Dios aprieta pero no ahoga. Como los grandes profesionales de la tortura. Aunque, como éstos, también, cuando alcanza sus objetivos, siempre termina por eliminar a sus víctimas, como hizo con su propio hijo, como hace con sus huérfanos, con todos nosotros sus huérfanos, condenados al olvido.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
5 comentarios:
Hace días que paseo por tu blog y admiro tu forma de escribir, hoy me atrevo a dejarte un comentario que si bien es un dicho del director de mi banco el cual contradice el principio de tu éxodo:
"Dios ahoga, pero no aprieta"
Un abrazo.
Hola Rafa.
¿Estamos condenados al olvido? Tú, pese a ser agnóstico, te has acordado de su hijo. Y te acuerdas de muchos más de los otros huérfanos; y yo, y todos...
¿Olvido metafórico, real?
¿Quién o quiénes son los que ahogan o aprietan o torturan?
¿No seremos nosotros mismos?
Los verdugos, los torturadores, los "olvidadores",... ¿quiénes son/somos?
Abrazo delirante.
P.S.: Gracias por tu contribución a mi modesto poema (?). Contigo y los demás, se está haciendo "mayor".
A su Hijo , como hijo, con "enchufe".. no lo eliminó del todo...Resucitó. (no sigo..)
Un beso.
Prece que hemos elegido elmismo tema, el mismo refrán, hoy en mis "miniaturas III", aparece otra versión del mismo asunto.
Un abrazote.
Yo me decanto por uno de los filósofos más insignes que conozco: Guillermo Fesser: Cuando dios aprieta, ahora pero de verdad
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