Buscando un asidero contra el vértigo
Como pez me zambullí en mis adentros;
Y al llegar hasta el centro del vacío
Me encontré con los ojos del espanto.
Unos ojos, como fauces sin alma, que me miran
Fijos,
Ciegos,
Voraces,
Fundidos a lo inmóvil y al silencio,
Seguros
De, al fin, lograr su victoria.
Buscando un asidero contra el vértigo
Me atraparon los ojos del espanto,
Y ya, con su mirada por el cuello,
No alcanzo a vislumbrar efugio alguno.
1 comentario:
Rafa, ahí en esos adentros en donde ralmente uno se enucentra con su ser, el tuyo aún debe vaciarse para volverse a llenar de vida.
Un abrazo
Sandra
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