Me gustaban más las mafias clásicas, las de antaño. Ahí, a tiro limpio, a pecho descubierto, ratatatatá, cara a cara. Las de ahora, en cambio, actúan desde la sombra, tirando la piedra sin estar libres de pecado y escondiendo sus asquerosas pezuñas de macho cabrio del infierno; a golpe de calificaciones fraudulentas de deudas soberanas, de leyes y decretos espurios, de sentencias judiciales amañadas. Y nuestros Ness contemporáneos, a su servicio.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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