Amanece: ¡Despierta!,
pero mantén los párpados
a cal y canto, asume
-no hay duda- que te va
la vida en ello; el musgo
se hace fuerte a la sombra,
y el espíritu humano,
por mucho que se aferre
a la roca, carece
de raíces. Bebe el jugo
dulciamargo y nocivo
que mana de lo arcano,
a ciegas. Golpe a golpe
deléitate en la náusea
que engendra el laberinto
sin salida ni ovillo
de Ariadna, sin el hálito
tibio del Minotauro
lamiéndote el cogote.
No lo mires, resiste
a esa curiosidad
patológica y palpa
el hedor de la llaga,
sorbe su pus, ¡escucha!,
escucha como late
ansiando el dulce bálsamo
que nace con la muerte
de un dios nunca nacido,
un diablo, un pobre diablo
encadenado al sórdido
azogue del Parnaso.
¡Escucha sorbe palpa huele mete
la cabeza en sus fauces!
Pero nunca la mires
a los ojos. ¡Resiste!
Todo aquel que se afana
en comprender la luz
con los ojos, más pronto
que temprano, de súbito,
se muda en sordociego.
(Musgo petrificado
en los muros del cántico.)
Ilustración: Arnold Böcklin
1 comentario:
La medusa mítica es el destino inapelable de la muerte física, pero hay algomás o quizás no
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