DESDE Granada subimos hasta Víznar. Vagamos por el borde sombrío del barranco. -¿Dónde?, decíamos. Era el otoño. Los hermanos, las viudas, los hijos de los muertos venían con grandes ramos. Entraban en el bosque y los depositaban en algún lugar, inciertos, tanteantes. ¿En dónde había sucedido? –Lo mataron a él, decía la mujer, pero aquí también mataron a otros muchos, a tantos, a esos que ahora nadie ya recuerda. –Él ya no es él, le dije. Es el nombre que toma la memoria, no extinguible, de todos.
(Víznar, 1988)
De “Fragmentos de un libro futuro”.
2 comentarios:
Y como las cosas sigan así...va a estar muy difícil que recobren su individualidad.
Besos
Cierto, dejó de ser él para convertirse en todos. Y por desgracia, para un juez real que existe y que intenta hacer justicia, le ponen mil piedras en el camino. Como si la mano del viejo dictador siguiera dirigiendo un cruel concierto.
Besos
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