Quiso pintarle, como despedida, un cielo azul que llegase a expresar todo lo que había sentido, todo lo que aún sentía, toda la grandeza de su amor y de su generosa renuncia. Pero su sangre, como la de cualquier otro mortal, también era roja.
Seria su principe rojo, el de las manos ensangrentadas. Corazon a la izquierda y sangre roja...dicen que cuando es horizonte se tiñe de rojo es reflejo de la muerte de inocentes en la lejania...lago de sangre inutilmente derramada. Muy bueno. Un abrazo.
Te vuelves a condensar, me encanta. Mientras la sangre no llegara al río, a lo Romeo y Julieta, habrá princesas rojas, azules, incluso con el arcoiris.
Vamos, que no era su príncipe azul
ResponderEliminarSeria su principe rojo, el de las manos ensangrentadas. Corazon a la izquierda y sangre roja...dicen que cuando es horizonte se tiñe de rojo es reflejo de la muerte de inocentes en la lejania...lago de sangre inutilmente derramada.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Jo, yo lo veo verde :(, beso
ResponderEliminarNo, larrey, era un príncipe rojo que quiso enamorar a una princesa azul y, claro, no pudo ser.
ResponderEliminarSi, prometeo, mucho de sangre inútilmente derramada hay en este breve relato. Gracias.
Y sí, leuma, un poco verde también que estaba el príncipe.
Abrazos.
Te vuelves a condensar, me encanta. Mientras la sangre no llegara al río, a lo Romeo y Julieta, habrá princesas rojas, azules, incluso con el arcoiris.
ResponderEliminarUn abrazo
Sandra
Y si además, l eprestó el pincel la pasión... más rojo todavía.
ResponderEliminarSaludos
derramada la sangre hasta el final...
ResponderEliminarun abrazo.