Hay un hermoso proverbio celta que más o menos viene a decir que nuestros pies siempre nos conducirán al lugar en el que se encuentre nuestro corazón. Y así debiera ser. Pero hay ocasiones en las que, por mucho que nos cambiemos de huellas o zapatos, no es posible y, entonces, nunca logramos saber con certeza si es porque nos amputaron los caminos o porque nuestras arterias terminaron por quedar exangües.
¿Y si el corazón no encuentra el camino ? Pues, pies, a dar vueltas mientras se orienta. Seguir al corazón se hace de niño y de joven, y después, ya adultitos, algo se para -no el corazón en sentido físico, pero si en el plano sentimental -, y no nos atrevemos tanto. Castilla 96.
ResponderEliminares que el amor paraliza, estanca, duele y en grandes dosis es malo para la salud. Vamos, indispensable para vivir.
ResponderEliminarBesos.
Y eso, Carlos, ¿cómo se hace?
ResponderEliminarY cuando falta, maría, hay que tratar de sobrevivir como sea. En ese sentido, he descubierto un valor oculto que llevaba dentro de mí.
Abrazos.
A menudo tenemos los pies dispuestos y el corazón visible, pero no encontramos la brújula adecuada.
ResponderEliminarLo ideal sería que nuestros pies nos llevaran hasta dónde está el corazón, pero a veces hay demasiados obstáculos en el camino.Un beso, Rafa.
ResponderEliminarPues sí, Kai, Malena, unas veces no encontramos la brújula, otras hay demasiadas piedras en el camino... Y esto no es tan malo. Es pero que ya no haya camino... o piernas... o corazón.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues parece que el proverbio se equivoca, puede que la intención sea llevarnos en esa dirección pero el hecho es...la realidad, Un beso
ResponderEliminarSeguro, leuma, éste, como cualquier otro, puede llegar a equivocarse. Porque todos los probervios, o tienen excepciones, o lo son en sí mismos.
ResponderEliminarUn beso