Me cisco en el Pueblo de Dios. Ojalá una espantosa tempestad de azufre y fuego, como la que cuenta la leyenda que asoló Sodoma y Gomorra, cayese incesante sobre los demonios que lo conforman, borrándolos de la faz de la tierra para la salvación y el bien de los justos.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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