lunes, 20 de octubre de 2014

Escenas sevillanas (1): Consejos para ver la ciudad a un turista moderno (Carlos Parejo)


Millones de mensajes y llamadas por el móvil de las que he sido testigo, así como el estudio comparado de cientos guías copiadas unas a otras, me obligan a darte unos consejos prácticos cuando vengas a Sevilla. Ante todo, un turista que se precie debe ser obediente y no separarse del rebaño ni perderse del guía que iza la banderita multicolor en el borde superior de cómo una antena de coche, mientras marcha a ritmo legionario desde la playa de autobuses del Palacio de San Telmo a la Puerta Jerez. Sólo así podrás comenzar el día haciendo una larguísima cola a pleno sol para entrar en la Catedral, la Giralda y el Alcázar. Si sobrevives a la insolación reinante y a los plomizos discursos que te largan, te conviene un recomendable refrigerio en la Avenida. A ser posible en una cafetería de nombre y butacones estilo inglés, donde te dejen descalzarte los pies y repantingarte entre muelles cojines. No te puedes perder a continuación subir a la Torre del Oro, mientras te acosan azafata(o)s de todas las razas para que subas al autobús o al crucero turístico. Después te harás la inevitable foto instantánea en el puente de Triana y, como hiciste en Paris o Roma, pondrás un candado de amor fiel en sus barandas. Con este bautizo ya puede pasear luego por la calle Betis y sentarte a almorzar. Así conocerás lo que es el clavo para guiris, especialidad gastronómica que no viene en el menú pero que te endilgan si ansías ver tranquilamente la ciudad de Sevilla desde la otra orilla, sólo con las aguas del río por delante. Para las horas de la tarde es imprescindible que vayas al Parque de María Luisa. Podrás sentir en tu propia piel el gracejo incordiante de vendedores de todo lo que no necesitas –un abanico, un torito, un pañuelito,…- en la monumental Plaza de España. Cuando se haga de noche te sentarás de nuevo. Escoge uno de esos restaurantes donde encienden velitas románticas en las mesas y sirven menú internacional. Si tienes suerte verás cantar a la Tuna universitaria de cuando mi padre estudiaba o saborearás las rumbas a mamporro de guitarra de los coplistas de los polígonos. Y no te puedes acostar sin un nuevo clavo, que te hará olvidar el del almuerzo, asistiendo a un tablao flamenco típico donde el cantaor y los bailarines son del Sacromonte granadino.

(¢) Carlos Parejo Delgado

1 comentario:

Carlos dijo...

La foto levanta el ánimo de lunario