sábado, 30 de junio de 2007

Ya la luna se esconde

a un sólo paso
se halla el amor

(llueve un légamo viscoso
de aroma a noche cerrada)

Dislexia

De noche me abrazo a tu nombre

Buscándome.

No obstante,

No llego a ser todavía tan estúpido -tú bien lo sabes-

Como para alcanzar a pensar –una cosa es estar loco

Y otra, bien diferente,

Tener un grandísimo agujero

Ocupando el lugar de la cabeza-

Que habiendo entrado yo hace tanto

A formar parte del listado de bajas

-O de tu lista negra, cómo saberlo;

“Caído honrosamente en acto de servicio”,

Puede que algún día, rece mi epitafio”-

Hayas tú de aparecer en la guía de teléfonos

-No digo tú, digo tu nombre-

En negros caracteres sobre blanco

-Nunca, como te dije en tantas ocasiones,

Llegó a gustarme el amarillo-.


Pero, bah!, que más da,

Ha sido tanto tiempo ya desaprendiendo el abecedario

Que no sabría por que letra

Comenzar a devorarte.


Y sigo hambriento,

Ávido por que a las moscas

Les apetezcan mis carnes.

viernes, 29 de junio de 2007

La presa

Me andan

Buscando,

Quieren sumirme en la ciénaga:

Ya tengo el alma de cieno

Y amplias de plomo las alas.


Me están hundiendo:

Tengo fantasmas al cuello

Y de arena la mirada.


(Hay nieve malva en mis venas)


Trato de alzarme en gemidos.

Pero los labios al cielo

Se abarrotan en sus grietas

De la sal de los recuerdos.


Me andan buscando

Las sombras,

Me andan

Buscando las sombras.

Me andan buscando las sombras.


Quejidos gritos jadeos

Hoguera ergástula abismo

Rescoldo exangüe que extingue

Horas cansadas sin brillo.


Me están

Hundiendo,

Quieren que me engulla el légamo.

(Ya me atraparon

Las sombras)


Me están hundiendo,

Ando perdido:

No hay asideros al sur

De este remedo de estigios

(En las garras de la noche

Se amontonan los jirones

Que alimentan al delirio)


Y “no puedo más

De no poder más.”

Oración sin templo

Dame un respiro, vida!
Deja un instante que sueñe
Que es posible la Quimera,
Y en el lecho del olvido
Permíte que así me duerma.
Dame
Un respiro,
Vida.

(La noche en que se murió
la última de las quimeras
llevose el sueño consigo)

Grito oscuro a destiempo



Trueno en la noche
Siempre tan por detrás
De tus relámpagos
.

Nunca sabrás cuanto me alegro

¿Has tratado alguna vez

De matar a la esperanza?

No, ¿verdad?

Pues, ¿sabes?

Me alegro, me alegro

Mucho,

Nunca sabrás cuanto me alegro

Por ti,

Yo que he pasado por ello

Un trance así

No te deseo.

Que la esperanza, no, no es presa fácil

Y cuando al fin la atraviesas

De certeras y agudas cuchilladas

La muy condenada se resiste

Y sangra. Sangra a incontenibles borbotones

Como el más puñetero y jodido de los cerdos

Y su sangre se te hiela en las venas,

En la boca las manos el mañana.

Y te mira la esperanza con el miedo en sus ojos como dagas

Reprochándote sin comprender en su agonía la inmensa Apocalipsis

A la que guía tu mano en su crimen.

¡Si! Son los ojos de la esperanza, cuando agoniza en su amargo tormento,

El mismísimo espanto, espanto de espantos, glaciar, Infierno.

Y sus gruñidos son

Oh sus gruñidos, son, oh, sus gruñidos

Como tañidos, como tañidos, como tañidos y tañidos y tañidos y tañidos

De muerte,

Como alas negras que arañan el cielo

Lanzando a los abismos a los dioses

Con el tímpano roto

Y la fe requebrada sin descanso,

Tañido inclemente de muerte.

Y cuando al fin

La esperanza se rinde y vencida se te muere

Y tratas de palparte los latidos en el pecho

Tu corazón, tu negro y desabrido corazón sin hálito, también

Sangra.

Y el vértigo, un vértigo

Como la última de las estrellas caídas desde el alma en pena de la noche

Te puede y te puede y te puede y tus gruñidos

Son, oh

Son tus gruñidos

Como tañidos, como tañidos

De muerte.

jueves, 28 de junio de 2007

Vómito y arado

A Octavio

Ante la inmensa y maloliente podredumbre que, a la vista o escondida bajo las alfombras palaciegas, anega el mundo, muchos no sienten la nausea, algunos la refrenan, y sólo unos pocos dejan fluir el vómito. De estos últimos surge el material con el que se labra el futuro.

Bestiario (VIII)


(Dionaea muscipula)

No te anuncies!
Ven!

(Hay semillas en tu anuncio
Floreciendo como fauces
Que se alimentan de espera).

Deuda

Aunque siempre te negaste a mis deseos
yo
¡Te debo tanto!

----- (Nadie deviene a las sombras
----- con su destino en las manos,
----- sólo la sangre viajera
----- marca el periplo del hombre,

-----
¡Sangre buscando otra sangre!)

Yo no nací para el verso,
pero tú
me has hecho verso.

Yo era la sangre en la arena
y nací para el apego,
hoy me dispersan las olas
calcinándome sin fuego.

----- (Si al menos me otorgase tu desprecio
----- la daga con que abrir una hendidura
----- por dónde ver al trasluz
----- alejándose tu sombra).



21 de enero de 2007

miércoles, 27 de junio de 2007

El primer beso


Y una lluviosa mañana de octubre,
sintiendo cerca el sabor de la muerte,
yo
he de volver a buscarte.

Y hambriento te rogaré
que no me dejes morir
sin el placer de besarte.

Outlook Express

He borrado

Todos tus correos electrónicos

Pero aun así

No me ha parecido suficiente


De modo

Que he comenzado a patear y patear la oscura caja del “pecé”

Hasta ver todas sus tripas esparcidas por el suelo

Y salpicaduras como fuego coagulándose a voz en grito

Sobre el celeste casi imperceptible de las paredes


Ha sido entonces

Cuando con la delicadeza y la meticulosidad de un microcirujano

Me he dedicado a ir desmenuzando concienzudamente el disco duro

Hasta verlo convertido en millones de minúsculas partículas

De un polvo inerte

Sucio e inapreciable

-¡Cómo latían

A rojísimos borbotones

Las muy condenadas!-


Las he regado después

Pausada y profusamente

Con las más de las más salitrosas de mis lágrimas

Hasta alcanzar un limo finísimo

Desabrido y fosforescente

Que a pesar del inmenso dolor y de sus gritos

He tragado


Y aun así

Sigues “on line”

Metáforas desde Guantánamo (por María Gómez Martínez)



Odiel Información
En su afán sin descanso por encontrar las armas de destrucción masiva que no estaban en Irak, el pentágono decreta que la poesía puede dañar seriamente la salud. La salud de los torturadores. Creen que la poesía puede desordenar el orden mundial y hasta despertar sospechas en las mentes de quienes la leyeren, vieren y entendieren. Por eso hay que quemar los poemas; mejor aún, hay que evitarlos. Un poema en manos de un secuestrado es una bomba de relojería de efectos desastrosos e incalculables; un solo verso nacido de las frustraciones de un apresado ciego puede hacer más daño que una mina antipersona. Y ellos, los verdugos, saben muy bien cuánto duelen las heridas de las bombas, porque en unidad de dolores miden su potencia. Lo que todavía no saben es que la poesía siempre fue consecuencia de la guerra y no causa. La poesía nació muchas veces del dolor y de la muerte y jamás los produjo. Que fue parida en las cárceles en un afán por derribar sus propios muros y que nunca levantó ninguno. Que no hay palabra escrita o cantada que pueda hacer derramar la sangre de las mujeres y la sangre de los hombres y que sin embargo sí se escribieron muchos poemas con esa misma sangre como combustible siniestro e injustificable.

Porque creen los verdugos que un cachito de dignidad puede librarse de los barrotes a lomos de una palabra escrita, les arrancan de las manos los papeles y los lápices, a los presos sin derecho a juicio, a los secuestrados. No están dispuestos a tolerarlo. Porque en el espacio que queda entre el holocausto de Guantánamo y la muerte caben unas metáforas, los encarcelados en la jaula cubana, escogen la vida, y así con un pequeño guijarro (guijarro humilde) han escavado un túnel desde el borde de un vaso de poliespán, tan hondo que les ha llevado hasta la playa. Escribieron palabras peligrosas de auxilio, versos destructores de conciencias, poemas depredadores de justicia. Escribieron todo un arsenal de mensajes al mundo como terapia, como escapatoria urgente y única, como huida sin salir siquiera de la mordaza ni del capuchón de cetrería, sin lápiz ni papel, sin fuerzas, casi sin sangre. Poesía necesaria, para cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, dijo Celaya.

Estos poemas ‘considerados peligrosos para la seguridad nacional’ serán publicados por una editorial estadounidense bajo las miradas de la dura censura militar. Dicen que los zapadores irán acordonando la zona circundante a las librerías en donde se vayan presentando los poemarios, no sea que el efecto colateral de metáforas tan subversivas dañe la ‘paz duradera’. Estamos, pues, a la espera del uso o abuso que de tan triste expresión entre literaria y terapéutica se haga en los estados del norte. Que igual nos encontramos un poema de Jumah al Dossari adornando la fachada de una central nuclear, incluso la fachada de algún campo de concentración o la de una central térmica. Por qué no, ahora que ya se estudiaron a Juan Ramón Jiménez los de Endesa y les han pillado el punto de imagen que da la cosa poética, pues igual hasta patrocinan la traducción al castellano de los poemas de Guantánamo.

María Gómez Martínez

Periplo

Se han anegado los hitos
En la mar que se ha aterrado
Con el alma de los mitos
Sin destino ni pasado.


Del sí n
o sí no del hambre
Por la lila despojada,
Muere un magnolio en la nada
Yermo de arterias exangües.


Del corazón al vacío
Se des-pa-rra-ma la sangre,
Sal y vómito infinito.


(Hielo templado en que arden
Por sus ansias de aquelarre
Los minutos sin designio).

martes, 26 de junio de 2007

Insomnio

“Porque es la única pena digna de ser sufrida

ha de ser una pena de amor que lo desvela”

Juana de Ibarbourou


Llevo un poema de amor en la boca

Tristemente amordazado. Sus versos,

Anhelo que imposible, se desboca

De ausencia, se me van pudriendo inmersos


En una añoranza profunda y loca

-Piélago oscuro que ahoga en perversos

Silencios las esperanzas-. Ya toca

Exangüe la campana como adversos


Presagios, sin que venga en flor un cántico

Nuevo - - a mostrar el sendero franco

Que al fin redima a la ajada azucena


Que de amor, callada muere - - y en luna

Menguante se consume sin fortuna,

Pensando que a pesar, valió la pena.

Brazos cruzados

Y una vez que fui valiente,

Viniste con tu miedo como escudo.

Trémula;


Trémula, trémula, trémula!


Trémula,

Como llama en la vela que se extingue,

Mancha de cera en mis huesos.

lunes, 25 de junio de 2007

Temo acercarme a ti


Temo acercarme a ti.
Tan turbio es este miedo que, salobre,
Se agolpa sin efugio tras el párpado,
Que ciego y conturbado no vislumbro
Los caminos.

Temo acercarme a ti,
Contemplarme en tu límpida mirada
Hallando sólo sombras, la evidencia
De ser sólo un extraño,
Estrago requebrado en tu presencia,
Indescifrable, ausente.

Temo acercarme a ti;
Le temo a derrumbarme si te alcanzo
Hiriéndote la piel con cada esquirla
De ruinas como escarcha desplomada
Que crecen como náusea en mi impotencia.

Temo acercarme a ti,
Quebrar tu corazón con la incorpórea
E inmensa oscuridad de mi reflejo
Vertiendo en estallido sobre el mundo
Mezclado a tus latidos mi veneno.

Quiero acercarme a ti;
Con mi alma desalmada y sin cobijo
Lo requiero.
Pero me falla el ánimo y, perdido,
Me siento herido, exhausto,
Desamparado, roto,
Rendido y sin resquicios
Frente a la hostil, la hirsuta muchedumbre.

Y tengo

Miedo,
Mucho, mucho
Miedo.
Y me alejas,
Te alejo,
Y te alejas,
Me alejo,
Lejos,
Lejos,
A cada instante
Más y más y más
Horizonte.

Diciembre de 2006 - abril de 2010.



Fotografía: Julia Borodina.

La encuesta más mentirosa jamás contada

Bueno, me pasa María este cuestionario tan "cortito" (como las encuestas telefónicas, que te dicen "son sólo cinco minutos", sí, sí, pero de trescientos o cuatrocientos segundos cada uno) y al que, por supuesto no he dudado en mentir como un bellaco en todas y cada una de mis respuestas. Si a alguien le apetece continuar, pues nada, ¡valor!

1- No te cansas de escuchar… Pues, a parte del murmullo de las olas cuando la playa está solitaria, no me cansaría de escuchar a Carmen Linares, Enrique Morente, Fernanda de Utrera, Dulce Pontes, Cristina Branco, Mariza, Pasión Vega, Nina Hagen, Imperio Argentina, Queen (Oh, Fredy!), Carmen París, Clara Montes, Evanescence, María José Fernández, Gianna Nannini, Adriana Varela, Pink, Ojos de Brujo, Javier Krahe, Rocío Jurado, Phill Collins, Lucie Silvas, Cyndy Lauper, Katie Melua, Mala Rodríguez, La Lupe, Morcheeba, Javier Rubial, Chambao, Eva Cassidy… entre otros. Ecléctico que es uno musicalmente hablando. ¡Ah! y la clásica, aunque la escuche poco. Y Camarón y Paco Toronjo.


2.- Podrías ver miles veces como si fuera la primera, y de hecho has visto... Aunque últimamente no veo mucho cine, sin duda Dogville (de Lars Von Trier), Chinatown, Paris-Texas, y Aguirre (La cólera de Dios). Bueno, y algunas más, pero éstas quizá sean mis favoritas.


3.- No soportas ni de lejos... La incoherencia, la guerra, los proxenetas, los corruptos…


4.- Algo que puedes hacer hoy pero que siempre dejas para mañana... De un tiempo a esta parte demasiadas cosas como para enumerarlas.


5.- Un personaje histórico al que hubieses querido estrechar la mano... ¿Cervantes? Su mano izquierda, jajajajajaja (bueno no es cierto que quedase manco en la batalla de Lepanto, aunque eso sí, esa mano le quedó un tanto “perjudicá”). Bueno, ya en serio, creo que a Carlos Marx, no hubiese estado mal.


6.- Una revolución pendiente... Creo que, si no todas, muy pocas revoluciones dejaron de estar pendientes.


7.- Te pasarías horas aspirando el perfume de... El monte mediterráneo y el mar (ya sabéis, con la playita no muy concurrida).


8.- Tu vicio inconfesable es... No tengo vicios inconfesables (¡Pero qué mentiroso, el jodío mico! jajajajaja)


9 - Y el confesable... El puñetero tabaco. A ver si consigo dejarlo un día de estos.


10.- Hubieras querido que te tragara la tierra aquella vez en que... Cada vez que tengo una discusión fuerte con algún ser querido.


11.- Te llaman maniático/a con razón cuando... ¿Me como las uñas de los pies?, je, je. No sé, debo tener unas cuantas manías, pero ahora no caigo. ¡Ah, sí!, tomar la cerveza en vaso de tubo (cuando no lo hago en la botella), me sabe mejor.


12.- Tu peor pesadilla fue aquella vez que soñaste que... Pues no sabría decirlo, pero quiero pensar que soy capaz de darles la vuelta como Stevenson, que una noche que su compañera lo despertó porque tenía una atroz pesadilla, le dijo algo así como ¿por qué me despiertas, no ves que estaba teniendo un maravilloso sueño? Y a partir de él creo “El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”


13.- El sueño del que no querrías haber despertado fue ese en que… No es bueno estar siempre soñando, pues de ser así no podríamos apreciar en toda su grandeza la belleza de ciertos sueños.


14.- Tu paraíso vacacional es... Un buen libro. Me gustaría también visitar Macondo, pero creo, no sé porqué, que va a ser que no. A parte de eso, cualquier lugar de los muchos maravillosos que hay en este mundo, siempre y cuando no sean destinos turísticos.


15- Lo que más admiro en una persona es... La bondad y la empatía.


16.- No me pierdo ni un solo programa de... Me los pierdo todos. No veo la tele más de 30 minutos a la semana.


17.- Aunque te digan que parece que vas siempre de uniforme, la prenda favorita en que te enfundas cada vez que puedes es... ¿La hoja de parra? Jajajajaja. Bueno, en verano pantalón corto y camiseta de tirantes, también tengo una chilaba para andar por casa. En invierno suelo ir con vaqueros para las ocasiones serias y en chándal las informales (Qué poco serio ¿no?).


18.- Valoras sobre todo en tu compañero de blog... Pues no sé… nunca me lo he planteado. Quizá la sinceridad y la ternura.


19.- Y no soportas... La mala leche ni la falta de educación (¡ojo! Qué tengo un concepto de educación muy particular y me encantan los comentarios picantes y subidos de tono que a algunos les horripilan).


20.- Lo que no soportan de ti los que te rodean es... Supongo que muchas cosas, aunque yo soy malo para juzgar, y menos a mi mismo.


21.- Y lo que suelen alabar de ti es... Aidendiaiden (Ídem de Ídem).


22.- Un libro que recomendarías... Vuelo Ciego, de Idea Vilariño, cualquier poemario de Alejandra Pizarnik, de Blas de Otero, Cernuda, Aleixandre y otros muchos. Me encantó “La conjura de los necios”. ¡Ah! Crimen y Castigo.


23.- ¿Hacia qué lado político te escoras...? No me escoro. Permanezco en la izquierda (aunque parezca mentira en estos tiempos donde la izquierda no existe) La derecha busca siempre acaparar en unas pocas manos y la izquierda repartir (cada vez parece más claro, por tanto, que no existe. Bueno, hay excepciones), y yo valoro enormemente la solidaridad.


24.- Tu héroe o heroína de ficción es sin duda... El lobo feroz (es que tengo vocación de mártir, y a éste lo jodieron de lo lindo al final del cuento).


25.- Te encanta perder el tiempo, cuando lo tienes, en... Nunca considero que hacer algo que me gusta sea perder el tiempo.


26.- Creer o no creer, he ahí la cuestión... Aún creo en el ser humano (lo cual no deja de tener su mérito).


27.- Tu frase favorita... la más, la más: "Cogito, ergo sum", que, como todo el mundo sabe, significa “Le cogí lo suyo” (Ella y yo disfrutamos de lo lindo, jajajajaja)

Estiaje

Por aliviarte tú sed
Llené mis manos con agua,
Tú te negaste a beber
Y se colmaron de lágrimas.

Ya no podrán endulzar
Otras bocas, otros labios,
Que en sus manijas de sal
Crece un yermo desolado.

Y en el celeste sin lluvia,
Que mis veneros amputa,
Sed, desprecio, sal y arena
Al olvido me condenan.

domingo, 24 de junio de 2007

Invierno

Sobre el sueño de una noche de estío

Que perdió su almohada en la ventisca

Parida en las fauces de enero, mística

Se abalanza una maraña de frío,


Y el enjambre de abejas que a las flores

Fecundaban en su cópula alada

Se escarcha en cenizas de hielo. Nada

Ha quedado de los verdes rumores


De un agosto de grillos y cigarras

Que murió de abandono entre las garras

Del gélido olvido. ¿Cuánta añoranza


Permite aún albergar el corazón

De la alondra? ¿Volará sin razón

Al quebrarse el muñón de la esperanza?


(Ya en la vigilia son

Los sueños, continuo encabalgamiento

De espanto y de lamento tras lamento.)

sábado, 23 de junio de 2007

Condenación, piedad, condenación!

Ésta es una de esas noches en las que necesito creer, a pesar de ser pocas, con todas mis fuerzas, con las uñas, con las fauces, con los dientes, con todas mis ansias, que son como arena infinita. Una de esas noches en las que la confusión que me asola se espesa tanto, que el vértigo me rodea de vacío por fuera y por dentro y por todas partes y por ninguna. Y miro al cielo y miro y pregunto angustiado por qué, por qué, por qué, por qué! Pero el cielo, como siempre, como nunca al fin, sigue vacío, vacío, vacío. Ésta es una de esas noches en las que necesito encontrar a alguien o a algo a lo que responsabilizar injustamente del sinsentido, del dolor, de las llagas, de la nausea, esta nausea henchida de desesperanza y desconcierto, esta nausea que me hace desear a la locura como el más despechado de sus amantes para descansar en su dulce otredad enajenada. Pero estoy atado sin remedio a la cordura de un desconsuelo, que es la peor de las demencias. Ésta es una de esas noches; una ya de tantas. Y busco a dios en el que nunca he creído. Para maldecirlo sin descanso, para escupirle mi bilis a su ojo sangriento, para orinar mis coágulos agriados sobre todos sus milagros, para blasfemar y blasfemar y blasfemar a gritos hasta quedar afónico por toda una eternidad infinita, para arrojarlo a los infiernos y verlo arder consumiéndose eternamente mientras vomito mi último aliento sobre sus asquerosas cenizas. Pero dios, tan ubicuo, para mí, como siempre, sigue ausente.

viernes, 22 de junio de 2007

Despecho

Qué os podría decir
Mis queridos amigos
Para al fin convenceos
De que es mi sufrimiento
De pura pacotilla;

Jugar con las palabras,
Siempre en clara ventaja,
Por ganar un suspiro
O si acaso una lágrima
-el mayor galardón
al que aspira el poeta-.

No!,
------ no me refiero
A esos altos poetas
De premio y de certamen
Que forman con palabras
Hermosas melodías
Como excelsos castillos
De naipes en el aire
Por ganarse unos cuartos
Con sus almas vacías.

No. Me estoy refiriendo
Al poeta que, impúdico,
El corazón herido,
A la vista de todos,
Arroja contra el suelo.
Y se orina y escupe,
Y se orina y escupe,
Y escupe escupe escupe
Sobre su arritmia roja
Para gritar al viento
Su dolor despechado.

Llorad,
------------- sí, llorad!
Con mis puercas mentiras,
Pero hacedlo con lágrimas
De helado cocodrilo,
Que el infierno me abrasa
Al compás de mis versos
Y estaría de más
Más leña echarle al fuego.

Y después, olvidad!
Que el dolor de un poeta
Nunca gana concursos
Ni merece la pena.

Qué os podría decir,
Amigos, muy queridos
Y confusos amigos,
De este triste y equívoco
Sempiterno aprendiz
De mediocre poeta
Que jamás ha sufrido.

Que os podría decir,
Amigos, mis amigos,
Para al fin convenceos
De todo lo que yo,
Despechado poeta,
No logro convencerme
Por más
------------- que lo intente.

Adelina y los poemas


“Solo el necio confunde valor y precio”
Antonio Machado


Tras más de quince años haciendo casi a diario el trayecto de ida y vuelta entre Huelva y Sevilla, cada día que pasa me resultan más gratificantes las noches esporádicas en las que, habitualmente por motivos de trabajo, me quedo a dormir en la ciudad de la Giralda, y logro así escapar al infierno de la A-49. Y es que, estando ocupado hasta tarde, no me merece la pena volver a Huelva tan sólo para dormir y tener que levantarme de nuevo a las seis de la mañana para hacer otra vez el camino de ida.

Pero lograr evadir la dura mordida del asfalto no es el único motivo que me lleva a agradecer esas noches sevillanas. También está Triana, desde dónde esta tarde de viernes estoy escribiendo estas letras. Aquí viví durante más de diez años, cuando era más joven, y terminé por enamorarme de sus calles y de sus gentes, y soy de esas personas que, una vez que se enamoran, ya lo suelen estar, de un modo u de otro, para siempre; un defecto como otro cualquiera. Así que, en estas ocasiones, aprovecho para pasear por un barrio tan querido y aspirar su singular aroma. Aunque Triana, desde que se pusiera tan de moda y, tal y como denominan los modernos mercaderes no sin grandes dosis de paradoja, “en valor” está comenzando a dejar de ser mucho de lo que era.

Por otra parte, también tengo la oportunidad de conversar con mi buen amigo Carlos, que, amablemente, me permite pasar la noche en su casa. Unas charlas, siempre amenas, en las que se mezclan las confidencias más inconfesables, la literatura y la música, y una visión compartida del mundo, contemplado desde sus esquinas más a la izquierda, así como desde la experiencia de habernos dedicado durante muchos años al campo profesional de la geografía.

Carlos es un adicto casi patológico a esas librerías viejas, que hoy agonizan lentamente, repletas de polvo y libros vetustos y usados, dispuestos sin orden ni concierto sobre apolillados estantes de madera. Allí, entre un polvo de décadas, Carlos rebusca y rebusca hasta encontrar verdaderas joyas de la literatura. Unas joyas que pasan habitualmente desapercibidas hasta terminar ardiendo en la hoguera de las vanidades y de la cada vez mayor mediocridad que, disfrazada con los oropeles del consumo, nos ha terminado metiendo de lleno en una sociedad cuya cultura se va poco a poco hundiendo en las arenas movedizas de lo sucedáneo y la ramplonería. Joyas con sus hojas ocres de un otoño ya sempiterno, pero que atesoran en sus páginas mucha más vida que la que jamás puedan acumular la mayoría de los brotes de plástico y artificio que abundan cada vez con más frecuencia en los actuales jardines de cartón-piedra literarios.

Es a través de estas joyas que Carlos rescata, como yo he gozado del singular privilegio de un nuevo modo de leer y vivir la poesía. Porque un libro de poesía, por muy larga que sea su gestación desde que el poeta copula felizmente con las palabras, hasta que nace en forma de papel impreso, sólo comienza a vivir en el momento en el que se entrega a los ojos de un lector y, mientras más lectores acumule, más rica y fructífera será su existencia.

Últimamente Carlos me ha ido regalando algunas de esas joyas y, entre todas ellas, la que más quilates atesora hasta el momento es un poemario de Juana de Ibarbourou, impreso en Argentina y editado por Espasa-Calpe nada más y nada menos que en 1946. ¡Ahí es nada!, más de 60 años de existencia. Sería imposible encontrar la pista de todos y cada uno de los lectores que le han dado vida, aunque algunos sí han dejado constancia de haberlo acariciado con su mirada, pues es un libro profusamente subrayado con tintas de diferentes colores y épocas, y en cuya primera página figura la siguiente dedicatoria:

“Para Adelina, la primera entre todas. Ramón. 25/6/48.”

Es mera casualidad –y aunque sé que es imposible, ojalá fuese un presagio- pero está a punto de cumplirse el aniversario de aquella fecha en la que quiero imaginar que los poemas de Ibarbourou sirvieron tal vez para que Adelina y Ramón vivieran más tarde una pasión eterna, transmitiendo a sus hijos su amor por la poesía. Porque fue, casi sin duda, Adelina -el tipo de tinta la delata-, la que subrayó innumerables versos a lo largo de todo el poemario. ¿Qué sentimientos -me pregunto- la movieron a hacerlo? Y trato de imaginarlos mientras voy avanzando en la lectura y, a mi vez, añadiendo nuevos subrayados y notas.

¿Por qué subrayó Adelina?: “La soledad se me ciñe / Como una túnica blanda”. O, “Cuando tú quieras silencio / Seré silencio yo misma”. O, “…aquella ardiente alma. // ¡Hay que moldearla en amor, / con un culto emocionado!”. “¡Tambor en mi corazón / en mi pecho resonando!”. “¡Mas me encontraste amarga y en la luz que me inunda, / Todavía no puedo darme entera al milagro!” “Para estar a tono con el matiz de la luz / Me he puesto un vestido color malva.” “Tómame ahora que aun es temprano / Y que llevo dalias nuevas en la mano”. Y así, cientos y cientos de versos, todos ellos relacionados de algún modo con las semillas de un amor presto a ser fructífero, a pesar de algunos pasos atrás, perpetrados tal vez por el desamor y el desengaño, pero sin dejarse –o, al menos, esa es la interpretación que yo he querido hacer- arredrar por las piedras y los baches del camino. Espero, como ya dije, que en cualquier caso, Ramón y Adelina lo consiguiesen por encima del tiempo, las distancias y cualquier otra circunstancia adversa.

Pero, además del de Adelina, a lo largo de poemas y más poemas se puede vislumbrar un subrayado diferente, no ya a pluma, sino con un bolígrafo -signo de que de efectuó en época más reciente- con el que, a veces, se vuelve incluso a subrayar o a enmarcar versos que ya habían sido destacados anteriormente por Adelina.

“Y siento, en la vacuidad / Del cerebro sin sueños, la voluptuosidad / Del placer infinito, dulce y desconocido, / De un minuto de olvido.” Viendo estos versos subrayados por este nuevo lector, y encerrados en un círculo muy, muy marcado, se comienzan a difuminar, para su caso, las buenas esperanzas o vibraciones que tuve para con Adelina y Ramón. Es el subrayado y enmarcado más notable en el libro, que también hago mío con un rotulador rojo, y que denota sin duda una profunda melancolía y desesperanza por algo tal vez ya perdido para siempre.

Y ya apenas puedo albergar duda alguna de tan poco favorable presagio cuando vuelvo a encontrar con el mismo tipo de subrayado: “¡Quién te diera, alma cansada / Y herida por el temor, /Todo un día de silencio / En esta calleja en flor!”.

Y se me derrumba la última esperanza ante un categórico subrayado en los siguientes versos: “¡No pretendas, ahora, que ría¡ / ¡Tú no sabes en qué hondos recuerdos / Estoy abstraída!”

Yo, como ya creo haber dicho, también he ido subrayando los versos que más me han emocionado, por si un día un nuevo lector recrea en su imaginación los posibles sentimientos que me han movido a hacerlo. Pero, entre todos, me quedo con unos que no son de Juana de Ibarbourou, sino, probablemente, del autor del segundo tipo de los subrayados citados, escritos a mano en la última página del libro. Y no lo hago por su mayor o menor calidad, sino por lo hondo que han calado en mis heridas. Dicen así:

“En bajo acento,
tímido y triste, me digo
que el desengaño de ser
tu fiel y persistente amante desolado,
cuanto más se acerca la despedida,
más me agobia,
qué nostalgia más honda me oprime”

¡Mis saludos, poeta! ¡Y toda la suerte del mundo!

Poema de muerte (un poema de Jumah al Dossari)

Tomad mi sangre.
Tomad mi sudario de muerte y
Lo que queda de mi cuerpo.
Tomad fotografías de mi cadáver en la tumba, solo.
Enviádselas al mundo,
A los jueces y
A la gente con conciencia,
Enviadlas a los hombres de principios y mente justa.
Y dejad que carguen con su culpa, ante el mundo,
Por este alma inocente.
Dejad que pese sobre ellos, ante sus hijos y ante la historia,
Este alma inocente destruida,
Este alma que ha sufrido a manos de los "protectores de la paz".


Jumah al Dossari: Arrestado en Pakistán, está en una celda de aislamiento en Guantanamo desde 2003.

Para ampliar información, aparecida en "El País", pinchar aquí.

Como dios

Hay personas que parecen tener el don de la ubicuidad o, al menos, la capacidad para estar en varios lugares diferentes al mismo tiempo. Hasta que un día descubrimos que en realidad no estuvieron en ninguno. Y entonces, dejamos de creer en ellas.

jueves, 21 de junio de 2007

Elucubración precoz

Esta noche en la galerna

Y a merced del desconsuelo

He naufragado en mis sábanas.


Por no ahogarme en la pena

De tu ausencia en mi recuerdo

Me he metido en ti con ansias.


Mas te he sentido Quimera

Derramándome al momento

¡Qué triste orgasmo de lágrimas!

Alas

(Demasiado ruido)

Del rescoldo de un incendio
-Cielo abatido en mis botas-
Llevo las alas ardiendo,
Alas que gritan alzadas
Desde el latido hasta el cieno.
Alas hielo polvo sombra
Llaga celaje sarmiento.
Alas de un humo sin lumbre
Estrechándose en el viento.
Alas diente baba boca
Labio nausea daga espejo
(Con la lengua mutilada
Mordiendo el tímpano ciego
Se hacen cellisca mis alas
¡Cuán estruendoso silencio!)

miércoles, 20 de junio de 2007

Como el brillo fugaz de las luciérnagas

Cómo echo en falta mirarte. Sentir
De nuevo en la pupila la calor
De los murmullos de tu risa fresca,
Y lamer con las puntas de los ojos
Muy suavemente tu dulce ternura;

Verte llegando mañana a mañana,
Sobre el ala de tus huellas, con gozo,
Y entonando tu tan particular
“Qué pasa aquí”, melodía en mi oído
Sonando como el Himno a la Alegría
De Beethoven, cántico de esperanza.

Cómo echo en falta la luz de tus labios,
Esa luz que, como faro a lo lejos,
Me mostraba, entre los bajos de arena,
Los cursos a tu inaccesible playa.

Mas, siempre en mis miradas, el amor
-Ese amor que me arrastraba hasta ti
Cada alborada, venero emergiendo
Como espesa maraña a borbotones-,

Fue anegando de cieno los caminos
Y cerrando por siempre los paréntesis,
Que, entre ambos, le abrimos a la noche,
Como el brillo fugaz de las luciérnagas.

Cómo echo en falta pensar que otra vez
Con el alba, habré de poder mirarte;
Qué esta mirada de amor me ha negado,
De por vida, el volver a contemplarte.

Jaque

tras la torre de marfil
cartón-piedra a duras penas
alzándose en el barro
gimen las ruinas de espanto

martes, 19 de junio de 2007

Y ahora tengo miedo

Y ahora tengo miedo de lo que tanto tiempo, sin esperanza, estuve esperando; que era poco más que nada. Y estoy cansado, muy cansado, cada vez más cansado. Y, por más que lo intento, apenas alcanzo a dormir a ratos. Y hay momentos en los que, fugazmente, la pus de mis llagas parece desvanecerse. Y entonces me siento vacío. Y es peor, mucho peor, que el dolor que, durante tanto tiempo, inundándolo todo, me ha venido acompañando.

Poema mudo

Esta tarde,

Arrastrado en el asfalto,

He imaginado un poema.

Pero al tratar de escribirlo

Ya no sé como expresarlo.

Desconozco su final

O si tuvo algún principio,

Así que, mejor,

------------------------ me callo.


(Como si nunca jamás


En


---- mi


------ vida


-------- hubiese


-------- estado).

Retrospectivo existente (un poema de Miguel Labordeta)

Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.

Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie,
nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.

¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.

lunes, 18 de junio de 2007

(Des)esperando

Después de pasado un tiempo,

Una vez más, la llamó

Proponiéndole un encuentro

A una medida distancia,

Y ella, de nuevo, esperó

Sin la menor esperanza.

Por la blanda arena

Puestas las gafas de sombra,
Hoy he bajado a la playa
Con el corazón descalzo.
Y es que, en los últimos tiempos,
Tiranizan mis latidos,
Los zapatos, y el solar
Resplandor, tan anegado
De oscuros, brilla a desánimo
-Este sol no es el de antaño-.
Sonaba la mar, desierta,
Hastiada, seca, sin hálito;
Como si algún desalmado,
Condenándola al averno,
Le hubiese, de madrugada,
Quitado el tapón de algas.
Postrado sobre la arena,
¡Ay!, me he puesto a contemplar
El rumor tan desolado
De su silencio que, a gritos,
Reclamaba, loco, el eco
De una sirena. Silencio.
Silencio y sólo silencio
Como la única respuesta,
En el horizonte exangüe,
De un ocaso macilento.
Hoy en la playa mis lágrimas
Se han vertido sobre el mar
-Llanto seco sobre el yermo-,
Y me he vuelto para casa
Recordándote, Alfonsina,
Allá en La Perla, descalza,
Con tus latidos desiertos.

domingo, 17 de junio de 2007

La muralla: parar la pobreza (tratando de explicarme a Nicolás Guillén)



“¡Abre la muralla!” “¡Cierra la muralla!” nos transmitió Nicolás Guillén a modo de canto de esperanza. Pero ¿qué nos quiso decir el poeta con su “muralla”? Pues habrá mil interpretaciones, tantas quizá como lectores u oyentes de su poema, musicado de manera genial por Quilapayún. Tantas como muros vergonzosos: el de Berlín, el de Palestina, los de Ceuta y Melilla, el de nuestras malas o buenas conciencias.

Abrir y cerrar murallas, ¿a quién?, ¿cómo establecer –en justicia- los criterios para permitir o negar a alguien el derecho a saltarlas, a derribarlas aunque sea a sangrientas dentelladas? Es probable que algunos, al menos, de los que abominaban del muro símbolo del telón de acero, se muestren hoy complacidos ante la espectacular defensa de los valores occidentales, de la propiedad occidental, de los privilegios occidentales y de la insolidaridad occidental que gloriosamente es perpetrada en las fronteras de nuestras “plazas fuertes” en Marruecos por efectivos militares imbuidos de una elevada sensibilidad humanitaria.

También es probable que nos tranquilice –por salvaguardar nuestro estatus- el enviar si es necesario a lo más selecto de los tres ejércitos a detener la avalancha -excepción hecha de la vergonzante cuota del moderno esclavismo, de la explotación mercantilista de lo que sólo es considerado como mano de obra barata- de los desheredados, de los nadie, esos nadie que lamenta Galeano por costar “menos que la bala que los mata” –pero ¡vale tanto una vida!-. Y que al mismo tiempo hagamos la vista gorda o que incluso nos mostremos complacidos –ya se sabe del poder del dinero- ante la irrupción de jeques y magnates del petróleo, enriquecidos con el sudor y la sangre ajenas, o traficantes de mujeres y armas que han criado su prominente panza a base de especular con seres humanos, con la misma vida.

No, Nicolás Guillén no debía estar hablando de alzar muros para abrir y cerrar puertas al antojo del portero. Porque los muros, por muy buena que pudiera ser la intención de quién los levanta, siempre crean diferentes, siempre ocasionan desigualdades, terribles agravios, la muerte de la ética, la opresión, la guerra, complejos de superioridad colectiva con una probabilidad casi infinita de desembocar en “teologías” sectarias postradas al tótem del superhombre, de una raza suprema con “derecho” adquirido para ejecutar arbitrariamente su auto atribuida dominancia.
“Para hacer esta muralla, / tráiganme todas las manos / los negros, sus manos negras / los blancos, sus blancas manos” ¿Para qué juntar todas, todas las manos con el objetivo de levantar barreras si, al juntarlas todas, no quedará ya nadie a quien abrirlas o cerrarlas? No, definitivamente Guillén no nos estaba hablando de tristes muros construidos con piedras y alambres y salpicados de sangre. El poeta hablaba en realidad de fraguar puentes, de tendernos las manos para estar todos unidos por el objetivo común de la paz y la tolerancia, del amor y la alegría.

Porque para parar la pobreza, el hambre, la enfermedad, la miseria no habrá nunca muralla lo bastante espesa ni ejército suficientemente pertrechado. La pobreza sólo puede ser parada uniendo todas las manos por la esperanza, por la solidaridad, por la justicia.

Y eso no sólo se consigue aboliendo las barreras. Esto, por si sólo, únicamente contribuiría a agravar o, con mucha suerte, a matizar levemente el problema, a lavar de forma deficiente nuestras conciencias, en demasiados casos tan sucias ¡que ni con agua hirviendo!, aunque tal vez ya ni nos avergüencen sus máculas. Hay que ir más allá, creando las condiciones –y esto, con voluntad y asumiendo una renuncia a mucho de lo superfluo que nos esclaviza a los ciudadanos del mundo que llamamos “desarrollado”, es posible- para que cualquier ser humano pueda desarrollarse plenamente como persona, independientemente del lugar o de la clase social en los que haya nacido, para abolir de hecho, de forma real –y no como el falaz narcotizado ensueño en el que nos tienen sumidos la basura y el falseamiento mediático y el burocratismo político de salón- las mismas clases sociales.

No se trata ya de invitar a los desheredados a arrodillarse para recoger las migajas de nuestra mesa, no de invitarlos, en un día anual de puertas abiertas –por ejemplo el 12 de octubre para hacerlo coincidir con la trasnochada celebración de un “Día de la Raza” que conmemora la dominación/sumisión y el colonialismo-, a recoger una constreñida cuota de la fauna fluvial de nuestro coto de pesca, no de venderles una caña de pescar obsoleta a precio de tecnología de última generación. Se trata de enseñarlos o, al menos, permitirles aprender a pescar por sus propios medios, para después compartir con mesura la riqueza de la mar.

Pero hoy, en nuestro privilegio hurtado a otros, no estamos dispuestos a abrir la muralla y, mucho menos, a derribarla. Acaparamos peces pudriéndose en nuestras despensas bajo un grueso candado. Y, en cambio, sí estamos dispuestos a gastar las balas que sean necesarias para arrebatar a “los nadie” lo único que les hemos dejado: sus tristes y miserables vidas, que para nosotros no valen ni el precio de la bala que los masacra. “Tristes guerras / si no es amor la empresa / Tristes armas / si no son las palabras / Tristes hombres / si no mueren de amores…” nos dejó dicho Miguel Hernández, otra víctima de las “murallas”. Parece que hemos aprendido muy poco de la historia, de otros muros, y que estamos dispuestos a continuar sacrificando, prostituyendo hasta el amor y la palabra a cambio de nuestra miseria moral enmascarada por oropeles oxidados.

Pero ningún muro podrá parar eternamente la avalancha de la pobreza que, si insistimos en nuestros errores interesados de usureros y mercaderes, acabará cayendo sobre nuestras cabezas y desparramándose sobre “nuestro” mundo. Apocalíptico realmente.

Así que seamos sensatos, ciudadanos y poderes establecidos o arrogados, y empeñémonos en unir todas las manos como si en ello nos fuera la vida –que quizá así sea- para comenzar a construir esa idea de muralla que nos legó Nicolás Guillén, en realidad un puente extendido sobre la faz de la Tierra hasta el último confín, “desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, bien, allá sobre el horizonte…”


Octubre de 2005
Fotografía de la ilustración: "Puente sobre el Río Negro", de Mario Carvajal.

Junio otoñal

Esta mañana de junio,

Pintado en grises el cielo,

Y con gotas como puños

Golpeando en las ventanas

Que se cerraron a un sueño,

Me trae aromas de octubre

Avivando los recuerdos.


Esta mañana de junio,

Tan atípica en el sur

Como la lluvia salada

Que refleja en mi mirada

Sus cenizas como cieno,

Se ha instalado para siempre

En mi rosa de los vientos.

sábado, 16 de junio de 2007

No son molinos, mi señor. Es la muerte.

Ah si yo fuese Quijote

Para, pasando por loco,

Hacerme un alma de piedra.


Mas tan sólo soy Romeo

Condenado a la cordura

De vivir sin su Julieta;


Preso en molinos de tiempo

Que con aspas afiladas

Hieren mi pecho de ausencia.


Ah mi leal escudero

Vierte en mi cáliz veneno

Que en vida muero sin ella.

Ladridos

“Apenas si una pluma espectral rozará tu frente,

como un presagio del vacío inmediato.”

Vicente Aleixandre.


La noche es siempre multiverso

Ambiguo. Tan sin final ni principio

Que ni en sueños amanece,

Denso espejismo en la bruma

Quebrando astillas de estrellas

-Sutil luminaria sin orto

De abismos gastados-. Aun así, moribunda

Sin el llanto primero, más que sin par

Multiverso. ¡Es tan inmenso el vacío!


Hay noches blancas de hechizos en sangre

Que al leve calor de latidos soñados

Van balsamando en caricia la herida

Que jamás tuvo cura. Y aquelarres de azabache

Sin sombra, danza cruel de oscuros presagios

Sin nombre. Ésta es una de esas

Noches perras. Perra, perra, tan perra,

Que la trémula Luna se esconde

Al auspicio, mortal mordedura,

De ladridos que acallan al vértigo.


Antes, en la sombra de las lilas

Repicando, una ebriedad sin esperanza,

Con la sed como amargo estandarte,

Se ha desplomado lentamente en el ocaso

Aplastando voraz con sus alas de acero

Los dulces vestigios de un sobrio rescoldo

-Breve agonía sin vientos

Que aullando de hielos y espanto,

Sofoca con saña a la estéril

Mandrágora-.


Qué perra perra sigue la noche

Noche tras noche tan perra

Adelantada sin cántico.

viernes, 15 de junio de 2007

Máscaras

La intriga, de James Ensor

“Si esta especie de piel
que me divide del mundo
no fuera tan sutil,
podría aun soportar
el peso de tu cercanía,
el frío del invierno y
mi mudo destino de poeta.”
Silvia Favaretto


Yo no soy uno
Sino muchos
Quién sabe si siete o trece
Y en bastantes ocasiones
Cuando la vida más duele
Llego a ser
------------------ Casi ninguno.


Soy un almario de máscaras
Que se ajustan a medida
Pensando que son mi piel.

¡Pero la piel
es tan débil
tan transparente y osmótica!


Tengo la máscara
De acudir a misa los domingos
(Ésta la usé pocas veces)
Acicalada e hipócrita.


La de número de asfalto en tránsito

(Tan amarga y cansada)
Ya con exceso de kilómetros.


La de sentimientos e ilusiones vanos
Que utilizo en los días de desierto
Sabiéndola de espejismos.


La de roca dura e insensible
Que salió defectuosa
Y nunca me dio resultado.


La de amante fiel y sin fisuras
Aunque se clave en mi rostro
La pasión que ya no existe.


La de infiel y pendenciero
Que nunca ha querido entrar
A otros cauces hasta el cuello.


Otra está formada de silencios
Tan lúgubres como un mármol
Pintada de amor y miedo.


Y también tengo otra que esta hecha de esperanzas
Me la pongo cuando aprieta la tormenta
Aunque a veces no la encuentre en el desorden.


Y llegué a tener un tiempo
(Aún la recuerdo añorante)
Una máscara feliz
Hecha de enormes sonrisas.

Mas se rompió de un suspiro
Y sus esquirlas filosas
Han resquebrajado el resto
Dejando a merced del viento
Cada palmo de mi piel.


Ya sólo piel
Piel sola y translucida
Lívida
Triste
Desvalida
Al albur de la vida
Esperando la muerte.


En resumen:
-------------------- No soy más
Que una gran y patética mentira
Con entrañas abiertas de verdades
Por las cuales se me escapa a borbotones
Toda la sangre malgastada.


(Y tú? Di!
Cuán sólidas son tus máscaras?)


Cuatro de noviembre de 2006

En el corredor

Como desde un principio no hubo la menor duda acerca de su inocencia, todos esperaban que, tras tanto tiempo de esperar sin esperanza, el día en que lo condujesen al cadalso, más tarde o más temprano, terminaría por derrumbarse. Sin embargo, aquel quince de junio, cuando las finas agujas el reloj marcaban las diez horas y veintiséis minutos de la noche, y le fue preguntada su última voluntad por el capellán de la prisión, con gran serenidad y una leve sonrisa dibujada en el rostro, respondió:

- Mi última voluntad, esto que llevo esperando desde hace ya cinco años, cinco meses y veinticinco días, al fin, está a punto de serme concedida.


Cuatro minutos más tarde, tras dirigir una última mirada de agradecimiento al verdugo, finalizó su existencia.


Dicen que ya todo está escrito

Casi todas las cosas que escribo me parecen tan estúpidas, que a veces me da cierto miedo de que alguien, antes que yo, pueda haberlas escrito exactamente igual, y de que se me pueda acusar de haber plagiado la estulticia.

El tamaño no es lo que importa

Montó un circo y le crecieron los enanos. Al poco tiempo había amasado una inmensa fortuna gracias a las donaciones recibidas de las personas bajitas, y de otras que no lo eran en absoluto, que cada día, en mayor número, acudían a verlo para que les aumentase la estatura. No obstante, nunca pudo superar la frustración que le producía no haber logrado en ningún momento que germinase la magia.

Sonetillo y estrambótico estrambote

¿Yo te amé
Y me amaste?
¿No me amaste,
Y te amé?

¿No te amé
Y me amaste?
¿Ni me amaste
Ni te amé?

Si posible
O imposible
Me era igual,

Yo buscaba,
Más que nada,
Tú amistad.

(Y ajada,
Se ha perdido
Sin sentido).

jueves, 14 de junio de 2007

Lo mío no cuenta ¡eh! (Nuestro cadáver exquisito)

El corazón de la alondra escupe fuego

sobre la losa verde del firmamento

pd. un beso

firmamento, ¿por qué estás tan firme ante mi vulnerabilidad estrellada?

tu luz ciega mi razón

Lo mío no cuenta ¡eh!

Que me parece que se ha liado la cosa ... o seré yo que no me entero.

¿debo tenerla?¿la razón se gana?

¡Qué apetencia de vidrios rotos!

rotos entre escarchas de melancolia...

P.D.: Dudu gracias por la visita. Muacks

fríos como glandes de mármol

nauseas de estatuas moribundas

quietas pero intensamente móviles en su interior

agitado por escarabajos carnívoros e inquietos

Ay! Quiénes osan rumiar de nuestras lujurias

bienaventurados los que hacen licor con nuestros fluidos

Paréntesis: La verdad es que esto engancha, es divertidísimo, de lo más interesante, pero se nos va la olla que te cagas, en eso consiste ¿no?. Me mola.

Ríos de saliva estéril floreciendo en el monte de Venus

A Venus llegué sin aliento y resucité con sus dulces y aromáticas aguas.

termales por el calor de tu recuerdo

alguien tendrá que ponerlo todo junto...que no, esto no, lo anterior, Rafa, no te lances.

jajajajaj

un cadáver exquisito ¿no?

Este cadáver está pa' comérselo

Panda necrófilos estamos hechos. El día que nos hagan una prueba de ADN inventan una raza nueva.

Tabaco y tinto de verano

Ya que habremos de morirnos, sea con vicio.

Vicio ... sí, pero der güeno.

¿Es que hay algún vicio que sea malo...? Cuando eso sucede ya no es vicio, sino pecado, y de esas cosas entendemos tan poco los ateos...

Sexo, drogas y bulerías

Ayyayayayyyy, tú el barrio de Triana y mi alma en el lamento.



Bueno, pues aquí está el resultado del "juego del cadáver exquisito". Tras unos cuantos días sin la aportación de nuevos versos, hace un momento he escrito el último y dado por cerrada la experiencia. Y he respetado todo lo que habéis escrito, hasta aquello que vosotros mismos considerasteis en su momento que no formaba parte del juego. Y ¿por qué no? ¿El título? Pues he elegido el texto que me ha parecido más espontáneo de todos. Para conocer a todos los participantes y el desarrollo del juego pincha aquí.

Vía Muerta

He llegado a conocer escrupulosamente los horarios
De partida
De llegada
Los más pequeños retrasos
Como siglos
La suspensión de servicios
Que haya causado un mal tiempo
(Agujas enredadas a los péndulos)
Los bancos
A la intemperie
En paradas intermedias
Desoladas.

He arrastrado sin pudor
Mis huesos osteoporóticos
Por todas y cada una de las estaciones nocturnas
Las abandonadas
A penumbras fantasmales
Las abarrotadas
De viajeros sin destino
Y hasta por ese apeadero derruido
Sin taquilla ni parada programada
Para el tren que desespero
Noctívago como fantasma
En vía muerta.


Ocho de diciembre de 2006


La vigilia del loco

Se desplomó la noche

Sobre el vestigio eterno

De la reina azul de las mariposas


Entre cenizas del canto de un gallo

Cacarea la soga

Bautizada en cenizas


Oh di cómo expresar

Diosa de los celestes

El último misterio en tus señales


Extermina el cántico de las sombras

Y alas de aurora y trino

Dona al pájaro mudo


No uses mal la balanza

Que el cautivo en la noche

Aún merece volar otro crepúsculo


Sin cielo orilla-------------------------

ni horizonte añil

Pero sí en la esperanza de otro sol

En tu cenit

miércoles, 13 de junio de 2007

Aunque esto no es un poema de amor

Aunque esto no es un poema de amor, aunque ni siquiera llegue a ser un pobre y triste poema, hay algunas ocasiones en las que creo verte caminando entre la muchedumbre en algún lugar imposible. Incluso a veces, no sólo es que crea verte, sino que, empujado por un trastornado sexto sentido que me hace sentir, engañado, que te encuentras muy, muy cerca, te busco. Y entonces tú te me apareces como si fueses la fugaz y etérea materialización de un ansiado déjà vu en el futuro más inmediato. E intento gritar con todas mis fuerzas para llamar tu atención, evitando de este modo que te termines perdiendo en la siguiente esquina u oculta entre los humos de los tubos de escape y las prisas de los transeúntes. ¡EH, EH, ESTOY AQUÍ! ¡Espera, te lo ruego! ¡Qué tengo muchas cosas que contarte y algunas preguntas pendientes por hacerte desde siempre! Pero entonces las palabras se niegan a salir de la garganta y se pierde la oportunidad más postrera de que, quebrando el silencio, puedan dar paso una pequeñita y frágil rendija de luz abriéndose entre la espesura de la densa bruma de miedo y desaliento que me brota de las entrañas vacías y todo lo intoxica. Y entonces, tu fantasma… también desaparece. Y aunque esto no sea un poema de amor, aunque ni por un momento aspire a serlo siquiera, al menos me gusta pensar que, pese a que desde un principio siempre se nos fue demasiado tarde, hubo algunas ocasiones en las que pude alcanzar a hacer mucho más de lo suficiente, para que ante ti, aun sin posibilidades de una aurora, hubiese podido llegar a merecerlo.


Y ahora, debes perdonarme. ¡Me acaba de parecer haberte visto pasar de nuevo! ¡ESPERA!, ¿DÓNDE ESTÁS?, espera, espera, espera...

¡Qué viene el lobo!

(Un inocente cuento no apto para tiernos infantes)

“Los líderes mundiales tienen que hacer todo lo posible para emitir una llamada de alerta a nuestras poblaciones. El cambio climático es uno de los grandes retos del siglo XXI”.
Ángela Merkel.


Érase una vez un lejano y cada vez más recalentado país, dominado por un grupo de ocho grandes pastores que hacían y deshacían a su antojo. Cada día, cuando comenzaba a caer el crepúsculo, los ocho pastores, con el objetivo de mantener acojonado permanentemente al rebaño y así poder continuar con sus planes, se reunían y gritaban al unísono: “¡Qué viene el lobo, qué viene el lobo!” Después, su portavoz, en tono solemne, afirmaba: “Pero debéis confiar en nosotros, estamos haciendo día a día todo lo posible para que su ataque sea lo menos pernicioso posible”.

Cómo podréis imaginar, en ese momento, todos los corderos se juntaban muy apretujados en un rincón del redil, donde pasaban toda la noche en vela, sólo pendientes de la posible llegada del lobo, circunstancia que era aprovechada por los ocho pastores para construir por doquier grandes urbanizaciones de lujo y las centrales eléctricas necesarias para surtirlas de la energía que derrochaban, así como enormes autopistas que les permitían acceder rápidamente, en sus momentos de asueto, a los locales nocturnos a donde se iban de putas -y de putos, que en el grupo también había pastoras-, pues era tanta su maldad que era el único y triste sucedáneo al que podían acudir para suplir su manifiesta falta de afectos y de de sentimientos.

Con el paso del tiempo, también comenzaron a desarrollar sus planes en los territorios habitados por los lobos, para lo cual no dudaron en arrasar muchas de las granjas de pollos gestionadas por el Consejo Lupino, las cuales constituían el modo que tenían de procurarse sustento alimenticio tan pavorosas y desalmadas alimañas. De este modo, el riesgo que con cada ocaso proclamaban al viento los ocho pastores, comenzó sentirse entre ellos mismos como más probable e inminente.

Así, se creo el Panel Interpastoril de Riesgo Ubicuo Lupino Inminente (PIRULÍ), formado por los más prestigiosos científicos del lugar, el cual, cada cierto tiempo presentaba al rebaño un informe sobre los efectos, cada vez más preocupantes, que acarrearía la ya indudable llegada de la voraz jauría. Esas solemnes ocasiones eran utilizadas por los ocho pastores para proferir su sempiterno grito de alarma con más fuerza que nunca. Pero en lugar de preocuparse por reforzar los vallados del aprisco, marchaban de nuevo a seguir poniendo en práctica sus malévolos planes de conquista y tierra quemada.

Y así fue pasando el tiempo. Hasta que, una lúgubre noche sin luna ni estrellas, llegó la jauría de lobos y acabó con todo. No obstante, el rebaño, a pesar de saberse el siguiente plato del menú lupino, pudo tener la pequeña satisfacción de ver como los primeros en ser devorados -con una metódica lentitud que no hubiera podido ser igualada ni por el mismísimo Hannibal Lecter- fueron uno a uno, entre gritos y gemidos aterradores, los ocho pastores.

Pero bueno, esto, aunque no chino, no deja de ser un cuento, y el día en que finalmente lleguen los lobos, los ocho pastores se habrán preocupado de establecer suficientemente las medidas necesarias para no ser pasto de las fauces de la jauría o, en cualquier caso –y será lo más probable, que ya lo ha reflejado el PIRULÍ en un informe “Top Secret”-, sólo serlo a los postres.

Y colorín, acalorado… este cuento ha comenzado.

Bésame mucho

Visitando el blog de leuma, he podido leer una interesante entrada que me ha recordado este texto que escribí el 18 de septiembre de 2006.


Quiero, a la sombra de un ala,

Contar este cuento en flor:

La niña de Guatemala,

La que se murió de amor.

José Martí (Versos sencillos)


Cuando Consuelo Velázquez, siendo aún una adolescente, escribió “Bésame mucho”, no podía ni imaginar que ésta sería, si no la que más, una de las canciones más cantadas, más grabadas y más traducidas a otros idiomas de todas las compuestas en español, ni que sería utilizada como banda sonora de un buen número de películas. “Bésame mucho” ha sido interpretada, entre otros muchos, por José Carreras, Los Beatles, Cesária Évora, Linda Ronstadt, Lucho Gatica, Frank Sinatra, Plácido Domingo, Tania Libertad, Los Panchos, João Gilberto, Nat “King” Cole y por aquel muchacho de Memphis que aún sigue siendo “El Rey”. Y, por supuesto, por el sin par Antonio Machín.


No obstante, el rotundo éxito alcanzado por la sencillez de la letra de este, sin duda, maravilloso bolero no debería resultar extraño ni sorprendente. Porque resume a la perfección lo que es el ser humano. No sólo de pan vive el hombre nos dice uno de los refranes más conocidos y repetidos. Y es cierto. Aunque sin “pan” muere el cuerpo, una vez satisfecha esa necesidad básica del organismo, el afecto se impone como la necesidad más importante del alma (entiéndase el concepto despojado de connotaciones de carácter teológico, así como de cualquier tipo de naturaleza o esencia eterna). El ser humano, para serlo, necesita ser emisor y receptor de afectos, pues sólo de este modo puede alcanzar el atributo intrínseco de ser social que lo define y lo dota de la fuerza necesaria para seguir caminando sobre la Tierra, tanto a modo particular, como colectivo. Afectos que se pueden resumir en el sublime acto de un beso, pero que pueden adoptar formas casi infinitas: Por una mirada, un mundo, / por una sonrisa, un cielo, / por un beso… ¡yo no sé / que te diera por un beso! que dijera Gustavo Adolfo. Miradas, sonrisas, caricias, abrazos, palabras, o silencios, como símbolo y sustancia de complicidad y empatía, de amor o cariño, en el sentido amplio de estos términos, a la postre, sinónimos.


¿Cuántas obras de la literatura universal, ya en prosa, ya en verso, han sido paridas por la Musa de los afectos, ya sea en la abundancia o en la carencia?, ¿cuántos personajes de leyenda han muerto de desamor o por defender el apego? o ¿cuántos poetas se han dejado escapar la vida por la ausencia del amado o la amada? ¿Se puede morir a causa del desafecto? Sí; aunque en los certificados oficiales de defunción, bien individual, bien colectiva, que también han muerto revoluciones e imperios, puedan figurar otros diversos motivos explicativos como causa del deceso. Muerte del alma y, en ocasiones, en cuerpo y alma.


Se cacarea continuamente que la depresión es la “patología” más extendida del presente. Pero, realmente, ¿no resultaría más lógico pensar que la enfermedad más pavorosa que nos asola es la falta de afecto, y que, más que en causas meramente psicológicas, hunde profundamente sus raíces en condicionantes de carácter social? Vivimos en un mundo donde priman la competitividad frente a la cooperación, el “divide y vencerás”, y el triunfo entendido como la derrota y el fracaso de los demás en lugar de como el progreso de todos, y, en un contexto como éste, es imprescindible la atrofia de los afectos para el fortalecimiento del sistema sobre las ruinas sociales. En un ambiente tan sumamente hostil para la esencia del ser humano, la mayoría de los individuos subsisten con sus afectos muy contados, precarios, pendientes de un hilo, y cuando ese hilo se rompe quedan completamente aislados, solos, desamparados, impotentes… Y de aquí a la depresión sólo hay un paso tan corto que no necesitamos de ningún empujón. Pero, ¿cuál es el verdadero origen de esa depresión? ¿Ese hilo que se rompe o la carencia general de afectos que nos acecha y nos viene siendo impuesta desde antiguo?


No es de extrañar que uno de los objetivos principales de la mayoría de los falsos moralistas y profetas del caos, no sólo de carácter religioso, sino también y principalmente de carácter socioeconómico (por mucho que se enmascaren tras un disfraz urdido con las supuestas palabras de dioses inventados), que pululan por este mundo, pertrechados de caja registradora y afán de poder, sea la castración de los afectos. Cuando el afecto crece, cuando la empatía se universaliza, cuando el ser humano quiere y se siente querido de forma diversa y multi-direccional, y por encima de intereses y absurdos sentimientos de culpa, crece como ser social. Y en este contexto no tienen cabida los proxenetas ávidos por hacer comercio ventajoso y ventajista a cualquier precio. Porque si todos dan y todos reciben, ¿qué razón de ser le queda a la competitividad?


Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez, para que amanezca mañana, que tengo miedo a perderte, para no terminar perdidos, perdiéndonos, en la soledad y en el aislamiento en los que somos una presa fácil y desvalida. Para crecer como individuos y como especie. Tienen tanto valor un beso, una mirada, una palabra de ánimo, en definitiva, la complicidad y la empatía, la cooperación, que no tienen precio. Entonces, ¿por qué llegamos a vender tan caro un abrazo? ¿Por qué tememos que en ese acto de afecto, en el que no hacemos más que ayudar y ser ayudados a crecer, nos sea robado algo? Especialmente, cuando ya hemos sido despojados de casi todo, muchos hasta del pan y el agua.


Amaos los unos a los otros, dicen que dijo alguien. A la vista está que, tras tantos siglos, no ha conseguido demasiados seguidores, ni siquiera entre los que se autoproclaman como generales de sus ejércitos. Hoy prima “hacer la guerra”, y el amor, en el sentido amplio o en el estricto de la expresión, como prefieran, es considerado como una cochinada o una cursilería propia de débiles y fracasados.


Pero bueno, ¿qué voy a decirles yo que no hayan ya dicho eminentes teólogos, psicólogos, sociólogos, filósofos o poetas? ¿Qué argumentos puedo expresar que les ayuden, y me ayuden, a aventurarse-aventurarme a la inmensidad del mar, abandonando la aparente seguridad de su-mi isla desierta? Ninguno. Sin embargo, there’s nothing you can do that can’t be done… All you need is love.


Yo, por si acaso, sigo, cada mañana, esperando que alguien se acerque y me abrace sin motivo, incluso por encima y en contra de posibles motivos, y tratando de encontrar los receptores (que forma tan fea de nombrar a los seres humanos, pero el contexto tal vez lo requiera), que no estén en “stand by” u “off line”, para transmitirles mi sonrisa. O mis lágrimas. Como si fuera la última vez. Irredento, pero cada día con menos esperanzas, para qué negarlo. El enemigo es poderoso y yo, como ustedes, me encuentro dividido, por no decir roto. Besos y abrazos.