lunes, 18 de junio de 2012

La maldición



Recuerdo, cada noche, aquella noche
-tendría yo 14 o 15 años-
de lúgubres augurios de la güija.
No les presté atención;
sin duda algún cabrón de aquellos,
con los que compartía alcohol y risas,
movió la copa, artero, en el tablero,
haciéndose pasar por un espíritu,
con la intención pueril de acojonarme.
No volví a recordarlo en muchos años.
Después, tras conocerte y no alcanzar
a hacerte comprender que no era tarde,
supe que aquella broma acabaría,
producto del azar, no del presagio
de un ser del más allá, siendo la hoguera
cercada por la nieve en que ardería
mi espectro desolado en su caída
sin fondo hacia el desierto del olvido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las guijas de entonces han sido sustituidas por los juegos de tornos de hoy