lunes, 4 de junio de 2012

Relatos verosímiles (37): Diálogo de dos almas en pena (Carlos Parejo)




Él: Cometí de nuevo la torpeza humana de creer que me querías como yo a ti. Cuando, en realidad, me tomabas por el pito del sereno, y mi corazón no es de metal.

Ella: Más de un primer suspiro mañanero y un pensamiento postrero han volado hacia ti. Pero siempre me he visto acorralada por un montón de dudas y manías persecutorias para corresponderte en su justa medida.

Él: Pues no te pedía tanto, ni tenía prisa alguna. Temo más que al hambre hacer daño cuando me apasiono. Y zozobro en un mar de incertidumbre si no me dan dulzura, confianza, intimidad y ternura.

Ella: He pecado de autoritaria, caprichosa, egoísta e insolente. Pero así me han enseñado a ser en esta escuela de la vida. Me ofusco si no soy la estrella principal de la película. Y tengo sed de vampira cuando hablo. Necesito que me escuchen hasta la extenuación.

Él: Amarse es querer conocerse cada día un poco más. Y para eso hay que ponerse en una justa balanza, y dialogar e intercambiar opiniones de igual peso. Volverse adicto a la humildad y la modestia, y situarse en el lugar de los demás.

Ella: Cuando alguien me ofrece sus afectos más tiernos, su posición más frágil, saco a torear a la plaza a mis instintos más sádicos y le zarandeo sin piedad. Creo que es resentimiento, por lo que sufrí. Me han enseñado a ser fría, distante, hermética e impenetrable. Adoro esas fotografías que me muestran altiva y dominante.

Él: La paciencia y la compasión son grandes virtudes para el amor. Enfadarse tan rápidamente y por cualquier tontería conduce no sólo al eterno resentimiento, sino también a la desconfianza y la servidumbre mal entendida.

Ella: Enfadándome tanto me protegí siempre. Solo desde mi torre de soledad, encaramada en una actitud preventiva y vigilante, me siento segura.

© Carlos Parejo Delgado

3 comentarios:

Vivian dijo...

La paciencia, la compasión, y creo que la ceguera.
A veces, la torre de la soledad protege, y otras marea; creo que lo mejor es no asomarse porque el vacío puede ser irremediable.
No sé, digo yo.
Me voy a alimentar a los dragones!
Te abrazo

Anónimo dijo...

Vaya fotito tan curiosa rafaelito

Milena dijo...

Ese pulso muchas veces se produce dentro de nosotros "a dos voces" hablándonos.

Me gusta. Saluditos !