le fue dejando signos evidentes
-pesados como roca a hombros de Sísifo-
de que en pos de ella nunca alcanzaría
la calma y el aliento prodigiosos
que manan tras la cima del deseo
por no volver atrás los fue engullendo
como si fuesen migas de pan tierno
y él una audaz gaviota ajena al vértigo
en vez de un pusilánime gusano
lastrado del estigma del desprecio
y al fin sin fin de su periplo estático
quemó sus naves las quemó quemó
sus naves las quemó quemó sus naves
varado entre la espada y la pared
de la gastada arena del destiempo
Ilustración; Sísifo, de Tiziano.
1 comentario:
Mira que es complicadito leerte, primero que voy y tengo que buscar quien es el Sísifo ese, jajaja, y luego leerlo diez veces y aún así no estoy segura de haberlo entendido en toda su magnitud porque escribes tanto encima de los renglones como entre ellos, aiggggg, que cruz!!!, miles de besosssssssssssssssss
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