Ella, agorafóbica de Murcia, y él, claustrofóbico de Pontevedra, tomaron conciencia de no formar parte de aquella tan cacareada como inexistente clase media, cuando, tras veinticinco años de trabajo duro y precario, privaciones y matrimonio, sólo pudieron celebrar, y a duras penas, sus bodas de alpaca.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
2 comentarios:
jajaja la pregunta ante lo que cuentas es ¿ cómo se conocieron ? si ella no podía salir de Murcia, ni él de Pontevedra ... ¿ estaban casados por poderes? jajaja
Muchos besos tb desde Pontevedra pero provincia y sin fobias jaja
Creo, María, que se conocieron, como el claustrofóbico y la agorafóbica del cuento de Benedetti, fornicando en los umbrales. Aunque a estos, al contrario que a aquellos, no hizo falta detenerlos; ya eran esclavos de una sociedad dominada por el silencio del rebaño y la rabia de los perros. Un abrazo.
Publicar un comentario