Nicolai un día, cansado de ser despreciado, de no ser tenido en cuenta, de sufrir la ignominiosa injuria de la marginación de manera permanente y ya sin ninguna esperanza, se prendió fuego en Castellón delante de su mujer y su hijo. Tras un tiempo debatiéndose entre la vida y la muerte, murió. Nadie, ni jueces ni legisladores ni gobernantes ni miembros de las fuerzas de seguridad –o, represivas, según el gusto de cada cual y las circunstancias-, ha tratado de buscar responsables, nadie se ha sentido herido en su sensibilidad ni en su honor, nadie se ha planteado que la desesperación de Nicolai sea el producto de un grave delito, por mucho que no se contemple en nuestro Código Penal, que, antes que éste, debería estar la obligada observancia del código ético.
A Jaume le dio por quemar en Girona una fotografía de Juan Carlos de Borbón y aquellos que se dedican a engordar tragando las inmundicias que abarrotan el pútrido granero de nuestro sistema pseuso-democrático cayeron sobre él como buitres, acusándolo de realizar actos que menoscaban y lesionan la dignidad de la más alta representación del Estado. Y, colmado de perplejidad, no he podido dejar de hacerme preguntas absurdas: ¿Olió ese día en la Zarzuela a carne quemada?, ¿sufrió el Borbón quemaduras de tercer grado?, ¿pasó por la UCI?, ¿vomitaron la reina y los infantes ante el pavoroso espectáculo de unos despojos humanos ardiendo sobre el asfalto?...
En este puñetero país donde los mangantes de cuello blanco campan a sus anchas quemando las ilusiones de tanto marginado, seguimos en las catacumbas de la Historia, seguimos utilizando la ordalía como sistema de administrar justicia, y seguimos haciendo montañas de un grano de arena mientras no prestamos atención al simún que nos devora el poco alma que nos va quedando.
Y en este patético país de señoritingos prepotentes, estirados y babosos que se sienten heridos en la dignidad ajena por minucias –en la propia difícilmente podrían sentirse heridos al carecer de ella-, la comparación de la diferente repercusión de hechos de tal tenor es la prueba palpable de que ahora más que nunca es preciso reformar en profundidad el Código Penal, renovar hasta sus últimos rincones la Alta Magistratura del Estado y, sobre todo, es la alarma que nos alerta de que ya comienza a ser más que urgente el advenimiento de la Tercera República, así como de un sistema político, llámese socialismo o como se quiera, que vele por los intereses y la dignidad del pueblo, de los Jaumes y los Nicolais, en lugar de engordar a tanto parásito que se nutre de la carne quemada de los desgraciados y trata de lavar su poca conciencia queriendo evitar las hogueras virtuales a través de las que lo único que se pretende es tratar de dar salida a la poca libertad de expresión que aún subsiste detrás de las férreas mordazas que nos imponen los voraces guardianes de la involución. Y, cómo no, incluir el noble arte de la fotografía entre las asignaturas obligatorias de la licenciatura de derecho para que los futuros jueces y fiscales sepan distinguir entre una obra del arte fotográfico y un simple retrato sin valor alguno. Por Nicolai, por Jaume, por la Justicia, por el Pueblo, por el Ser Humano, son cuestiones ineludibles.
A Jaume le dio por quemar en Girona una fotografía de Juan Carlos de Borbón y aquellos que se dedican a engordar tragando las inmundicias que abarrotan el pútrido granero de nuestro sistema pseuso-democrático cayeron sobre él como buitres, acusándolo de realizar actos que menoscaban y lesionan la dignidad de la más alta representación del Estado. Y, colmado de perplejidad, no he podido dejar de hacerme preguntas absurdas: ¿Olió ese día en la Zarzuela a carne quemada?, ¿sufrió el Borbón quemaduras de tercer grado?, ¿pasó por la UCI?, ¿vomitaron la reina y los infantes ante el pavoroso espectáculo de unos despojos humanos ardiendo sobre el asfalto?...
En este puñetero país donde los mangantes de cuello blanco campan a sus anchas quemando las ilusiones de tanto marginado, seguimos en las catacumbas de la Historia, seguimos utilizando la ordalía como sistema de administrar justicia, y seguimos haciendo montañas de un grano de arena mientras no prestamos atención al simún que nos devora el poco alma que nos va quedando.
Y en este patético país de señoritingos prepotentes, estirados y babosos que se sienten heridos en la dignidad ajena por minucias –en la propia difícilmente podrían sentirse heridos al carecer de ella-, la comparación de la diferente repercusión de hechos de tal tenor es la prueba palpable de que ahora más que nunca es preciso reformar en profundidad el Código Penal, renovar hasta sus últimos rincones la Alta Magistratura del Estado y, sobre todo, es la alarma que nos alerta de que ya comienza a ser más que urgente el advenimiento de la Tercera República, así como de un sistema político, llámese socialismo o como se quiera, que vele por los intereses y la dignidad del pueblo, de los Jaumes y los Nicolais, en lugar de engordar a tanto parásito que se nutre de la carne quemada de los desgraciados y trata de lavar su poca conciencia queriendo evitar las hogueras virtuales a través de las que lo único que se pretende es tratar de dar salida a la poca libertad de expresión que aún subsiste detrás de las férreas mordazas que nos imponen los voraces guardianes de la involución. Y, cómo no, incluir el noble arte de la fotografía entre las asignaturas obligatorias de la licenciatura de derecho para que los futuros jueces y fiscales sepan distinguir entre una obra del arte fotográfico y un simple retrato sin valor alguno. Por Nicolai, por Jaume, por la Justicia, por el Pueblo, por el Ser Humano, son cuestiones ineludibles.
¡Pero qué cosas tienes, hombre! Los Borbones estaban en la Basílica de Atocha, ocupados en cuestiones menos "terrenales" y "mundanas", más propias de su rango y excelsa condición: "a una virgen no se le ofrece todos los días una infanta", hay que cumplir con las regias tradiciones, lo otro son..."quíta de mí esos humos"...
ResponderEliminar¡pero qué asco, de verdad!
Besos
lARREY Y TÚ HABÉIS TOCADO EL TEMA DEL DESESPERADO SUICIDA. Vuestra sensibilidad tendría que extenderse como una fina lluvia que todo lo cubriera.
ResponderEliminarBesos, muchos besos para todos.
PAQUITA
Acabo de ver el vídeo de Mar. Muy guapo ¡y la música! Besos de mi parte para ella. PAQUITA
ResponderEliminarHola otra vez Rafa.
ResponderEliminarSensibilidad y educación. Faltan por todos lados.
Hablas de la asignatura de la Fotografía...; yo incluiría todas las artes, especialmente la que más nos ocupa: la Escribanía.
Educación y sensibilidad y dignidad. Eso es lo que falta.
Sinvergüenzas enriqueciéndose a costa de sueños. Eso es lo que sobra. Y pobreza, y hambre, y desesperación...
Abrazos educados.
Siempre he estado a favor de la monarquía, aunque en realidad tampoco lo he pensado mucho tan sólo sé que cuando busqué el apoyo de la reina para un trabajo de accesibilidad lo tuve, pero, Rafa, otro articulo como éste y me bajas del burro.
ResponderEliminarUn beso grande.
Rafa, amigo mío, ya te lo he comentado en alguna ocasión, cuando te vibra el verso en el tuétano eres genial, pero cuando te pones contundente me dejas paralizado. ¿Qué más puedo decir yo de los pavos reales...? Que ojalá se les quemen los pelos del culo cuando llegue el día en que tengan que salir de España exiliados y cagando hostias, a buscarse la vida como emigrantes, sin sueldo, sin palacio y sin sonrisas, en un pais extranjero doblando el espinazo, que ya va siendo hora.
ResponderEliminarSALUD Y REPUBLICA, A LO BESTIA SI ES PRECISO.
A los que pensamos como tú, se nos tacha de utópicos, de radicales, de soberbios, de incorfomistas...
ResponderEliminar¿Se han detenido alguna vez a pensar, siquiera una vez, que son consentidores de injusticias, medicados para autómatas, educados para obedecer, cegados a conciencia, comprados a cambio de comodidad, de dinero fácil...No es de interés plantearlo siquiera.
Mucho me temo que la monarquís y la política de este pais, cada día nos estrujará más.
Se perdió una oportunidad de oro después del franquismo y parece que éste, con otros pseudónimos, empieza a hacer estragos.
Diría que el texto es maravilloso si no fuera por su contenido.
Besos, grandote
Gracias a todos por vuestra sensibilidad. Y esperemos que, con monarquía o sin ella, se vayan solucionando cuestiones como las de Nicolai y Jaume y todo lo que representan.
ResponderEliminarAbrazos.
Perdona que no me ponga a la cola pero que tiene que ver una cosa, un suicidio, con lo otro.
ResponderEliminar¿Quien engaño al pobre Nicolai? ¿Por que ahora su consulado paga el viaje de la familia y antes no?
¿Por que lo dejaron morir solo, sin familia- ya en su pais-, rodeado de enfermeras y medicos y las caritativas monjas que pasaban por alli?
Un abrazo.
Pues yo, prometeo, sí que encuentro -o he urdido- relación. La relación, inversamente proporcional, entre la la magnitud de dos hogueras y las de las consecuencias de éstas en los niveles de toma de decisiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad es que que te metan en la cárcel (una sola hora) por quemar una foto (¿la del rey?, vale, pues la del rey) es triste pensando que un violador está 14 años en la cárcel ¡¡¡¡ uno por cada violación !!!!. Soy muy ingénuo, y siempre he pensando que la justicia debía (ya no pienso qeu lo sea) ser independiente y justa (¿por eso la llamamos justicia?) y para eso debe incluir la medida en sus decisiones. Puede que el santíimo Borbón sea buena gente, no digo yo que no, pero la monarquía da asco, aquí y en Sebastopol
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