miércoles, 30 de mayo de 2018

Crónicas del Régimen (70). De casoplones, mociones de censura y otras hierbas alucinógenas


El Cipote vasco (o PeNe uVe) ha anunciado que estaría dispuesto a respaldar la moción de censura de Pedro Sánchez, si este consiguiese antes el apoyo del resto de formaciones nacionalistas. Así, los de Ortuzar vienen a decir que o Fulanito y Zutanito se muestran dispuestos, antes que ellos, a participar en esta pachanga de descampado de arrabal, o se llevan la pelota pa' casa, que pa' eso es suya, y aquí no juega ni Dios. Tantos años pensando con benevolencia que la cloaca de la política nacional (y nacionalista tanto centrífuga como centrípeta) estaba plagada de mediocres, y ahora venimos a caer en la cuenta del encefalograma plano de gran parte de las ratas que la habitan. Pero, bueno, mantengamos todavía alguna esperanza (que, según los muchos, es lo último que se pierde) en que, pese a tanta estulticia, aún disponemos los pueblos de Esperpentaña de ciertos márgenes de mejora de nuestras condiciones de vida en un futuro contemplado a medio o largo plazo.

Por su parte, el aún presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, ha reconocido, con un desparpajo fuera de lo común, aparecer los papeles de Bárcenas. Bah, pecata minuta. Lo malo, según el susodicho, y habrá que suponer que queriendo hacer mención a las mil y una denuncias, mil y una veces archivadas, contra Podemos al respecto, sería estar "en los papeles de Irán, donde se cuelga en grúas a los homosexuales o se mata a pedradas a las niñas por darse un revolcón con el novio, o donde se asesina a 150 personas por manifestarse en una calle de Caracas..." Ni una mención, en cambio, a los "papeles de Arabia Saudita", esa impecable democracia con las que tantas y tan buenas relaciones comerciales tiene establecidas nuestro Reino, reserva espiritual de Occidente. Tras declaraciones de tal tenor, deberíamos comenzar a olvidarnos de la esperanza, y confiar nuestra suerte a algún inesperado, por improbable, milagro.

Y, por si no queríamos caldo, dos soperas 5XL. Porque el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ha afirmado, sin pestañear ni rubor alguno, que los casos de corrupción no suponen impactos apreciables ni mensurables en asuntos económicos. Impactos que sí podrían tener lugar como consecuencia de la inestabilidad política actual —terminó apostillando. Y se quedó tan ancho. A nadie extrañaría que, tras semejante boutade, comience a resquebrajarse a marchas forzadas nuestra ya escasa fe en los milagros.

Pero la gota que ha venido a colmar los siete océanos, ha sido la parodia de Los Morancos en torno al asunto del chalé de Irene Montero y Pablo Iglesias. O, más que la parodia, las reacciones al respecto por parte de la progresía patria, arremetiendo con encono contra los humoristas de Triana por la ocurrencia. Porque tales reacciones sólo pueden significar que estamos terminando por perder hasta el sentido del humor, que debería ser el más común de todos los sentidos y, más allá de la esperanza, lo último que nos resistiésemos a perder. ¡Qué esperanza ni milagros ni qué niño muerto! Este país de todos los demonios nunca tendrá remedio.

Ya, como mal menor, y sintiéndolo en el alma por la República de Portugal, sólo nos queda esperar que caiga un meteorito del tamaño de la corrupción patria (desconozco si habrá alguno con tales dimensiones en todo el vasto multiverso de Hawking), en algún lugar céntrico de la península, como único método ya factible de limpieza. Pero, ¡ojo!, cuándo digo punto céntrico, y con esto me quiero dirigir a jueces y fiscales patrios de procesamiento y mazo fácil, en ningún caso me vengo a referir al número 13 de la calle Génova, ni a la sacrosanta ciudad deportiva del Real Madrid, ni a institución pública o religiosa alguna. No, de caer, y ojalá no tarde demasiado en hacerlo, que lo haga justo encima del "casoplón" de Irene y Pablo, en alguna de esas muchas ocasiones en las que se comenzará a reunir allí en el futuro, la cúpula dirigente de Podemos con espías venezolanos, iraníes, rusos y procedentes del planeta Mongo, a fin de preparar el advenimiento a la tierra de Ming el Despiadado como profeta del Anticristo.

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