Cae la noche y, oculta entre las sombras,
Destejes con la astenia de un ensueño,
El sórdido sudario, ese hondo piélago,
Sin aire que amortaja tus anhelos.
Mas, pronto, la verdad se alza celeste,
Con garras implacables de quimera,
Tejiendo un desengaño que, amarillo,
Consume tu ala en ciernes de crisálida.
Y asumes que tu nombre no es Penélope,
Que nunca tu morada estuvo en Ítaca,
Y que no hubo jamás una Odisea
Tan triste como ansiar sin esperanzas.
4 comentarios:
Uff Maravilloso, Alas rotas,así las tengo yo, a veces intento arreglarlas, pero al final siguen igual, y es que sin esperanzas..no hay forma.
Besoss
Tal vez Ulises ni siquiera la recuerde.
Eso ya no importa; tanto tiempo olvidada, muerta para su héroe, Penélope, salvo en su memoria, ya lo dio también por muerto.
Tienes razón, llegado a ese punto ya nada importa. Ni siquiera eso.
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