lunes, 2 de junio de 2008

Y el verbo se hizo estruendo


Ya no habrá más poemas,
Mi verbo
Se ha rendido.
Se ha mostrado tan inmune el silencio,
Tan inmortal en su tan vasto exánime,
Que todas las palabras,
Desgarradas
Con su voz como estrépito,
Se han mudado sangre a gritos muriendo
Sobre un mar sin olvido.

Nunca es cauterio el cristal de las olas.

En la inmensa ebriedad que los devora,
Los mensajes sin lengua que navegan
Dentro de un vidrio al compás de las aguas,
No alumbran en las sombras el milagro
De poder descifrar, frente las náuseas,
El signo de los puntos cardinales.

A veces sucede que, de improviso,
Las gaviotas sobrevuelan su estela
Como anuncio de azules prometidos;
Pero el tiempo se viste en amarillos
Y en ceniza el corazón de los salmos,
Colmando todo verde de espejismos.

Así la deriva
Se hace costumbre
Y una sola palabra sobrevive
Formada de luz rota y de cristales
Que agostan el papel a esquirla y fuego.
Y, entonces,
Ya sólo queda rendirse,
Rogando el don supremo del naufragio.

Ya no habrá más poemas,
Sólo estruendo,
Reflejo de una sed fraguando abismos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh si, claro... dejaras de escribir poemas para empezar a escribir fotonovelas?... aja! estamos listos!!!!
:P
Venga, un poema de esos que hagan saltar chispas...
:)

Besos!

Anónimo dijo...

Hola primazo.

Esto es de lo mejor que te he leído.

Y mira que llevas cosas publicadas aquí.

Exhala dolor y belleza y tristeza y..., ya no digo nada más: que me pongo pedante/pesado.

Y la voz de Camarón.


Abrazo estruendoso.

Anónimo dijo...

Vamos... si tú no escribes más, voy directamente y te pego un bocao, vamos hombre¡¡¡ maravilla lo que has escrito, precioso...
Besos