domingo, 19 de marzo de 2017

Baldío

Quedaron suspendidos en el aire
como dos mariposas
clavadas a un cartón 
después de la zozobra en la galerna.
Reos de la calma chicha
y el salitre incrustado
desde el ala hasta el tuétano,
sus frutos se pudrieron
antes de que la flor y las abejas
engendrasen, promiscuas,
la danza y el poema. 
                                        Y el silencio,
alud de arena y nieve, sepultó, entre el follaje
de los pinos, las heces
áureas que dibujaban, deshaciendo el rocío,
los dedos del crepúsculo.
No quisieron dar nombre
a aquella noche aséptica sin útero ni sangre
por no llamarla muerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La Muerte y el paisaje natural cara a cara