perdió su fe postrera en los milagros
al ver con ojos ciegos el prodigio
de una sonrisa impávida apagándose
sumisa en la antesala de la muerte
fue la confirmación del caos
de la ardua fatuidad de la esperanza
fatal pudriéndose en la piel de Lázaro
se hicieron al unísono la luz
la lágrima
. . . . . . . .. . después cayó cayó
cayó callado y turbio el llanto escéptico
mezclándose al hirsuto polvo al fondo
de la ultratumba abierta
luego una flor silencio
suplicando el oscuro milagro del olvido
cayó después la noche iluminándose
de un fuego fatuo efímero y anónimo
preludio del epílogo
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