miércoles, 14 de agosto de 2019

Europa, crimen y barbarie


Escucho a los 'Provida'
decir gilipolleces
en tanto el Open Arms
se pudre a la deriva
cargado de cadáveres
que aún se piensan vivos,
y me entran unas ganas
locas de hacer papilla
a tanto malnacido
de golpe en pecho y rabo
y cuernos de cabrón
de todos los demonios.
A hostia limpia. La Europa
genocida se escribe
con 'g' de gilipollas
y una gran 'C' mayúscula
de cerdos asesinos.
Habría que acabar
con tanto hijo de puta;
lentamente, a dolor,
a pellizcos, merecen,
psicópatas de mierda,
morir con gran tormento.
Antes ellos que aquellos
que huyen de la miseria
con nada más que lágrimas
como exiguo equipaje.
Ojalá una epidemia
selectiva acabase
con esta infame plaga,
esta horda de mastuerzos
al servicio exclusivo
de la desigualdad
creciente y los mamones
que viven como príncipes
a costa de los parias.
¡Que alguien les rompa el culo
con una enorme polla
y luego los arroje
a una cloaca inmunda!
¿Delito de odio? El odio
que yo pueda expresar,
no es nada comparado
con tanta indiferencia
de consecuencias trágicas
y ADN fascista.
Fascista, sí, fascista,
llamemos a las cosas
de una vez por su nombre;
¡basta de medias tintas!
Sueño con destripar
con mis manos a tanto
dirigente bastardo
al servicio del crimen,
a tanto hijo de perra
con disfraz de demócrata
ocultando su esencia
de asesino fascista.
La Europa genocida
se alza sobre millones
de cadáveres, pobres
e indefensos diablos
saqueados por los siglos
de los siglos, cadáveres
muertos al fuego lento
del afán colonial,
que hoy han visto sumarse
a esas llamas el frío
de una muerte espantosa
en un lecho marino.
Europa, oh, pobre Europa,
tomada por legiones
de asesinos vistiendo
cuello blanco y corbata;
criminales de guerra
en la paz, esta paz
de gula y cementerios.
Yo os maldigo, cabrones.

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