jueves, 26 de enero de 2012

Tribulaciones de una crisálida (XXXV)


Aquel que, a la intemperie, es el espectro de un sueño ajeno muerto, sin nadie que visite su sepulcro, ni alumbre su epitafio con la flor de una lágrima. Aquel que, repudiado, en su alma lleva cautivos los despojos de una rosa, ungidos por la sal de un mar exánime.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Leerte, cuando te desbordas, es algo tan placentero. Bah, que te has quedado hueco después de esto, es POESIA. (Por si alguien te lo pregunta)
Qué bonito, aunque por ahí digan que el poema, en verdad, es todo mentira.
Besos Ra..

Anónimo dijo...

Tus último textos me sugieren a un poeta haciendo su rally Paris Dakar particular por el desierto de Atacama de sus vivencias y recuerdos