domingo, 18 de agosto de 2019

Imperiofilia


"A mí el Imperio", dijo
ante la multitud narcotizada,
con claras intenciones populistas
de al fondo, muy al fondo a la derecha.
Estaba convencido
de que jamás vendría
la montaña a Mahoma,
y además él no era
profeta aficionado a la escalada.
"A mí el Imperio", repitió vehemente
—mentecato sin mente o juicio o seso—.
Entonces el Imperio —quién lo hubiera esperado—
se vino a él como un alud de lava,
lo llevó a las mazmorras y, después
de lamerle y llenarle
de babas el cogote,
le rompió sin condón
ni vaselina el culo.
Todos pudieron verlo
en la enorme pantalla que el partido
había contratado para aquel
magno acontecimiento que, a la postre,
resultó una función porno sin precedentes.
"Donde las dan las toman", pensó con regocijo,
un indio boliviano sin papeles
que había acudido al mitin,
porque un vecino suyo
—el del dúplex del 5º B, otro 'okupa'
venido de los Andes peruanos—
le había asegurado
que habría cerveza gratis
al fin de las arengas
de los politicastros.

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