La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
lunes, 28 de mayo de 2018
La tolerancia (II)
En este país de todos los fantasmas
del pasado —Tomás
de Torquemada, Queipo
de Llano, Franco, Primo
de Rivera, Millán Astray, Santiago
Matamoros y etcétera— campando
a su antojo y mudando en pozos negros
las aguas subterráneas y veneros,
nos hemos terminado volviendo tan sensibles,
que cualquier opinión que contradiga
nuestros dogmas de fe
—y aquí tenemos dogmas
para todos los gustos, más allá
de asuntos relativos a dioses y tiranos—,
nos ofenden y causan
tal daño que exigimos
que el presunto ofensor sea castigado
—ordalía mediante— con prisión
y, a objeto de evitar su reincidencia,
amputándole lengua y todo atisbo
de pensamiento crítico y cualquier
tentación de futura disidencia
frente al ordeno y mando establecido.
Y en este orden de cosas,
con tanto sentimiento desmedido
a flor de piel sin orden ni concierto,
España entera apesta a Santo Oficio,
verdugos y mazmorras.
Ah, menos mal el fútbol
y sus adinerados rompecueros,
que hoy día aún nos permiten proferir,
sin miedo a ser juzgados
por ello, todo tipo de improperios
a modo de catarsis,
siempre que, antipatriotas, no pitemos
al himno nacional o a la patriótica
versión de Marta Sánchez.
Cuidemos, oh, forofos
de Atlético, Madrid, Betis y Barça,
por tanto de esta válvula de escape,
pues de seguir así
las cosas, cualquier día
nos llevan detenidos y procesan
bajo la acusación
de herir los sentimientos balompédicos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario