la angustia y la tristeza. Pero dentro de mí todo sigue igual: desolado, devaluado, vacío. Así que puedes continuar en silencio, ausente, y despreciándome con tu pesada indiferencia, sin ningún tipo de remordimientos; según ese concepto de amistad tan tuyo que yo, aberrantemente, no comparto. Y, ya sabes, siempre mis manos vacías de fantasma que se desvanece sin valor alguno, estarán dispuestas a tenderse hacia las tuyas cuando y para lo que las necesites. Aunque no sea lo correcto. Aunque más que una muestra de amistad, sólo sea dependencia por mi parte. Sin más, hoy, tal y como sé que sería tu deseo, tampoco te mando un beso.


Tuyo, Manuel.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Elvira, además de añorada, "ta" enmudecidita toda..

Anónimo dijo...

Más bien sorda, Circe. Pero no te extrañe que un día de éstos, aparezca su respuesta.

Besos

Anónimo dijo...

Elvira está pasota o aburrida, o quizás ... quizás no está. PAQUITA