Tras los reveses varios que ha sufrido de parte de la justicia europea, se empieza a rumorear que el título de derecho del juez Llarena venía de regalo junto con el lote de turrones, mantecados, embutidos y vino peleón de una cesta de Navidad que rifaron en una taberna de su barrio hace unas décadas. Incluso se ha llegado a afirmar que el sorteo fue amañado para que el agraciado no fuese otro que el ínclito Llarena solitario. Más que otra cosa porque al sujeto, al parecer, le encantan el turrón de Xixona y las hojaldrinas de Estepa. Pero el asunto no queda ahí; y es que, entre las lenguas más maledicientes de vecindonas de los alrededores de Tabarnia, se ha comenzado a especular con la posiblidad de que Llarena hubiese su plaza de juez en una afamada tómbola, durante una de las fiestas patronales de su ciudad natal. Y otro que come jamón, y otro que come jamón.
Pau de Metatars y Dits, lindo evangelista, y, en ocasiones, feriante itinerante.
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