domingo, 30 de septiembre de 2007

El doble

Al principio pensó que con el paso del tiempo llegaría a dejar de extrañarlo. Pero día tras día le crecía en la memoria el cáncer de su ausencia. Y se sentía sola y aislada, insoportablemente sola y aislada.

Llegaron a ser tan grandes la desesperanza y el vacío que la embargaban, que, tratando de no extraviarse para siempre al fondo de un abismo de silencios, decidió crearlo de nuevo a partir de la nada. Como a uno más de esos personajes a los que daba vida en sus cotizados relatos.

Lo llamó Mario.

Le creó un apartado de correos desde el que él correspondía, una vez por semana, a sus cartas de amor y deseo. Más tarde, le alquiló un pequeño apartamento en la plaza Zabala, y cada noche le dejaba varios mensajes en su contestador automático. Ni una sola vez dejó él, a la mañana siguiente, de responderle a su buzón de correo electrónico.

No hubo de transcurrir mucho tiempo para que Mario cobrase la vida suficiente como para pasar a ser el alter ego de Julia. Y así eran felices, dolorosamente felices, y, aunque no lograban encontrar el momento propicio para estar juntos, estaban convencidos de que ya nunca podrían vivir el uno sin el otro.

Hasta que una noche, al comprobar los mensajes almacenados en el contestador, no hubo ninguno de Julia. Ni a la noche siguiente.


Enero de 2007

La flor de hielo

Ante la espada de la soledad

Grité de espanto.


Todo era silencio en la noche sin lluvia ni susurros,

Y en esa bruma densa que se agita en los párpados cerrados cuando el recuerdo se vuelve alimaña,

Sonó un eco desconocido,

Espectral y metálico.


Fulgió la sangre estallando ante el golpe de aquel espejo de opacidad sublime

Y cegáronse como arduos misterios los tímpanos por siempre:


Grito suspiro, grito amapola, grito enronquecido de sin mañanas

Ahogado en el azogue,

Grito como la flor en la nieve tardía,

Triste ceniza de hielo sin llama.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Dime como te llamas y te diré de que época vienes


Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión.

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez


Cuando nació Óscar hacía muy poco tiempo que Monseñor Romero había sido asesinado mientras impartía la eucaristía al día siguiente de hacer su llamamiento a los miembros de la policía y el ejército salvadoreño instándolos a la desobediencia ante las órdenes de matar. Los padres de Óscar pensaron bautizarlo con el nombre del mártir de la paz como sentido homenaje. Pero su madre, finalmente, pensó que igual cuando creciese podría no gustarle que lo hubiesen bautizado con el nombre de un muerto. Así que Óscar Arnulfo se quedó sólo en Óscar. No obstante, en la intimidad, había veces en que lo llamaban Arnulfo. Cuando Óscar conoció aquella historia, aún siendo un niño, pidió acudir al Registro Civil para recuperar el nombre que debió llevar desde un principio.

¡Cómo cambian las mentalidades y los tiempos! Hoy a los niños los llevamos a bautizar y les ponemos Ronaldinho o hasta Jennifer López, así con apellido y todo.


Pena capital

Como última voluntad, pidió morir degollado. Pero, en una acto de suma impiedad, sólo le arrancaron las cuerdas vocales.

Eulalia y las mordazas

Aquella mañana se amaneció gris y fría; con una pesadez plomiza que parecía querer sepultarlo todo. Nada más despertar, como cualquier otro día, lo primero que hizo fue recordarlo. Y después se sentó a esperar junto a la ventana. Al fin y al cabo, el año anterior, cuando no iban peor las cosas, él la había llamado para felicitarla. Sabía que en esta ocasión no lo haría, pero aun así estuvo todo el día esperando. Al fin, cuando sonaron las doce de la medianoche, por no asumir que él ya la había dado por muerta para siempre, prefirió engañarse pensando que simplemente lo había olvidado. Y, muda, comenzó a vagar por los pasillos, arrastrando sus cadenas.

Brindis


Sola en la barra del bar,
como borracha perdida
sin apego por la vida,
anoche bebió llorando
cien copas de vino blanco...

Vino triste, vino amargo...

¡A su salud!, por supuesto.

Ilustración: Eve Arnold, "Bar Girl in a Brothel". Havana, Cuba, 1954.

El sueño

Desde que comenzó a tener uso de razón –no queráis saber porqué, pero eso fue algo que sucedió ya casi en el otoño-, quiso entrar, de algún modo, a formar parte de la leyenda; no una leyenda épica y estridente, sino una leyenda íntima y armoniosa como el poema que se escribe en un árbol que sólo habitan dos náufragos. Pero al fin, aquella noche de invierno, comprendió que se había quedado sin tiempo para vivir su locura. Así que puso a sonar la voz de Loreena Mckennitt, la misma canción repetida hasta trece veces en el mismo CD, y se fue a dormir. “...Dreaming, I was only dreaming, I wake and I find you asleep in the deep of my heart, here...”

El pez y la lila celeste

Sigo aquí, entre las olas, marchito.

Aunque mis brazos no se alcen en grito

Para pedir auxilio, sigo aquí,

Naufragando en anhelos sin salida.


A la deriva, a esta tempestad

De ausencias y silencios, sigo atado,

Sin una mísera brizna de viento

Que inflame mi esperanza. Y en la asfixia


De castillos de arena en las arterias

Gime mi aleta caudal confundida

Y hondo salitre me muerde las branquias.


Llevo un anzuelo clavado en los sueños

Como las lágrimas de un dios caído

Y una lila celeste cual mortaja.

Bilis

Gran maldad
Tu desprecio;
Mi orfandad
Gran maldad.
A mi edad
Ser tan necio;
Gran maldad
Tu desprecio.

La represión

De tantas mordazas, estaba cantado que acabaríamos mudos.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Cine mudo



Mi vida ya no es vida. Se parece
A una película de cine mudo
Donde un trémulo actor, triste y desnudo,
Yace en un blanco y negro que “ennochece”

Igual que un hondo abismo. Se adormece
Ahogado el tímpano, se me hace un nudo
En la garganta, y por los ojos sudo
Sol a gritos. Y todo así perece,

El patio de butacas gris, vacío,
Y solo con mi espanto, hastiado río
Como un loco bufón. ¡Luces, acción!

-Tan sólo sombras-. ¡Música maestro!
-Sólo silencio-. Y sigue, atroz, siniestro,
Proyectándose el drama sin guión.


(Septiembre 2007 - noviembre de 2011)

Paradoja

Desde el día en que marchaste,

Sumido en vértigo quedo,

Te busco sin encontrarme.

Sierpe

Tu ala blanca se ha mudado en serpiente
Y viborea. De su antigua seda,
Cual la escama de un monstruo, sólo queda,
Áspero, de lágrimas un torrente

Ardiendo en los párpados. ¡Qué doliente
Rosal harto de espinas! ¡Qué vereda
Salpicada de infiernos! ¡Qué humareda
Amarilla de veneno! –un diente

Ficticio se me clava dentro el alma
Con tu recuerdo-. Ya no tengo calma
Para buscar un antídoto. Sólo

Busco y busco tus colmillos de fuego
A sangre abierta. Úsalos y luego
Deja mi cuerpo en el páramo, solo.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Violeta y el baúl americano

Una historia de supervivencia, esperanza, espíritu de lucha y entrega

“Escribo/ en defensa del reino/ del hombre y su justicia. Pido/ la paz/
y la palabra…”

Blas de Otero.



Cuando Paco Tovar, a través de un programa de Radio Nacional de España, conoció la historia de Manuela Rejas, quedó profundamente fascinado por la sugestiva personalidad y las intensas vivencias que ésta atesoraba en sus 82 años de existencia. Y, persona emprendedora y solidaria donde las haya, decidió que tan fructífera experiencia no merecía perderse en las ciénagas del olvido, que era necesario que alguien nos brindase la oportunidad de conocerla y de recoger el testigo del profundo humanismo, de las ganas de vivir y del amor al prójimo de esta mujer que fue y sigue siendo la primera mujer ilusionista de España, de esta mujer que, llena de vitalidad a su edad, aún sigue ofreciendo ilusión a través de su magia.

Porque la de Manuela es una historia de determinación ante la vida, de rebeldía ante la injusticia, de darse a los demás, de honradez, de ansias de libertad y de espíritu de superación, valores todos que, por desgracia, hemos terminado olvidando en la vorágine de este tiempo a contrarreloj que nos ha tocado vivir y que a marchas forzadas, sin que apenas nos demos cuenta, nos devora.

Manuela nació en el contexto de la España de los años 20 del pasado siglo, un contexto que reservaba a las mujeres el mero papel de esclavas domésticas sin posibilidad alguna de emancipación ni de desarrollarse como seres humanos. Eso lo supo bien pronto Manuela al nacer “en el lugar del hijo” que su familia esperaba y sufrir desde entonces el rechazo y el maltrato de unos padres que nunca llegaron a creer en ella ni a quererla. Pero, a pesar de esa soledad que marcó su infancia, Manuela nunca se rindió ante los continuos reveses que fue recibiendo de la vida ni dejó de luchar en pos de sus sueños. Unos sueños que florecieron en su corazón a la edad de 11 años cuando decidió, ante la burla y la falta de fe de los que la rodeaban, que quería ser ilusionista para repartir magia y esperanza entre sus semejantes. Y así comenzó su continua lucha contra las adversidades, contra la miseria de la guerra y la posguerra, contra el hambre y la pobreza y, ya, en los últimos años de su vida, contra un cáncer ante el que nunca se ha rendido.

Y así, con esa esperanza y espíritu de lucha siempre irredentos, Manuela alcanzó su sueño de ser ilusionista, de hacerse a sí misma hasta convertirse en una persona que va repartiendo ilusión allí donde aparece. Una ilusión que recogió de la maleta de un mago ajusticiado por los fascistas y del baúl americano de Iris -su eterna amiga y mentora, la que la ayudó a convertirse en Violeta, la maga Violeta-, cuyos valiosos contenidos no deberían perderse el día que venga a reclamarla la muerte. Y ese es el objetivo del proyecto de Paco Tovar y de todos aquellos que se han sumado al mismo: que el espíritu solidario, rebelde y vital de Violeta no termine perdiéndose en la maraña del tiempo, porque, en el fondo, todos, de algún modo, llevamos en nuestro interior a una Violeta esperando a que alguien la abone de ilusión para que florezca.

Un proyecto consistente en la realización de un documental, con guión basado en las memorias autobiográficas de Manuela, recogidas en su libro inédito “Anécdotas y vivencias de una ciudadana del mundo”, y con ella misma y sus grandes valores humanos como protagonistas, que comenzará a rodarse el próximo 12 de octubre en Veguellina de Órbigo, el pequeño pueblo de la provincia de León en el que reside Violeta y donde continúa repartiendo su ilusión y su magia de manera desinteresada.

Un proyecto en el que, junto con Paco y entre otros, participan de manera totalmente altruista Rocío González, Luna Baldallo, Eloy Botello, Licinio García, José Manuel Roldán, Oscar Arnulfo González –al que tuve en mis brazos casi recién nacido-, Guillermo Mora, Carlos Ferrer y Carolina Toscano.

Un proyecto serenamente transgresor que da la Paz y la Palabra a Violeta en la esperanza de que con su historia empecemos a desandar lo andado en este mundo que ningunea la experiencia y hace de la tecnología y las –cada vez más pasajeras– modas el sumum de la felicidad. Un proyecto que pretende que recojamos, al menos, parte del testigo que nos ofrece Manuela Rejas, porque si somos capaces de aprender de su espíritu de lucha, de su amor por la vida y al prójimo, de su pacífica rebeldía, estaremos poniendo los cimientos que pueden llevarnos a construir otro mundo posible.

Gracias Manuela, Violeta, gracias Paco, gracias a todos.

Orden de desahucio

Con la lengua de barro
Edificó palabras
Que en precario equilibrio
Amenazan rüina.

(Sangre en la hoguera,
Adobe en las olas,
Cimiento en la ciénaga).

El desahucio inminente
Olvidó los puntales
Del susurro en un eco
Desterrando el silencio.

(Fulgor sin estrellas,
Estancias vacías,
Adagios sin seda).

Con los sueños de trapo
La nostalgia sin llama
Se consume en el frío
De vigilias de espanto.

(Sin olas ni aliento
Mi lengua de trapo
Se ahoga en silencio).

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Tras la pared

Semántica castrada,
diálogos vencidos,
dialectos censurados;

idiomas silenciados,
el léxico rendido,
la voz decapitada;

mensaje amordazado,
quejido reprimido,
epístolas calladas;

palabras cercenadas,
aullido enmudecido,
poemas degollados.

(Tras la pared
--------------------- lengua de mármol).

Revolución negada

Hoy quisiera
(como ayer, como mañana)
germinar unos versos como espada,
arista amputando fronteras
negras de sangre en las playas
y cercenando las manos
a los que guardan con celo
tanta fortuna robada
(martillo
legando herejías,
tijera
contra alambradas).

También
quisiera
(como ayer, como mañana)
transformar cada metáfora
en afiladas esquirlas
contra el corazón protervo
de los puercos que trafican
con los cuerpos, vil carroña,
y se nutren con sangre de burdel
y vísceras que esparce la metralla.

Y, quisiera
(como ayer, como mañana),
por qué no,
decapitar,
sin medida ni asonancias,
a cada falso profeta
que en minaretes o altares especula con las almas
(golpes de seda en el pecho,
guantes de acero que arrasan
con su contrición hipócrita
y derechos de pernada).

Hoy
(como ayer, como mañana)
quisiera ser
desmedida hipérbole, pesada bota de acero
para aplastar las entrañas
de la falsa progresía
que mira para otro lado
tras sus arengas vacías
e ideal de mangas anchas.

Hoy
(como ayer, como mañana)
quisiera
que cada estrofa fuese
barricada,
puño en alto resistiendo,
avanzando,
golpeando a contracorriente,
con saña.

Hoy quisiera
(como ayer, como mañana)
parir, a dolor y sangre hirviente,
un poema monstruoso con que aterrar a los cómodos,
a los cautos,
a los pusilánimes,
hasta a los valerosos;
epanadiplosis tras epanadiplosis
de revolución.

Pero hoy
(como ayer, como mañana)
es bien sabido
(en la Historia se constata)
que la revolución
nunca la hicieron hambrientos.

Y hoy
(como ayer, como mañana)



me faltas.

Mayo de 2006

Magia negra

Loca de amor y remordimientos desde el mismo día en que le dijo que se marchara para siempre, Claudette terminó pensando que sólo con su muerte podría liberarse de las ansias que sentía por buscarlo para pedirle que volviese a su lado. Incapaz de soportar durante más tiempo la angustia que le producía tanta indecisión, justo la noche en que se cumplían dos años desde que propició la ruptura, mandó llamar al hechicero de la aldea y, con todo detalle, le expuso su caso.

- Así que crees que sólo con su muerte lograrás liberarte de tu tormento, que deseas su muerte... Por lo que cuentas yo no estaría tan seguro. Pero si es lo que me pides, que así sea. Pero para realizar mi sortilegio necesito algún objeto que aún te una a él.

Claudette, temblorosa y sin poder evitar una lágrima, le entregó una fotografía de ambos que llevaba entre la ropa y su cuerpo a la altura del corazón, mientras cerraba los ojos para evitar contemplar el macabro ritual que estaba desencadenando.

- Para que surta efecto mi magia, mujer, ha de ser contemplada por tus ojos –dijo entonces elevando la voz y con solemnidad el hechicero.

Tras unos minutos de danza y cánticos que parecían provenir del mismo infierno y que a Claudette se le hicieron interminables, el hechicero alzó su brazo izquierdo y de un golpe seco clavo un diminuto alfiler oxidado en el centro de la imagen del hombre. Sólo un instante después yacía sobre el suelo entre pavorosas convulsiones y alaridos de espanto. Al fin, cuando logró dominar a duras penas su cuerpo e incorporarse, se dirigió a Claudette con voz grave y acusadora:

- ¿Cómo has osado engañarme?, mujer. ¿De dónde has sacado el valor para burlarte de mi magia? ¿Cómo me pides que quite la vida a quién lleva ya dos años muerto? ¿Es que no te das cuenta de que su alma en pena ha estado a punto de arrebatarme todos mis poderes y hasta la misma vida? Desafortunadamente para ti, no ha sido así. ¿Cuál imaginas que será el precio que me habrás de pagar por semejante temeridad?

- ¡No, no es posible! ¿Es que ha caso no me has escuchado cuando te he dicho que sólo hace unos días fue visto merodeando por los alrededores de la aldea? –balbució Claudette colmada de recelo y congoja.

Pero el hechicero, que había iniciado de nuevo su danza y sus demoníacos cánticos, ya no la escuchaba. Y así estuvo bailando y cantando, ante los ojos pavoridos de Claudette, hasta que, tras proferir un espeluznante aullido que parecía salido de las mismísimas fauces de Belcebú, con desdén, arrojó la fotografía al fuego.

- Al fin ambos descansan en paz –se dijo, mientras caminaba por las calles desiertas de la aldea aspirando el fresco aroma de la brisa nocturna y bañado por la pálida luz de las estrellas, y un tanto molesto por haber liberado a Claudette de su tormento cuando lo que pretendía era imponerle un duro castigo.

martes, 25 de septiembre de 2007

Haiku

Tormenta azul
Ahogando singladuras.
Hay calma chicha.

Daltonismo



Quiso pintarle, como despedida, un cielo azul que llegase a expresar todo lo que había sentido, todo lo que aún sentía, toda la grandeza de su amor y de su generosa renuncia. Pero su sangre, como la de cualquier otro mortal, también era roja.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Fatiga ocular

La de los ojos feroces
me devora en la bulimia
que se clavó en sus pupilas.

After shave

Hoy me corté afeitándome
y a borbotones manaba la sangre.
Ya ves, tanto tiempo muerto por dentro
y aun así
-------------- tan henchido de sangre.
Esa sangre que, unas sesenta veces
por minuto, golpea
mis ojos, mi piel, mis manos, mi lengua,
mi alma, mi sexo, mis sienes, mis venas,
la herida que abierta llevo en el pecho
y todo mi ser, de aullidos callados.
Hoy me corté afeitándome
y a borbotones manaba tu nombre.

Soneto de a destiempo

Esta senda sin rumbo paso a paso,
destinada a esa sima del olvido
que transforma en quimera lo vivido
tras la última caída del ocaso,
ha quedado varada en el fracaso
que brotó de un afecto prohibido.

Y condena al silencio su quejido
de fantasma que vaga con retraso
por el tiempo que resta tan escaso
para ser del estigio un sin sentido,

que se queda del llanto poseído,
vertiendo su dolor sobre el parnaso,
por haberse entregado en su inconsciencia
al cadalso que embarga su existencia.

7 de enero de 2007

Nitrógeno

Del sueño, vencido
-¡Qué dulce derrota!-,
Al lecho prendido
Navego entre sombras,

Y al palpar mi sitio
Cuando despabilo,
Sollozan las sábanas
Henchidas de frío.

No quedan rescoldos
Que armen su blancor
De vigores rojos,

Huyó de mi cuerpo
El tibio calor
De ansiados anhelos.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Desde mi infierno

De tu ala, sutil, la caricia

Roza tan fría mis sueños

Que el modo encontrar ansío

Para enviarte al infierno.

Y así olvidarte o que allí

Ardas de pasión conmigo.

Careo

¿Quién es ese de los ojos de espanto

que triste me mira desde el azogue?,

¿qué quiere de mí?, ¿por qué lleva un manto

rojo de sangre?; y este son de albogue

- - yermo que me impide que desahogue

mi llanto, ¿son sus suspiros?, ¿o un canto

fúnebre tras el vidrio?; ¿no hay desfogue

posible que incendie su arduo quebranto,

- - dejándolo en cenizas?; y si apago

de un golpe mortal su rictus cansado,

¿me quebraré en sus pedazos?; y que hago

- - si él fuese la luz y mi alma su sombra,

si al fin fuese yo el que está al otro lado;

¿es que soy alguien si nadie me nombra?

sábado, 22 de septiembre de 2007

D-efectos especiales

A casa cansado

El hombre sin sueños

Llegó aquella tarde.

Estuvo comiendo

Sólo acompañado

Del plato vacío

Y en la soledad

De un par de botellas

De tinto barato.

Más tarde, rendido,

Se fue adormeciendo

Sobre la nostalgia

Del sofá desnudo,

A sus pesadillas

Echando de menos.

Y estaba de nuevo

Igual que los muertos.

No durole mucho

Su amargo descanso

Al hombre sin sueños,

Que otra vez despierto

Se volvió a sentir

Igual que los muertos.

Pero entonces vio

Una mancha roja

En medio del pecho,

Y por vez primera

En bastante tiempo

Se sintió feliz

El hombre sin sueños:

Iba a descansar

Pues su corazón

Había estallado

De latidos vanos

Sangrando a lamento.

Y le dijo adiós

A aquellos fantasmas

Que lo abandonaron

Hacía un infierno;

E hizo testamento

Con la notaría

Del salón desierto,

Y rompió el nocturno,

Escrito de día,

En donde anotaba

Para no olvidarlos

Sus antiguos sueños,

Y gritó encendido

¡Nunca más seré

Igual que los muertos!

Y palpose el pecho

Queriendo probar

El regusto dulce

Del postrer momento,

Y gimió de espanto

Quedando de nuevo

Igual que los muertos

Cuando comprendió

Que era aquella mancha

Salsa de tomate,

El hombre sin sueños.

Y siguió vagando

De noche y de día

Igual que los muertos

Sin sus pesadillas

El hombre sin sueños.

La isla del tesoro

Cuando a tu húmeda isla se le sequen los cauces

Y ese helado zarpazo del invierno perpetuo

A la sangre que late con el ritmo lunar

Le arrebate el aroma…

Cuando el fresco bullir de sus aguas maduras

Como vela se apague, y todos los sedientos

Que hoy ansían saciarse del dulzor de sus frutos

La abandonen por siempre…

Yo, con sal en el alma, seguiré siendo el náufrago

Que aún espera poder cobijarse en su playa.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Por las tablas de tu ley

Esperar sin esperanza

El ungüento que balsame;

Sin esperanza esperar

Que las murallas se inflamen.


Esperar sin esperanza

Melodías que me canten;

Sin esperanza esperar

Ante puertas que no abren.


Esperar sin esperanza

A proseguir adelante;

Sin esperanza esperar

A que la vida no pare.


Esperar sin esperanza

La mirada que me salve,

Sin esperanza esperar

Que la esperanza no acabe.


Esperar sin esperanza

A, entre la noche, encontrarte,

Sin esperanza esperar

A, de mañana, olvidarte.


Esperar con la esperanza

Desangrada, calcinándose,

Como cenizas de octubre

Carcomidas de glaciares.

El nauseabundo aroma de la carne quemada

Nicolai un día, cansado de ser despreciado, de no ser tenido en cuenta, de sufrir la ignominiosa injuria de la marginación de manera permanente y ya sin ninguna esperanza, se prendió fuego en Castellón delante de su mujer y su hijo. Tras un tiempo debatiéndose entre la vida y la muerte, murió. Nadie, ni jueces ni legisladores ni gobernantes ni miembros de las fuerzas de seguridad –o, represivas, según el gusto de cada cual y las circunstancias-, ha tratado de buscar responsables, nadie se ha sentido herido en su sensibilidad ni en su honor, nadie se ha planteado que la desesperación de Nicolai sea el producto de un grave delito, por mucho que no se contemple en nuestro Código Penal, que, antes que éste, debería estar la obligada observancia del código ético.

A Jaume le dio por quemar en Girona una fotografía de Juan Carlos de Borbón y aquellos que se dedican a engordar tragando las inmundicias que abarrotan el pútrido granero de nuestro sistema pseuso-democrático cayeron sobre él como buitres, acusándolo de realizar actos que menoscaban y lesionan la dignidad de la más alta representación del Estado. Y, colmado de perplejidad, no he podido dejar de hacerme preguntas absurdas: ¿Olió ese día en la Zarzuela a carne quemada?, ¿sufrió el Borbón quemaduras de tercer grado?, ¿pasó por la UCI?, ¿vomitaron la reina y los infantes ante el pavoroso espectáculo de unos despojos humanos ardiendo sobre el asfalto?...

En este puñetero país donde los mangantes de cuello blanco campan a sus anchas quemando las ilusiones de tanto marginado, seguimos en las catacumbas de la Historia, seguimos utilizando la ordalía como sistema de administrar justicia, y seguimos haciendo montañas de un grano de arena mientras no prestamos atención al simún que nos devora el poco alma que nos va quedando.

Y en este patético país de señoritingos prepotentes, estirados y babosos que se sienten heridos en la dignidad ajena por minucias –en la propia difícilmente podrían sentirse heridos al carecer de ella-, la comparación de la diferente repercusión de hechos de tal tenor es la prueba palpable de que ahora más que nunca es preciso reformar en profundidad el Código Penal, renovar hasta sus últimos rincones la Alta Magistratura del Estado y, sobre todo, es la alarma que nos alerta de que ya comienza a ser más que urgente el advenimiento de la Tercera República, así como de un sistema político, llámese socialismo o como se quiera, que vele por los intereses y la dignidad del pueblo, de los Jaumes y los Nicolais, en lugar de engordar a tanto parásito que se nutre de la carne quemada de los desgraciados y trata de lavar su poca conciencia queriendo evitar las hogueras virtuales a través de las que lo único que se pretende es tratar de dar salida a la poca libertad de expresión que aún subsiste detrás de las férreas mordazas que nos imponen los voraces guardianes de la involución. Y, cómo no, incluir el noble arte de la fotografía entre las asignaturas obligatorias de la licenciatura de derecho para que los futuros jueces y fiscales sepan distinguir entre una obra del arte fotográfico y un simple retrato sin valor alguno. Por Nicolai, por Jaume, por la Justicia, por el Pueblo, por el Ser Humano, son cuestiones ineludibles.

Duna fija

"Si yo escribo tu nombre en la arena..."
Rosella di Paolo.


En el espacio que va
de tu torre de márfil
a mi castillo de arena
me ha dado jaque una ola
que adelantó su carrera.

Falso gambito

La fiera que me acecha
desconoce que yo
espero ser su presa.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Congestión

Últimamente el atasco

Se vuelve a sobrellevar:

Se sitúa en el lugar

Donde lo hacía hace años;

Ese tiempo en el que tú

Te encontrabas a mi lado,

Y al llegar cada mañana

A aquel cruce de caminos

Que mi aurora fecundaba,

Yo te buscaba entre el tráfico.

Pareciera que, entretanto,

Haya estado todo igual,

Que nada hubiese cambiado,

Pero lo cierto es que algunos

De los accesos de entrada

Han sido remodelados,

Mientras que otros, como tumbas,

Para siempre se han cerrado.

Penélope

Volví la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Blas de Otero.

Con las finas agujas que he templado
bajo el fuego salobre de mis lágrimas
destejo en la noche la triste mortaja
fraguada al trasluz de tu ausencia.

Y oculta tras los visillos
para que no sepa el miedo que soy su esclava
traslado mi mirada al puerto
a la espera del milagro de unas velas
celestes
fondeando al corazón desierto que en cada aurora
vuelve a dar forma con hilos de seda
a mi angustia de esperanza y desaliento.

11 de febrero de 2007.

El trapecista

La mujer pantera estaba triste: cuatro funciones diarias y, el resto del tiempo, exhibida, sólo a cambio de latigazos y cadenas. La mujer pantera parecía estar domada; pero todos en el circo estábamos convencidos de que tras su hierático y frío porte de esfinge negra, muy en el fondo de sus entrañas, bullía agazapada y tempestuosa su naturaleza salvaje. Y esperábamos con impaciencia el momento en que saliese como un volcán al exterior para liberarnos por siempre de las perversidades el infame domador. Pero la mujer pantera estaba cansada de jaulas y una noche, con el sigilo del que sólo son capaces las mujeres panteras y los amantes adúlteros, escapó. El circo cayó en la desgracia y desde entonces, según dicen, con cada ocaso, se comenzaron a escuchar en la jungla unos rugidos como carcajadas, antes desconocidos. Y yo no dejo de aguardar, desolado, a que regrese en la noche, con la esperanza oculta de ser de nuevo devorado.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Fátima espera carta (un poema de Josefa Parra)

Fátima espera carta.
-- Fátima, que no lee,
pacientemente espera aquella carta,
la prometida ("madre, en cuanto llegue...",
"tú busca al escribano...". Madre Sola.
-- Imagina a su hijo en camas suaves,
limpias, tendidas sábanas, su cuerpo
descansando y feliz tras la comida,
quizá tras el amor. Y se sonríe.
-- Fátima no consulta el almanaque,
si semanas o meses. Madre Espera.
Mientras, el cuerpo bello de su hijo
en el lecho de arena de una playa.

El motivo de traer de nuevo a Josefa Parra a este apartado de El sentir de los poetas, no es sólo ni principalmente –y seguro que a Josefa no le importará ser “utilizada” para esto- de carácter poético. El impulso que me lleva a hacerlo es haber conocido a través del blog de leuma (no dejes de leerlo), la existencia de un anuncio “publicitario” elaborado por el gobierno español para la televisión de Senegal con el lema "Miles de jóvenes han muerto. No arriesgues tu vida para nada. Eres el futuro de África", que según nos dicen, de manera hipócrita, tiene el objetivo de contribuir a evitar que se siga produciendo la muerte de los pobres diablos que se aventuran a la fuerza del océano en una triste patera tratando de alcanzar la “tierra prometida”, pero que, en realidad, lo único que pretende es continuar alzando barreras.

Maravillas

A Maravillas
La otra mañana
Le sacaron el corazón del pecho;
Una grave cardiopatía,
Y hubo que intervenirla con urgencia
A poca vida y mucha muerte.
A medida que iba durmiéndose
Tal vez pensaba Maravillas
Que aquél era, quizá, su último sueño,
Y en sus hijos, los nietos, el marido,
La lluvia, las estrellas, los amigos,
Y pudiera ser que también
En que había de volver con sus nuevos
Latidos, para cumplir con aquello
Que le hice prometer
De prepararme a su regreso
Una más de sus deliciosas
Ensaladillas. Mas no se produjo
La maravilla
Ni sucedió ningún milagro;
Y Maravillas se nos fue
Sin nuevos latidos recién nacidos
Y dejando clavado en mi recuerdo
Aquel momento en que, entre lágrimas,
Me aseguró que pronto volvería
Para cumplir lo prometido.

Sin descanso

Le había costado mucho decidirse, dejar de sentir miedo. Pero, al fin, había logrado despejar todas sus dudas. Ya no le quedaba otra salida, aquello era lo mejor, quizás lo único, que podía hacer para acabar con tanta angustia. Pero justo cuando iba a saltar, al mirar hacia el fondo del abismo, se dio cuenta de ya no tenía ni donde caerse muerta. Con el alma plagada de lágrimas, se dio media vuelta y continuó deambulando sin sentido.

Oh, flor de la lila

¿Cómo podríamos respirar y vivir,
si el espacio no estuviese
lleno de alegría y amor?
Blas de Otero


Si supieras de mi espanto. Oh
flor de la lila,
si tú
supieras.

Si supieras de este frío que me embarga cuando pienso que no existes,
del miedo que engendra entender que hasta la nada
se olvida, de como tiemblan mis manos buscando
las huellas marchitas de un pétalo en la nieve,
o del dolor en mi pecho ahogándose en sí mismo,
o del gélido ataúd que llevo a las espaldas,
o de los pedazos de tumba, abierta,
adheridos en mis dientes, de las uñas sucias
creciendo, de mis caídas desde el fondo,
de mi lengua lamiendo el barro

------------------------------------------------------- para nada.

Si tú supieras, oh flor
de la lila, si tú
supieras
que no hay dioses ni demonios a las puertas de mi alma,
si tú lo supieras temblarías
renaciendo de la nada
y uniendo tu hielo al frío –horror
que anidó en un sueño- arderías en mi adentro
arrancándome los miedos
que emponzoñan mis entrañas.

Si tú supieras que tengo, oh flor, sí, oh flor
de la lila,
que tengo un frío de muerte.


4 de febrero de 2007

martes, 18 de septiembre de 2007

El asedio

Dónde exiliamos, dónde,

Tanto inútil recuerdo

De lo nunca vivido;

Tanto llanto emboscado

Tras los gélidos párpados

Por sabernos vacío,

Alas de mariposa rumbo al ocaso, efímeras,

Sin magnolias que acojan

Tanto vuelo cansado,

Tanta desoladora quimera, sin auroras,

Destinada al abismo.

Dónde exiliamos, dónde,

Tanto muerto en los labios,

Dónde el recelo, dónde,

Dónde la duda,

Dónde la amarga evanescencia

Que, hasta el fin de los días,

A dolor nos preside.


Dónde, si sólo somos

Arcángeles caídos,

Plegarias sin altares

Apostatas, infierno, fe sin liturgia…


Dónde.

La sed



Vuelan los nubes
como veneros yermos;
gimen los cauces.

Sol menguante

Cuando irrumpió la sombra,
Sobre la faz del mundo, de improviso,
Un corazón de pájaro, fugaz,
Se desaguó sollozando de espanto.

No esperaba la noche tan temprano,
El vuelo de su fuego sin motivos,
Y, remordiendo el barro,
Como garganta rota,
Confundiose de ocaso, desquiciado.

Más tarde, en la penumbra,
Chorreando despojos y coágulos,
Se hizo charco de sangre moribunda
Entre la alta cizaña,
Sobre el más hondo páramo.

Y al fin, cuando, en su cénit,
Renaciera, cual Fénix, la galaxia,
Sólo quedaban
Yermos,
Mudo canto.

lunes, 17 de septiembre de 2007

A portagayola


A Paco Huelva y Manolo Rubiales
(tanto monta, monta tanto)



¿Por qué los llaman diestros, siendo su "oficio" tan siniestro?

Hilo

Desconozco el origen de este don misterioso
Para urdir la palabra,
Hilo oscuro que labra,
Sobre el telar de un recuerdo espantoso,

Luminosos poemas, bello canto.
Desconozco, por tanto,
Si el germen que lo inspira
Es la luz de una musa o de un dios que me mira

Piadoso. Cuanto tiempo me dará compañía,
Aliviando en su aliento
La angustia que en mitad del pecho siento,

No lo sé. Pero de noche y de día,
En plegaria encendida,
Ruego siga este don que me amarra a la vida.

En blanco

Cada día que pasaba se sentía más ajeno y desconocido; y no dejaba de dudar continuamente sobre qué y quién era y acerca del lugar y el tiempo que pudieran corresponderle. Aquella noche soñó que se encontraba consigo mismo en medio de la calle y pasaba de largo al no reconocerse. Despertó sobresaltado y presa de espanto, y en su pavor pensó que no tenía fotografías recientes que le permitiesen recordarse en el caso de llegar a sentirse totalmente perdido. Se vistió a la carrera y, sin detenerse siquiera a peinarse, se dirigió a toda prisa a un fotomatón cercano. Y allí, cuando, tras unos minutos de angustiosa impaciencia, miró la fotografía, descubrió horrorizado que estaba en blanco.

Recejo

Arde espeso en la isla
un viento a mares,
yace un ala en la orilla
gimiendo espuma.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Sin tregua

Por un mísero instante de ternura

Ando muriendo a chorro,

Y en mi anhelo insatisfecho recorro

El infierno sin alma. La más dura


De las soledades se alza en su espanto

De futuros perdidos,

Sobre la sangre inmóvil sin latidos

Que suena como a muerte. ¡No sé cuanto


Resistirán mis arterias cansadas

La quietud de este frío!,

Hielo, las huellas, mordiéndome impío


Sin dar tregua; tristes albas frustradas

Desde que aquella suave fortaleza

Mudóse en cruel dureza.


(Naufrago en la certeza

de cristales, a mares,

rotos, rotos amares).



Fe

Desde mi ardua increencia,

Hoy, dios, yo te interrogo

Alzando la mirada a las alturas.

Cómo es posible, dios,

Que en la bondad sin límites

Que te atribuyen tus fieles devotos

La fe me hayas negado.

Es que acaso no merezco vivir

Henchido de esperanza,

Creyendo que tras este oscuro abismo

Que me invade de amargas soledades,

Vendrá un amanecer de luminoso encuentro,

Que tú eres luz y vida.

Hoy, dios, dime porqué

No he de creer que este triste dolor

No es más que un tránsito hacia la alegría,

Que estas alas de plomo que me atan

Son sólo la crisálida

Del vuelo de una hermosa mariposa,

Que allá en el firmamento existen las estrellas.

Hoy, dios, que estoy tan solo,

Me acuerdo de ti y te busco en los cielos

Como la última baza de un tahúr desahuciado

Que a mucho tiempo perdió la partida.

Y no te encuentro, señor, no te encuentro.

Y prefiero pensar

Que no es porque me hayas abandonado

Sino porque jamás

Ha existido tu reino.

sábado, 15 de septiembre de 2007

La horda de los gestores (por Trebor Scargot)

La SGAE ha decidido exigir 9.000 euros a la revista Quimera, al interpretar, interesada, pacata y torticeramente, que un artículo publicado en sus páginas les inflinge "daños contra el honor".

Fuente: Rebelión


La horda de los gestores


En realidad va a parecer que no hablo de literatura, pero sí lo estaré haciendo. Si en este país la piratería prácticamente no afecta al mundo de la literatura, es sólo por motivos circunstanciales, prácticos. Haciendo uso de los medios a nuestra disposición, y obviando la posibilidad de leer en pantalla, en términos económicos hoy en día sale casi por lo mismo fotocopiar un libro que comprarlo. De ahí la narcótica sensación de oasis del noble arte de la escritura, aparentemente a salvo de estos desaprensivos malversadores: los piratas. Pero eso en realidad poco importa, porque la extorsión no tiene a un arte por objeto sino al ciudadano, al lector, al consumidor de productos culturales, y éste (como imagino que es su caso, lector disciplinado) unas veces lee libros y otras ve películas o escucha música. Por eso creo que es importante que usted lo sepa: los piratas existen, están ahí fuera, son malos y nos acechan. Su propósito es acabar con el arte, convertirlo en mercancía y traficar con ella. Le daré algunas pistas para que, en caso de toparse con uno de ellos, pueda usted identificarlo y actuar en consecuencia.


Un confuso vínculo une al pirata con el mundo del arte. Si hoy se dedica a chulearlo y chuparle la sangre en nombre de la gestión y la propiedad intelectual, en otros tiempos lo practicó, normalmente con escasa suerte y altas cotas de mediocridad. Luis Cobos o Pau Donés (que sigue en activo, en serio…) serían ejemplos obvios, pero hay otros ex artistas que sí gozaron alguna vez del favor de las musas (no hay más que recordar la preciosa canción que, en su debut, Víctor Manuel le dedicara a Francisco Franco. Lo cierto es que suelen iniciarse en la piratería cuando se les acaban las ideas, o más bien las ganas de trabajar para tratar de tenerlas).


Sus métodos pueden despistarnos, pues no andan por la vida en barco, ni tienen el valor que requiere empuñar una espada. Han abandonado el ron, en favor del CD-Rom, y la bandera de la calavera por otras más discretas y actuales con las siglas de su banda: SGAE, VEGAP, etc.


Han ampliado su radio de acción, colonizando los mecanismos que en otros tiempos ampararon a una especie hermana: los corsarios. En virtud de esta reestructuración jurídica, y gracias a un juego de sobornos estándar, cuentan con el apoyo de las instituciones y sus representantes (muy próximos a ellos en capacidad intelectual y gusto estético), y en una evolución próxima a la de la mafia clásica, ejecutan un poder parademocrático que suele tener la forma de impuestos y normalmente recibe el nombre de canon.


Como los piratas de verdad en su momento, como el telar manual tras la aparición del mecánico, o como la comunicación mediante tambores después de inventarse el teléfono, estos zafios piratas tienen las horas contadas. Y nosotros, por una mera cuestión generacional, asientos de primera fila para asistir a su cochambrosa y ridícula agonía.


Así que, de momento, dejemos que nos sigan extorsionando. Querrá decir que siguen vivos, que todavía tenemos tiempo para asistir a su hecatombe.


Trebor Escargot


Articulo publicado en al revista literaria Quimera, nº 232, sección Kalidoskopia, Pág. 6 y 7.


Ante el cúmulo de despropósitos al que nos tiene acostumbrados la SGAE, del que éste es sólo uno más, no puedo dejar de preguntarme cómo es posible que se sientan heridos en su honor aquellos que no saben lo que es el mismo, porque poco honor cabe atribuir a aquellos que, más que de piratas, deberían ser calificados de añejos inquisidores que, frente a aquellos que tienen el valor para criticar el abusivo y bochornoso diezmo del que alimentan sus estómagos agradecidos y ociosos, alzan la espada de Damocles de la amenaza y el miedo, en un burdo intento por arrojar, al más puro estilo de dictaduras ya por fortuna pasadas, a la libertad de expresión y a los que la profesan a la hoguera de la censura. Y es que a los representantes y alimentados del oficialismo evangélico nunca les gustaron los Cátaros. Cómo sigamos así, en este puñetero país lleno de babosos y cretinos, habrá que cerrar todos los periódicos, todas las editoriales, todas las librerías, todas las tiendas de música, internet y hasta las listas de la compra, no sea que una coma que se les antoje mal puesta, pueda molestar a estos aristócratas de la ociosidad y la estulticia. Pero, entonces, ¿de qué vivirían?


Ilustración: Pintura de Pedro Berruguete en la que aparece el inquisidor Domingo de Guzmán presidiendo una quema de libros "heréticos".

Razón de vida

Si un día muriese de amor

Y tú alcanzases a saberlo…

Cuánta felicidad

Cuánto ansiado descanso

Cuánta y cuánta piedad

Qué dulcísimo bálsamo…

Cuán profunda en su espanto

Tu tristeza.

Pesadumbre

Llevo el alma enlutada

Por tu muerte,

Esta muerte decretada por el tiempo y la distancia,

Aunque tú aún respires,

Aunque aspire tu aroma en los pasillos

A escondidas,

Aunque tú sigas viva para todos

Salvo para este amante desolado

Que no logra enterrarte.

Y así visto de luto

Por tu muerte.

Porque ya no me llamas si estás triste

Ni compartes conmigo tu sonrisa

Ni podemos mirarnos a los ojos

Ni acompañarnos.

Y no puedo más

Que sufrir en silencio

Por tu ausencia,

Por lo que nunca tendré, por el tiempo

Perdido,

Y llevar para siempre este luto en el alma

Por tanto fracaso.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Velo blanco

Me quedo aquí,
junto al mármol.
Tú te has muerto, mas yo
sigo aquí, junto al mármol,
mármol turbio sin hálito
de mi tumba.

El valor

Volver a andar
sobre las ascuas de la noche fría,
que volverá, sin duda,
tan espantosa,
tan brutal y espantosa como el beso
del hálito sin labios de la muerte.

Vuelo bajo

Perverso ciclo
que me eleva y desciende
entre tocar el fondo
y el borde de la ciénaga.

Parálisis

Hay un hermoso proverbio celta que más o menos viene a decir que nuestros pies siempre nos conducirán al lugar en el que se encuentre nuestro corazón. Y así debiera ser. Pero hay ocasiones en las que, por mucho que nos cambiemos de huellas o zapatos, no es posible y, entonces, nunca logramos saber con certeza si es porque nos amputaron los caminos o porque nuestras arterias terminaron por quedar exangües.

Tiran más dos tetas...


No es que yo me considere un lince, pero mucho menos un incauto. Quiero decir que pocas cosas pueden llegar ya a sorprenderme de manera rotunda. No obstante, nunca dejan de suceder cosas que me sumen en la perplejidad más absoluta.

Hace unos días, la modelo argentina Nicole Neumann anunció su intención de desnudarse ante sus paisanos y en público como modo de protestar contra la industria peletera. Haré un inciso para decir que la chica es una auténtica belleza y que, aunque a mí nunca se me ocurriría acudir a un acto de este tipo, ya me gustaría, como admirador que soy de todo lo bello, verla en su excelsa desnudez. Bien, pues, al parecer, en el último instante y un tanto azorada por el tumulto, decidió dar marcha atrás y romper su “promesa”. La reacción en masa de un sin fin de descerebrados -con la escasa materia gris que, siendo generosos, se les puede atribuir, acumulada en los genitales-, fue inusitada, llegando hasta el punto de la creación de un grupo de presión machista denominado “Movimiento Ponete en Bolas Nicole (MPBN)” que, como represalia frente a la tamaña "injusticia" perpetrada por la modelo, la ha amenazado con matar a su perro y hacer una prenda con su piel si aquélla no cumple su promesa antes del 15 de septiembre.

Ante aberración semejante, no nos va a quedar más remedio que dar la razón a las muchas y los muchos que mantienen que la mayoría de los hombres en lugar de pensar con el seso “lo hacemos” con el sexo, e inferir que en esa pérdida perniciosa e inútil de energía se pueden encontrar algunos de los motivos de la "magnífica" marcha de nuestro mundo. Porque, sin duda, si toda esa energía eréctil se canalizara en protestar contra las verdaderas injusticias, contra las promesas continuamente incumplidas de acabar con el hambre, de proporcionar vivienda digna a los ciudadanos o de otras tantas que no terminan de ver la luz, otro gallo nos cantaría.

Aunque yo iría más allá, ni de pensar con el sexo se pueden calificar semejantes algaradas, que, como un elemento más, vienen a formar parte de la incultura del pan y circo que narcotiza a los ciudadanos y desvía su atención de los asuntos de verdadero interés. En ese sentido la modelo no deja de ser un poco culpable y desde ya, y renunciando a la parte de mí que piensa con el sexo, propongo a posibles interesadas e interesados la creación de un movimiento alternativo que podría bien denominarse NNEB: Nicole, nunca en bolas. Snif.

Octubres

Por las calles desiertas de la noche en Trïana
Solitario deambulo aspirando el aroma
Del verano vencido. Una lágrima asoma,
Del recuerdo, cansada, de vivir con desgana,

Del clamor de este otoño prematuro que mana
Aguaceros de octubre. Y se ensancha el idioma
De la lluvia en mi pecho, como amargo sarcoma
Que devora sin freno mi alma en pena pagana.

Y busco por liturgia, de tu nombre, el aullido,
Mas me amorro a tus puertas como el perro rendido
Que, sin dueño y de invierno, va muriendo olvidado.

Porque ya en mi garganta se ajó la primavera
Y tropieza mi fe con la densa trinchera
Que se alzó con la lluvia de un octubre pasado.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Fuego violeta


Hace un siglo que llueve, y en el viento se agotan, como arbitrios sin nombre, las alondras enfermas. Son, inmisericordes, las garras del otoño, que en los sepulcros blancos devoran mi sonrisa. Oh qué amargor de huesos, humeando amarillo, qué espantoso clamor de mudas calaveras, qué dolor de uñas pútridas calcinándose en sombras, cuánto pávido albor, cuántos lirios aullando sobre un vuelo robado.

Con su faz requebrada, vocifera un relámpago, incendiando el crepúsculo. Me atraviesa el rencor, y hambriento en los espejos, de luz evanescente, me abismo en mis suspiros; suspiros temblorosos, que, ajados en sus cauces, la sangre me pervierten. Llevo espinas clavadas como perlas celestes vagando a la deriva, y espuma entre los labios de un mar a borbotones; debe ser que me llama la impiedad a destajo, la noche del viajero sin tiempo ni destino, la voz de los espíritus. Al filo de los salmos, con monótono acento, suenan fúnebres cantos: gemido en los arpegios, acordes de silencio, adagios carcomidos. He llegado a pensar, en el delirio insomne, tener el alma muerta: el ansia semoviente se ha frustrado en la ciénaga, y hierve en mi cerebro un sueño de glaciares.

Vuela como alfileres, pervirtiendo el ocaso, una estela galáctica, y en los altares nacen hechizos monstruosos: brotan, con el incienso, aquelarres sin brujas, bebedizos macabros, partituras de sombras. Oh cuánta penitencia, qué ardor crucificado, cuánto plomo en los nervios, qué infamante calvario.

Serpientes trepadoras que muerden lo pretérito, me escupen a la cara, con trágicos augurios, terribles carcajadas. Necesito quebrar, morder, acuchillar… desgarrar tanto espanto, liberar a esta hiena que recorre mi entraña, como sangre agolpada devorándome a muerte; vomitar tanta nausea de aciagos sacramentos que, sórdidos, me enclaustran. Oh qué otoño marchito, qué impiedad de aguaceros, cuánta y cuánta quimera; oh el vacío en mis manos.

(Como polvo de estrellas, crece un fuego violáceo… y el círculo se cierra).

Lo único cierto

Lo único cierto es que hoy,
Ya tan perdido,
Requiero de tu ayuda más que siempre.

No que me abraces o vengas a verme,
O que dejes que me engañe mientras pienso
Que aún es posible escapar
De mi espesa soledad en tu mirada.
Ni respirar en tu aliento
El aroma a primavera que me falta
O admirar como brotan madrigales bajo el mármol
A tu lado.
Ni tomarme un café
---------------------------- cortado
Con tu sonrisa y un poco
De azúcar color celeste.
Ni la emoción del encuentro
O esa punzada en el pecho
Preñando de desconsuelo
El aire en las despedidas.
Ni que calmes con tu voz
Mis latidos desbocados y confusos,
Ni el vuelo ni el verso ni el cielo ni el alba
Ni que me mientas diciendo
Lo que me echabas de menos
En la ausencia del verano
De una nieve sin invierno.


Lo cierto es que necesito
Que escribas de vez en cuando
Contando que estás mejor
Y que van cicatrizando
Las heridas del pasado.


Sólo así podré sentir,
-Esperanza en la quimera-
Que a pesar de la distancia
Aún
Existo.


(Cómo hacértelo saber

Si no sé donde me encuentro).


Febrero de 2007

el fruto más preciado


hay un huerto pequeño
henchido de humedad
cordial íntimo y fresco
al que acudo a sentir
que aún sigo estando vivo
tras despuntar el alba

y allí cada mañana
permanezco un instante
fugaz y apresurado
más siempre tan intenso
que se me antoja eterno

en un rincón umbroso
y amable que da al norte
inadvertido habita
menudo un arbolillo
entre la generosa
y asaz feracidad
de manzanos granados y cerezos

sé bien que no habrá nunca
de darme fruto alguno
pero igual cada día
me acerco allí a sentirlo

y entonces entristece
y en silencio me dice
¿qué estás haciendo aquí?
¿no ves cuántos manjares
te ofrecen deliciosos
naranjos
avellanos
el almendro?

los unos
cuando junio

los otros
por enero

aléjate a probarlos
¿no ves que yo estoy seco?

mas yo obstinado insisto
y así cada mañana
vuelvo a su lado ajeno
a la fertilidad que anega el huerto

al huerto año tras año
he visto como llegan los inviernos
y un manto que lo inunda de hojas muertas
teñidas de ocres tonos macilentos
y una fragancia hostil a cementerio

mas mi arbolillo
siempre es primavera
y cobija mi espíritu en su sombra
apacible e inmensa
y me anega de flores
de colores insólitos
penetrantes aromas
dulcísimos y agrestes
que dan su luz a mi alma
mortal cada mañana un solo instante
fugaz y apresurado
mas siempre tan intenso
que me hace sentir vivo
que me hace sentir bueno


26 de diciembre de 2005 – 30 de junio de 2010

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Soy… fuego frío

Soy la tristeza violeta que espera

Sumirse en la tiniebla, evanescente,

Fulgiendo en un latido, incandescente,

Como relámpago azul. Soy la cera


Que, sin llama, en la vela se oscurece,

Mordida entre sombras. Ya no merece

La pena desconvocar al lamento

Que traté de exiliar con arduo empeño


-Soy la crisálida de un dulce sueño

Mudada en pesadillas de tormento-.

Soy desengaño, quimera, esperpento,


Autófaga bestia de álgido ceño

Que el ansia de mis fauces no domeño

Y el alma me devoro, cauce hambriento.


Soy un yermo sediento

Que embosca sus arroyos cuando llueve

Por miedo a que la lluvia acabe en nieve.

La maraña

Cuando escuchó sus palabras, lleno de pavor y rabia, trató en vano de verle la cara para poder reconocerlo. "¡No dejes de mirar bajo tu coche, concejal, va tu vida en ello!", le había gritado, en un tono que se le antojó cargado de odio y aspereza, mientras se iba perdiendo entre el tumulto, enfundado en un mono azul. Más tarde, cuando encontró el asfalto manchado de líquido de frenos, lamentó no haber podido saber quien era para mostrarle su agradecimiento.

martes, 11 de septiembre de 2007

Ant-agónico

Como pájaro hacia el sur,

Te inflamas en primaveras

Mientras me absorto de frío

-Vértigo quedo en la espera,

Piel de barro en el abismo-.


Tu boca tendida al sol,

Como ropa recién limpia,

Mientras que yo me repliego

-Soy boreal sin auroras-,

Hecho mordaza, en las sombras.


En tu cristal ya no buscas

La extinción de mi crepúsculo

Pero me embosco en lo oscuro

Cual anhelos entre el láudano.

¿Adónde emigran los cánticos?



-Mi hemisferio es la noche;

--------------------------------------------- Noche astilla / noche blanca-

Inducción

Compartir tu frialdad,
tan brevemente,
fue un cálido soplo
a mis alas de escarcha.

El hijo del fuego

Hermano bastardo del viento,
mientras quede un rescoldo,
conserva su ala.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Cábalas

¿Cómo encontrar el verso que te llegue

si cegaste a tus ojos mis palabras,

y por mucho que ruegue y que te ruegue

mis plegarias te abruman por macabras?


¿Cómo en la mar la ola en que navegue

mi súplica entonando abracadabras,

cual cábala balsámica que allegue

el ruego en mi botella hasta tus abras?


¿Cómo en la niebla el poniente perdido

que empuje a mi velero carcomido

tras tu estela, si tengo alma de plomo?


¿Cómo?, si tengo la lengua cortada,

olas de arena, la magia agostada

y exangüe, jirones por vela … ¿Cómo?

Wakizashi

Rompo el silencio
Y desgarro dos almas.
Voz que se astilla.

Oh quién pudiera
Olvidar la semántica,
Lo que nunca se dijo,
El recuerdo sin alma,
La ansiedad de un anhelo
Insostenible.

Oh quién pudiera
Hablarlo todo ahora…

----------------------------------- O callar para siempre
------------------------------------------- O callar para siempre
---------------------------------------------- O callar para siempre
----------------------------------------------- O callar para siempre…

Arduo silencio.

Silencio atravesando
Vientre adentro.

Lo que seré sin ser

Seré en la distancia las alas varadas,
Las alas varadas que anhelan volar
Y muerden su vuelo de espada afilada ,
De afilada espada de acero mortal.

Seré en la distancia erial y cenizas,
Erial y cenizas que omiten sembrar
Sobre sus rescoldos la celeste brisa,
La brisa celeste que es su palpitar.

Seré en la distancia la rosa que, ajada,
La rosa que, ajada, en su secarral,
Renuncia al rocío que le diera el alma,
Que el alma le diera de aurora otoñal.

Seré en la distancia fragata perdida,
Fragata perdida sin viento ni mar,
Que quiebra su casco y ahogada declina,
Y declina ahogada tus aguas bogar.

Seré en la distancia la boca callada,
La boca callada que el ansia de hablar,
Sin fe prisionera inhuma en mordazas,
Mordazas que inhuman de mármol y sal.

Seré en la distancia la mano tendida,
La mano tendida dispuesta a sangrar,
La que con la herida te entrega su vida,
Su vida te entrega y luego se va.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Vudú

Golpe de polvo.
Entre pecho y espalda
late el vacío.

Corazones de piedra


“Diez inmigrantes mueren al “hundirse como piedras” a 20 metros de una playa canaria.” ABC, 8 de septiembre de 2007.


Hay titulares que, en el caso poco probable de que la tuviéramos, no podrían más que herir gravemente nuestra sensibilidad. Cuando diez seres humanos perecen ahogados en pos de la que creen una vida mejor y más digna, el decir que se hundieron como piedras sólo se puede interpretar como una infamante ignominia póstuma. Como piedras, ¡maldita sea!, entes inanimados sin valor alguno, sin vida, que no sienten, que no sufren, que son indiferentes ante el abismo salado que las engulle porque nunca tuvieron ni tendrán conciencia de la muerte. Leemos el titular e, indiferentes, imaginamos -aquellos a los que aún nos resta un poco de imaginación- que se hundieron limpiamente, sin angustia ni alaridos, y así logramos mantener tranquilas nuestras conciencias; por llamarlas de algún modo. Pero no, esos despojos despreciados de la indecente globalización, ni eran ni se hundieron como piedras. Eran seres humanos -más humanos, sin duda, que aquellos que los podemos llegar a imaginar hundiéndose como meros trozos de mineral inanimado y sin hacer oposición alguna a las fuerzas de la gravedad y de la muerte- y perdieron la vida aullando de espanto, arañando la sal y la espuma en busca de un asidero que les permitiese continuar albergando esperanzas, pensando, tal vez, en que ya no volverían nunca a encontrarse con la madre, la esposa y el hijo a los que, con lágrimas en los ojos, dejaron allá en su esquilmada tierra. No, no se hundieron como piedras, se hundieron luchando inútilmente por su vida. Como piedras son nuestros corazones y, más aún, los de aquellos que se permiten plasmar públicamente titulares tan nauseabundos.

La infamia

“Diez inmigrantes mueren al “hundirse como piedras” a 20 metros de una playa canaria.”

ABC, 8 de septiembre de 2007.


Sube muerta la marea

Y nos escupe a la cara

Fríos cuerpos del delito:

Lívidos

Sin esperanza

Sin aliento ni destino.


Sin coartada

Ni eximente

No podemos ocultar

Las pruebas de nuestro crimen.


Más no se instruye sumario

Que erradique la miseria:

Como la injusticia es ciega

Y no sabe de sentencias

Engorda el rebaño impune

De asesinos sin conciencia.


Escrito el 31 de agosto de 2006. ¿Llegará el día en que esta tragedia deje de estar de rabiosa actualidad?

Despiezado

Aun sangrándome el ayer,

Con infinita paciencia,

Me puse a recomponer

El puzzle de mi existencia;


Desestimando el volver,

Olvidando la carencia,

Empecinado en no ver

Las tinieblas de la ausencia.


Sólo al llegar al final,

Como aciago secarral,

Del arduo rompecabezas,


Pude entrever, desolado,

Que sin su aliento a mi lado

Me faltaban varias piezas.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Cuando todo concluya

“…dame el momento mismo en que todo concluya.”

Alfonsina Storni


Cuando mi pecho se aquiete

Que me acompañes te ruego

Junto a mi lecho de muerte


Bebe en mi aliento postrero

Para que pueda apagarme

De tu boca con el fuego


Para que todo concluya

Sabiendo lo que es el cielo

La tormenta perfecta

(Romancillo triste para una larga campaña electoral)


En campaña electoral,

Entre las olas y el cielo,

Colmado de amarga espuma,

Se nos murió un marinero.

Con su sangre aún caliente,

Desde el lejano Congreso,

Parlamentos Autonómicos,

Y las sedes de gobiernos,

Acudieron plañideras

A figurar en su entierro,

Plañideras bien pagadas

Con sus alas como cuervos.

Y repartieron abrazos,

Mil condolencias y besos,

Esperando regresar

Con los bolsillos bien llenos.

Si un trabajador se hubiera

Matado en otro momento,

A su entierro no acudieran

Ninguno de aquestos deudos,

Que con tantos como mueren

Olvidados en silencio

No habrían tiempo bastante

Para velar tantos muertos.

Terrorismo empresarial

Que estos políticos ciegos

No se atreven a atajar

Por miedo a perder su puesto.

¡Qué macabra cobardía!

¡Qué deshonor tan patético!

De estos cómplices sin alma

Del matador del obrero,

Que se rascan el ombligo,

Sin importarles ni un muerto,

Y en campaña electoral

Se presentan a su entierro.

¡Malditos hijos de perra!

Meted vuestro gesto serio,

Con toda su hipocresía,

Donde os quepa, bien dentro;

Volveos a las letrinas

Y dejadme en mi lamento

Que en campaña electoral

Se me murió un marinero.

Poemario del frío

Un crepúsculo de invierno,

En la escarcha acumulada en tus cristales,

Pintaré mi último verso.


Un poema que dirá

El cantar que no escuchaste

De los coros de mi aliento,


Que mi voz se hizo ceniza

De arder y arder en la nieve

Y se apaga con el viento;


Sólo un verso que dirá,

Deshaciendo a fuego el hielo,

Que no te pude olvidar;


Que te quise,


Que te quiero.


¡Silencio!

¡No desveléis a los muertos!

viernes, 7 de septiembre de 2007

Sin más opciones

Tiene / un nuevo mensaje.
Para escuchar el mensaje,
Pulse uno. Para guardar,
Pulse dos. Para borrar,
Niegue tres veces su afecto.

“Tras tanto tiempo de ausencia,
Lo cierto es que no he dejado
Nunca de echarte de menos;
Ni en mis noches ni en mis días
Ni en la vigilia o el sueño.

Y ya no puedo evitar
Suplicarte acongojado,
Que me obsequies un momento:
Una cerveza, un café
O que demos un paseo.

Y después me ausentaré
-Aunque mi alma se evanezca
En la maraña del tiempo-,
Hasta que no pueda más
Sin suplicarte de nuevo.”

Fin de los mensajes nuevos.
Lamentamos no poder
Atender su petición;
El llamante es un espectro
En los hilos del teléfono.