las musas que me asisten son amantes
ninfómanas promiscuas y feraces
-quizás debí más bien decir feroces-
con látigo antifaz y alma de cuero
la sed un precipicio un hecho aislado
una palabra huérfana un silencio
la chispa de una idea sus cenizas
finales sin principio o viceversa
la nada la vigilia un sueño todo
les viene bien por semen para el útero
donde se engendra el monstruo del poema
Ilustración: Karl Lagerfeld
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