Cuando alguien, con esa simpleza mental propia de las amebas, te pregunte acerca de por qué no te llevas a los náufragos del Open Arms a tu casa, no te molestes en responderle. Con los fascistas no se dialoga —entre otras cosas, suelen carecer de aptitudes para el diálogo—, a los fascistas se les combate.
(Más vale Richard en mano, que cien ortigas volando.)
(Más vale Richard en mano, que cien ortigas volando.)
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