Dónde exiliamos, dónde,
Tanto inútil recuerdo
De lo nunca vivido;
Tanto llanto emboscado
Tras los gélidos párpados
Por sabernos vacío,
Alas de mariposa rumbo al ocaso, efímeras,
Sin magnolias que acojan
Tanto vuelo cansado,
Tanta desoladora quimera, sin auroras,
Destinada al abismo.
Dónde exiliamos, dónde,
Tanto muerto en los labios,
Dónde el recelo, dónde,
Dónde la duda,
Dónde la amarga evanescencia
Que, hasta el fin de los días,
A dolor nos preside.
Dónde, si sólo somos
Arcángeles caídos,
Plegarias sin altares
Apostatas, infierno, fe sin liturgia…
Dónde.
Debe de haber una especie de limbo en algún lugar donde naufragan las cosas que pudieron haber sido pero nunca fueron, los recuerdos de lo que nunca se vivió, las lágrimas por la ausencia de lo que jamás poseimos, los ueños rotos antes de cumplirse, los pecados no satisfechos, las faltas que se quedaron sin perdón aún sin haberse cometido. Tal vez existan eso que llaman universos paralelos donde donde estemos viviendo la vida que en este se nos ha escapado.
ResponderEliminarBrochetas de solomillo ibérico, pimientos verdes y cebollas dulces y un rosado de Rueda fresquito.
Yo pienso que exiliamos todas esas cosas que nunca hicimos realidad en la planta tercera del cerebro, en el departamento de melancolías por lo no vivido. Allí nos atiende una empleada taciturna, a la que llaman maria de las tristezas. Castilla 96
ResponderEliminarYo creo, Kai, que para eso no hay lugar, que los paralelos universos no existen, así que habrá que tomarse ese rosado y brindar por el presente, aunque esté más o menos jodido.
ResponderEliminarCarlos... y esa empleada, la muy jodida, ¿no se toma nunca un puñetero día de vacaciones? Así podríamos entrar a saco y recuperar algo de lo que allí ha quedado almacenado.
Abrazos.