Dejadlo de una vez, no critiquéis
nunca más a los jueces
de la Una, Grande y Libre
por más que sus sentencias vengan a penetrar
contra su voluntad,
por boca, ano y vagina a la Justicia,
para dejarla luego
llorando de impotencia en un portal
a la espera de que alguien
con toga y con birrete
la culpe y la convierta
de víctima en verdugo
por ser una señora de buen ver y llevar
la túnica tan corta.
Dejadlo de una vez. Y comprendedlo:
son gajes del oficio
que venga el populacho
un día a criticar
lo que no es criticable:
la infalibilidad de nuestros jueces,
sentados como están
a la diestra del Padre.
Así que ya sabéis:
dejad de criticar a nuestros jueces,
porque ellos son, sin duda,
garantes del Estado de Derechas,
heredado del Dios
del Averno del totalitarismo
y el paredón al alba;
y que le vayan dando por el culo
al pueblo soberano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario