Cuando a tu húmeda isla se le sequen los cauces
Y ese helado zarpazo del invierno perpetuo
A la sangre que late con el ritmo lunar
Le arrebate el aroma…
Cuando el fresco bullir de sus aguas maduras
Como vela se apague, y todos los sedientos
Que hoy ansían saciarse del dulzor de sus frutos
La abandonen por siempre…
Yo, con sal en el alma, seguiré siendo el náufrago
Que aún espera poder cobijarse en su playa.
Así, sin desfallecer un ápice, hasta el final, persiguiendo alcanzar la ansiada y deseada orilla de la más confortable de las islas. Preciosa declaración de intenciones.
ResponderEliminarOrtiguillas bien fritas, en su punto de sal, y manzanilla de sanlucar.
Hermosa y generosa declaración de amor.
ResponderEliminarAbrazos.
Nos vemos en la isla...con unos cuantos libros bajo el brazo, eso si.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Kai, sin esperanza, pero firme en los convencimientos, ya ves. Así que ¿no era la esperanza, verdad?.
ResponderEliminarGracias, mamen, que a ti, con tu sensibilidad, te lo parezca, me permite pensar que no estuve tan desacertado.
Prometeo, y unas cervecitas también ¿no podría ser?
Abrazos.
Me sumo a las cervecitas...
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