sábado, 17 de abril de 2010

La hija de Babel


Yo voces.
Yo el gran salto.

A.P.

He vuelto a Pizarnik.
No busco ya en sus versos.
Indago en su locura
Los sones que me empujen
A soterrar mi canto.

* * *

Yo entono mi silencio
Suplicante
En un lugar de estruendos donde el sordo
Travestido es el rey.

* * *

La mordaza y la máscara.
La infame tiranía
De la hija de Babel
Inicua redactora del epílogo
De la hostil partitura
De la página en blanco.

* * *

Del fondo de mi canto crece el miedo
La impotencia lo exhausto.
Oh dios del alarido dame fuerzas
Para el grito y salto
Para el vuelo sin alas
Para el último orgasmo.

3 comentarios:

Alma dijo...

La piedra negra sigue presente, pero que no te arrastre.

Entre tanta locura cuerda te dejo una sonrisa especial.

Un beso

Isa dijo...

A veces siempre,
a veces nunca,
el dejo hace la canción,
la desazón el poema.

Abrazo triste a un poema(ta) enorme, Isa

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“Vivo una muerte viviente, carne cortada, sangrante,
cadavérica, ritmo disminuido o suspendido, tiempo
borrado o abotagado, reabsorbido en la pena”
(Julia Kristeva) ...

Dolo dijo...

Estas letras están empapadas en tristeza, pero "entones" silencios con forma de poema, tu eco te salva.