Ante la espada de la soledad
Grité de espanto.
Todo era silencio en la noche sin lluvia ni susurros,
Y en esa bruma densa que se agita en los párpados cerrados cuando el recuerdo se vuelve alimaña,
Sonó un eco desconocido,
Espectral y metálico.
Fulgió la sangre estallando ante el golpe de aquel espejo de opacidad sublime
Y cegáronse como arduos misterios los tímpanos por siempre:
Grito suspiro, grito amapola, grito enronquecido de sin mañanas
Ahogado en el azogue,
Grito como la flor en la nieve tardía,
Triste ceniza de hielo sin llama.
Bello y tragico poema, lleno de dolor y desesperacion pero que buenas imagenes con la flor en la nieve "triste ceniz en la nieve tardia".
ResponderEliminarUn abrazo.