(Baja la bruma con alas de cuervo
Y, entonces, comprendemos lo que es la soledad)
Tú fuiste
-------------- mi sueño;
------------------------------- ya, sólo insomnio,
Bruma,
----------- tan sólo
------------------------- bruma.
(Versión libre, y conjugada en la primera persona del plural de un tiempo verbal más allá del pretérito, del clásico cuento de la Cenicienta)
Con la tinta encarnada del abrazo
E imposibles promesas en medio del gemido,
Dos cheques en blanco sobre las sábanas
De una apartada pensión sin estrellas,
El uno para el otro firmaron una noche.
Nunca pudo contarse entre sus bienes
Con el aval de una leve esperanza,
Así que bien sabían
Que en sus haberes no constaba saldo
Y que, en los intereses a pagar,
Ya bancarrota serían por siempre.
Y ejércitos de ratas,
Surgidos de quimeras galopantes, acudieron al alba
A reclamar con urgencia lo suyo.
Tuvo aquello, pues, el más alto precio;
Pero ambos perderían la nada que les queda
Por volver de la mano a aquel instante
En que firmaron dos cheques en blanco
No queriendo pensar en la hipoteca
Que al albor se anunciaba.
¡¡¡¡WARNING!!!! Esto es un mensaje de alerta.
Después de que nuestros servicios detectasen
Posibles errores en su funcionamiento
Le referimos que ha sido arrojado
A la papelera de reciclaje.
Asimismo debemos informarle
De que si permanece usted por mucho tiempo
Sumergido hasta el cuello en la puta inmundicia
Puede terminar siendo para siempre
Un puñetero y jodido despojo.
No me entregues
tristísima medianoche
al impuro mediodía blanco.
Alejandra Pizarnik
Con la que está cayendo –y la que se avecina por poniente- y más de media España pendiente de los modelitos exclusivos de botas que se van a calzar cada uno de los aproximadamente veinte millonarios que cuentan en sus curricula con el incomparable mérito de patear un pedazo de cuero con, eso sí, cierto estilo.
A propósito del Plan de Calidad y Mejora del Rendimiento Escolar (Orden de incentivos) del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Cuando todo es ausencia;
Cuando ya se ha dormido
Del cantar la cadencia
Y del pájaro el nido.
Cuando el sol no es lucencia;
Cuando, ciega de olvido,
Se ha borrado la esencia
De un rescoldo encendido.
Cuando ya las estrellas
Sólo son negro duelo
Declinando en querellas.
Cuando el mar sube al cielo,
Sepultando las huellas
Que habitaba el anhelo.
- Buenos días, Andrés. Supongo que ya sabes para lo que te llamo, ese asunto del crédito que tu entidad nos ha denegado sin más explicación.
- Bueno, José Antonio, lo cierto es que ha debido tratarse de algún error informático o de otro tipo. Verás, yo estaba a punto de llamarte en relación a ese proyecto de embalse al que se opone tu partido. Ese en el que, como tú sabes, mi entidad participa en su financiación y espera obtener unos buenos beneficios. Pero, bueno, ya lo hablaremos con más calma. En fin, espero que pronto se resuelvan esos problemas informáticos.
- No me cabe la menor duda de que será en breve, Andrés. Un saludo.
Cual náufrago de un tiempo ya sin hora
Tu barco divisé velas al viento.
Auxilio te rogué, flaco y sediento,
Y, noble, me acogiste, redentora;
Mas yo era sólo vértigo y escora,
Tormenta a barlovento y sotavento
Que, haciendo tu camino turbio y lento,
Pintó tu estela blanca de demora.
Y hubiste de arrojarme a mar abierto,
Cargada de tristeza y de razones,
Pues nunca pude ser faro ni puerto
Ni playa iluminada de ilusiones.
Y habré de agradecerte vivo o muerto
Que esperases a un mar sin tiburones.
Puede que sea la facultad de la palabra el carácter que más nítidamente pueda diferenciar de un animal al ser humano. La palabra como comunicación y contradicción a un tiempo, como vocabulario y Babel. Pero es la capacidad de amar la que lo diferencia de un mineral inerte y sin conciencia de sí mismo, y, tal vez, lo aproxima en su esencia al concepto ideal de los dioses.
Desdicha y suerte,
Albor y sombra,
Amor y muerte,
Voz que me nombra;
Reflejo inesperado que tan sólo
Se alumbra con la luz de otro reflejo,
Efímero espejismo.
Amor y muerte.
Tan poco y tanto:
La vida.
A Manolo Rubiales –echando humo.
A Paco Arroyo
“O Poeta é um fingidor"
Fernando Pessoa
Me traiciono en mis poemas.
Porque el grito y el lamento
No necesitan palabras;
Basta poner en el viento
Toda la sangre agolpada
En el pulmón purulento
Para lograr que entre el aire
Balsamando el sufrimiento.
Me traiciono en mis poemas.
Transmitir los sentimientos,
Que en las vísceras me nacen,
Y que ajeno entendimiento
Pueda descifrar sus claves
Y, cual suyos, acogerlos,
Requiere que yo me afane
Como artesano del verbo.
Me traiciono y me traiciono
Y transformo “ayes” en versos,
Transmutando mi dolor
En dolor del Universo.
Con la rima y la medida,
Con la elipsis y el hipérbaton,
Con anáfora y metáfora,
Con metonimia y retruécano.
Me traiciono pues procuro
Que la arritmia y el estruendo
De mi centro desbocado
Tengan un ritmo de arpegios;
Que mi estrépito es Babel
Que en mi canto traicionero
Obra el fúlgido prodigio
De ser legado sincero.
Hay madrugadas en las que me siento
Igual que si estuviese despidiéndome,
Como si el nuevo día
Tuviese prisa y no fuese a esperarme.
Luego,
------------ cuando por el Este amanece,
Me adentro en los andenes en rüinas
Marchándome eternamente varado
Sobre el polvo de las sillas de plástico
Que agonizan en la sala de espera.
Mira esta herida que limita al Norte
Con el norte para siempre perdido;
Al Este,
----------- con aquella maraña de aguaceros,
Secando las veletas y los páramos;
Con la sangre manchada de sal por el Oeste,
Y al Sur con el mismo mal, sed ahogada,
Eterna marejada sin un abra
Que acoja las estelas en su seno.
Mira sus ansias mordiéndome el pecho,
Como devora el Levante a la calma,
Y dar la vuelta luego por mi espalda,
Clavándose a traición como el ocaso
Se clava en la mirada del otoño.
Mira su nieve metida en mi sexo
Y su tormenta de arena en mis pasos,
Llenándome de ampollas los suspiros
Y de sabañones el alma.
--------------------------------------- Mira
Las olas amarillas que destila,
Sangre eclipsada
---------------------------- de un ensueño roto.
(El fuego de lo oscuro)
Volver a la esperanza.
Andar con paso firme y sin espanto,
La noche sin caminos que lleva hasta uno mismo
Para volver a ser,
Para volver a estar
Y ser de nuevo parte
De lo vivo.
Con el viento en las alas del deseo, volar,
Sin el peso de un solo pensa-miento
Enturbiando las rutas migratorias
Que llevan al origen, hasta el sur,
Ese territorio mágico
Donde, fugaces, germinan los sueños
Cual flor de un solo día,
E inflaman las arenas un instante,
De efímero calor de eternidades.
Volver a la esperanza y al aroma,
La luna y las mareas,
A la aurora,
Antes de que la noche con su manto
Todo lo cubra por siempre de frío.
Volver a la esperanza,
Volver a las cavernas que atesoran
La ardua semilla de la luz primera,
El fuego de lo oscuro.
“Yo no te pido que me bajes
una estrella azul”…
Pablo Milanés.
I
No,
Nada he de alegar en mi defensa.
Soy responsable de desconocer
Mi presunto pecado y, por lo tanto,
Me proclamo culpable.
II
Pero…
Cómo es posible;
No hay en mis manos sangre;
No, dios, están vacías!
CULPABLE, CULPABLE, MÁS QUE CULPABLE!
III
Qué crimen abjurar
Del signo y de la luz de las estrellas,
Renegar de los sueños.
Mas
Es tanto el desafuero en la vigilia!
Tan inicuo el insomnio!
IV
No,
Nada he de alegar en mi defensa,
Sólo ruego la gracia
De lo efímero,
La merced
Del olvido.