Tu ala blanca se ha mudado en serpiente
Y viborea. De su antigua seda,
Cual la escama de un monstruo, sólo queda,
Áspero, de lágrimas un torrente
Ardiendo en los párpados. ¡Qué doliente
Rosal harto de espinas! ¡Qué vereda
Salpicada de infiernos! ¡Qué humareda
Amarilla de veneno! –un diente
Ficticio se me clava dentro el alma
Con tu recuerdo-. Ya no tengo calma
Para buscar un antídoto. Sólo
Busco y busco tus colmillos de fuego
A sangre abierta. Úsalos y luego
Deja mi cuerpo en el páramo, solo.
Reflejas bien ese clavarse dentro del alma porque este post tuyo de hoy también se clava como colmillos, beso
ResponderEliminarRafa, muy afilado el soneto, joo no sabes como envidio saber hacerlos..
ResponderEliminarun saludo
Sandra
Queridos amigos, os ruego disculpéis que en estos últimos días no haya respondido a vuestros comentarios. Los leo todos con gran aprecio, pero, además de haber tenido bastante trabajo, no estoy muy "interactivo". Os prometo que en un par de días volveremos a la normalidad.
ResponderEliminarAbrazos.
Ps. ¡Ah! os leo.
Tranqui Rafa, a tu aire, y anímate, un beso
ResponderEliminaralgo sádico te veo.
ResponderEliminarUn beso.
((es que acabo de ver al kaiman suicidar el despertador y os veo a todos mu brutos))
¡Brillante!
ResponderEliminarLa retratada queda a la deriva, que se esconda ¿porque retratas a alguien? ¿No?...
Un abrazo.
Es que, leuma, cuando se clava y duele, no cuesta mucho expresarlo (aunque también duela hacerlo).
ResponderEliminarBueno, sandra, ya te comenté al respecto.
María, más bien masoca.
Prometeo, no, no es exactamente la descripción de una persona. Es la descripción de los sentimientos que, dadas las circunstancias, esa persona despierta. La persona, para mí, sigue siendo un ángel, por desgracia.
Abrazos.